La sanación del cuerpo astral de un antepasado puede sanarte a ti
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 24/11/2013 17:03:28
por Terapeuta Eliana Kruschewsky - [email protected]
Traducción de Teresa - [email protected]
Todos tenemos un trascendental que se refiere a nuestras existencias en otras épocas. Es como si fuésemos artistas y hubiésemos trabajado en escena con otros actores en varias novelas. Representamos papeles en cada existencia terrena, junto a un grupo de personas que aceptó participar en el enredo y la trama de cada época. Este trascendental se refiere a situaciones, personas y dramas que sucedieron en épocas pasadas.
Todos arrastramos una historia trascendental y tales eventos quedan registrados en nuestra memoria, aunque en compás de espera. En cualquier momento podemos acceder a escenas pasadas, no cuando queremos, sino en caso necesario. Por medio de una regresión a vidas pasadas, de terapias de vidas pasadas, sueños, visualizaciones, ‘déjà vu’, sensaciones como aromas o sonidos, prácticas espiritualistas de revisión trascendental, podemos tener acceso a alguna escena, si es necesario.
La necesidad de tener acceso a escenas trascendentales tiene por objetivo el poder aprovechar una oportunidad, concedida por la espiritualidad mayor, de acceder a un punto de la escena, allí donde exista un conflicto, una traba, una desarmonía, un miedo, un secreto u otro tipo de bloqueo trascendental. Accediendo a tales episodios, nuestra mente actual neutraliza el acontecimiento, ya que la escena no se contempla de forma tan traumatizante en el estado consciencial vigente. Tal acceso puede ayudar a la persona a resolver traumas, miedos, bloqueos que interfieren en la vida actual de esa persona.
El ancestro es uno de los personajes de la novela, aunque no haya necesariamente formado parte de una novela en la que aparecemos, sino que nos aportó cierto crecimiento, un avance, una dirección para que otras novelas pudiesen adaptarse y así aprovechar la oportunidad ancestral para presentar una evolución en los papeles. Lo ancestral es colectivo, o sea, podemos formar parte del mismo ancestral. Luego, un ancestro es una persona o grupo de personas que estuvo aquí en el planeta y ha dado origen a una línea ancestral, a un origen y explicación de la trayectoria ancestral del hombre en este planeta. Y este hombre ha pasado por procesos evolutivos que ligan al hombre que rompía piedras al hombre que construye edificaciones inexplicables como las pirámides de Egipto.
En cambio, nuestros antepasados tienen un vínculo directo con cada uno de nosotros. No es un vínculo evolutivo ni necesariamente espiritual, pero es una conexión asimismo energética.
Investigando en el árbol genealógico, podremos descubrir buena parte de nuestros antepasados, o sea, los que tienen un vínculo consanguíneo directo con nosotros. Este vínculo es lo que nos aporta características genéticas tanto en el aspecto físico como de conducta, ello porque hemos heredado tales características a través de los cromosomas que forman nuestro ADN.
Se han hecho estudios que han demostrado que, haciendo una retrospectiva de nuestros antepasados, llegaremos a un único ancestro. Esto implica que estamos interconectados de varias formas.
Aparte del conocimiento espiritual que indica que somos todos uno, interconectados espiritualmente, el conocimiento metafísico presenta la hipótesis de que somos una sola energía, por tener orígenes energéticos únicos. Se cree que estamos compuestos por la misma energía con patrones dimensionales diferentes, como ya Einstein decía. Entonces, una piedra, el agua, el aire, los animales, los seres humanos, tienen su origen en una misma energía, diferenciándose en sus dimensiones de energías, patrones vibracionales y objetivos espirituales.
Existe un grupo de personas que heredan, no sólo características físicas y conductuales, sino que además heredan síntomas y enfermedades de sus antepasados. Esto puede no ser novedad para la mayoría de los que están leyendo este artículo, pero en algunas evaluaciones radiestésicas que he llevado a cabo, aparece que ciertos focos de energías con baja vibración tienen un origen hereditario, proveniente de un antepasado con el cual la persona tiene un fuerte vínculo energético, hasta el punto de que esta persona presenta ciertos síntomas, acude a la medicina convencional pero no descubre nada. Tuve un caso de una persona que padecía dolores en un brazo; en pruebas de resonancia y tomografía, aparte de análisis de laboratorio, no aparecía nada que justificase esos síntomas insistentes. Y cuando llevé a cabo la evaluación radiestésica descubrí que tenían origen en un antepasado. La persona descubrió que su abuela murió de gangrena en el brazo, causada por la picadura de un insecto. Esto implica que esa persona tenía un fuerte vínculo con este antepasado y que, aun estando desencarnado, tal sintonía permanecía, causándole el malestar. Monté las placas radiónicas indicadas por la radiestesia, para la energía de la persona y de su bisabuela, y en 60 días todos los síntomas desaparecieron. Así el procedimiento sanó la energía de la persona y principalmente el origen que estaba en un antepasado consanguíneo. Y lo interesante es que no se trataba de un vínculo afectivo, a menudo la persona afectada ni siquiera ha conocido a su antepasado, pero la radiestesia tiene cómo identificar en qué antepasado se originaban los síntomas que tanto molestaban desde hacía años.
Un síntoma físico es el resultado de otros tres campos vibracionales: emocional, mental y espiritual. Una enfermedad no empieza en el cuerpo físico. Aún después de producirse la desencarnación otros campos vibracionales continúan existiendo y actuando directa o indirectamente sobre alguien. Entonces, si un antepasado ha muerto de tuberculosis, puede interferir en un descendiente como un síntoma en el pulmón, y la medicina convencional no puede identificarlo. O bien podría incluso identificar una disfunción en el pulmón, pero no ser capaz de promover la curación. Si corregimos el foco de energía de baja vibración en el antepasado, podemos ayudar a eliminar los síntomas que interfieren en el descendiente. A fin de cuentas, el campo vibracional del antepasado no muere.
Siendo así, lo que tú piensas y sientes interfiere considerablemente sobre el otro, lo creas o no.