La verdadera paz
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 13/06/2014 09:08:23
por Mel Aitak - [email protected]
Traducción de Teresa - [email protected]
Para los hombres, la paz es el período de bonanza entre guerras. Para Él, es la que brota de un corazón puro y pleno de amor…
Entre los cientos de mensajes que Jesús nos dejó, la que más me emociona es la que habla de la paz. “La paz os dejo. Mi paz os doy”. Esa paz de que hablaba el Maestro, sin Duda, no es la que conocemos. La nuestra es ausencia de conflictos o el período de bonanza entre una guerra y otra. La Suya es la que nace de la intimidad con el mundo espiritual.
¿Sabes cómo es cuando estamos muy felices y plenos de amor? En esas ocasiones, expandimos tanto nuestra aura que sólo vibramos energía positiva y luz. Esa es la paz de que Jesús nos habla. Y es la misma, por ejemplo, que el espiritualista Daskalos o Stylianos Atteshlis (su nombre verdadero) describía en varios libros. Para quien no lo sepa, él era conocido en Chipre por su profunda fe y por las sanaciones espirituales y físicas que hacía.
Daskalos se refería a Dios como “mi Amado”. En cierto momento de la vida, cuando estaba ingresado en un hospital para la amputación de su pierna a consecuencia de varios problemas de salud, no imploró. Dijo únicamente: “que se haga Vuestra Voluntad, mi Amado”. En aquel momento, notó una brisa ligera y un ángel a su lado. Al día siguiente estaba curado, para asombro de los médicos.
Ese comportamiento, descrito en el libro El mago de Strovolos (Kyriacos C. Markides, Ed. Pensamento), muestra no sólo a un hombre de mucha fe, sino a un ser en paz – la paz que Cristo predicaba – y totalmente en sintonía con su verdad y, claro, con la espiritualidad.
¿Difícil llegar a ese nivel? Quizá, principalmente porque no todos logramos dejar en manos del Divino nuestras tribulaciones. Y también porque permitimos que los acontecimientos del día a día, de menor importancia, nos quiten el sosiego y nos desvíen de lo que realmente importa.
Entonces, amigo mío de jornada, ¿qué tal luchar con más ahínco para alcanzar ese estado de paz descrito por el Maestro Jesús? El camino para llegar a eso es entregar nuestra vida a Él. Deposita tu día y tus actos en manos de Él. Pide, humildemente, orientación. Poco a poco, lograrás construir una relación de confianza tan fuerte que ya no quedarán más dudas sobre tu amor, sobre la verdad de tu corazón, ni sobre tus propósitos.
Piensa, vive y respira el amor que viene de Él. La paz llegará como consecuencia de todo eso…
Una semana de bendiciones para todos nosotros.
¡Paz y luz!
