LA NEUROSIS COMUNICATIVA EN LA SOCIEDAD CONTEMPORÁNEA
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 19/03/2015 12:14:23
por João Carvalho Neto - [email protected]
Traducción de Teresa - [email protected]
Los tiempos modernos vienen marcados por nuevos hábitos y costumbres en lo cotidiano de los seres humanos. Vivimos de una forma tan acelerada y ansiosa que no siempre procedemos conscientemente, dejándonos llevar por modas e inducciones que acceden a la funcionalidad de nuestro inconsciente. Ello porque, al entregarnos a situaciones que se presentan atractivas, a menudo lo hacemos no por intereses personales reales, sino por gratificaciones neuróticas ventajosas al sistema.
La fiebre que domina a la población, especialmente los jóvenes, de la permanente comunicación vía aparatos electrónicos, me parece formar parte de un trastorno narcisista altamente perjudicial a nuestra salud mental y social. Claro que no resto valor a la importancia de las facilidades de acceso que estos aparatos nos aportan, favoreciendo soluciones más inmediatas para muchos problemas. Pese a todo, esta práctica comunicativa se ha vuelto tan impositiva que las personas están dejando de vivir la propia vida, y el placer real que en ella pueda existir, para entregarse a una vida artificial y superficialmente construida en la virtualidad de esos aparatos.
Recientemente recibí una imagen que retrata el humor negro de esa situación: mientras una persona se ahogaba en el mar, decenas de otras personas sacaban fotos para colgarlas en las redes sociales, sin que nadie se acordase de lanzarse al agua para intentar salvar al desventurado. Esa imagen demuestra cuán distantes estamos de la realidad del momento que vivimos, más preocupados por demostrar lo que hacemos y tenemos, que por vivir lo que somos. En vez de observar la vida por la sensibilidad real de nuestros ojos, nos lanzamos a la imagen restrictiva de una lente fotográfica que sólo nos permite ver lo que interesa. Por cierto, quizá esté ahí una parte de la explicación del éxito de esos medios. Sólo nos permitimos fijarnos en aquello que nos agrada, asumiendo la posición alienada de intentar negar la realidad que se extiende más allá de las imágenes colgadas. En esta realidad mayor hay sufrimientos y angustias que tendrían que ser encarados y elaborados para nuestra maduración psicológica, como hay asimismo gratificaciones reales que acaban perdiéndose en favor de una gratificación neurotizada.
Hay una diferencia muy significativa entre el placer real y el placer secundario. El real es vivido como una experiencia de satisfacción propia que contagia la mente y el cuerpo, y proporciona un alivio de las tensiones. El placer secundario es el vivido en función de la apariencia, no en favor de lo que quieres, sino en favor de lo que podrías ganar haciendo lo que se espera de ti. O sea, en la primera situación tú disfrutas, ¡en la segunda permites que disfruten por ti!
Claro que hay personas esclarecidas que se sirven de esos medios para intercambiar ideas, rescatar historias, compartir informaciones útiles para su bienestar. Pero una mayoría desprevenida acaba convirtiéndose en esclava de esa exigencia social, por temor al castigo cruel de ir al “trullo” de la soledad.
Y todo esto no está sucediendo por una mera casualidad. Interesa al sistema tener personas alienadas de su propia satisfacción, dependientes de informaciones que van, poco a poco, estableciendo condicionamientos interesantes para la distribución y venta de la producción. El ansia de dinero, de riqueza, no tiene escrúpulos. En el pasado, para no pagar a los trabajadores, se les esclavizaba por la fuerza; hoy, se continúa esclavizando, ahora por la inducción.
Algunos dicen que esos medios pueden llevarnos a movimientos sociales organizados, capaces de reestructurar o cambiar gobiernos y leyes. Esto podría incluso ser verdad, pero ¿qué productividad se viene observando de esa posibilidad? Quizá casi ninguna. Se habla mucho pero los movimientos acaban en las playas tranquilas de la acomodación. Lo que venimos observando, sí, como fruto de esa manipulación inmoral del deseo humano, es la inmovilización de nuestros procesos de maduración, es la alimentación de nuestra mirada narcisista que todo lo quiere para sí y nada para el otro. Se reclama contra los gobiernos, pero no se tiene tiempo para analizar el propio comportamiento y observar esos mismos desvaríos institucionales en el espejo que tenemos ante nuestros ojos. Somos nosotros, alienados, quienes anatematizamos sin dar ejemplos de dignidad, quienes señalamos errores con un dedo mientras otros dedos sugieren más atención a nuestras propias equivocaciones. Pero ¿por qué no les damos atención? Porque estamos mirando tan sólo para la imagen virtual que nos interesa, descuidando una realidad que se esconde como un crío detrás de una cortina, dejando aparecer los pies para hacernos tropezar y caer.
Pensemos en ello, pues vamos en un gran bote río abajo. Es preciso salir y mirar el río desde fuera, porque allá adelante una gran catarata puede estar esperándonos.
João Carvalho Neto
Psicanalista, autor de los libros
“Psicanálise da alma” y “Casos de um divã transpessoal”.
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