La vida emocional del feto - Parte I
por Rosemeire Zago em STUM WORLDAtualizado em 06/08/2015 11:39:43
Traducción de Teresa - [email protected]
"Nuestra más elevada tarea debe ser la de formar seres humanos libres que sean capaces de, por sí mismos, encontrar propósitos y dirección para sus vidas”
Rudolf Steiner
He venido divulgando mucho la importancia de acoger al niño herido que ha sido víctima de abusos/traumas durante los primeros años de vida, pero quiero empezar a profundizar en los nuevos estudios sobre la vida emocional del feto, pues muchos traumas posteriores al nacimiento pueden ser evitados si las nuevas generaciones de padres reciben informaciones actualizadas. Yo particularmente he utilizado esas informaciones no sólo para quienes pretenden tener hijos y parejas embarazadas, sino principalmente para quienes quieran comprender mejor su propia experiencia intrauterina.
Las nuevas pesquisas están resquebrajando teorías tradicionales respecto de las primeras fases del desarrollo. Pero comencemos desde el inicio: ¿sabías que es el óvulo el que elige al espermatozoide? Sí, es el óvulo el que abraza al espermatozoide por el cual se siente atraído. ¡Y toda experiencia, desde la concepción en adelante, afecta a la arquitectura del cerebro! El feto tiene necesidades intelectuales y afectivas más primitivas que las nuestras, pero que realmente existen, tales como las de querer sentirse amado y deseado.
Los primeros indicios del cerebro de la criatura por nacer surgen con la apariencia del “surco neural” a lo largo del embrión en crecimiento, pero aún minúsculo, unos 17 días después de la concepción. Sí, eso mismo, lo que has leído: ¡17 días después de la concepción!
Como mínimo 50 mil células son producidas durante cada SEGUNDO de vida intrauterina. A los 28 días, cuando el embrión mide más de 0.6 centímetros, las tres partes primarias del cerebro ya están formadas. El embrión comienza a registrar y a reaccionar ante eventos a nivel celular a partir del momento de la concepción.
Desde ese momento el cerebro del niño está conectado al medio ambiente. Eso quiere decir que el cerebro sí es sensible a las experiencias a lo largo de nuestra vida, pero el período más crítico es el período prenatal y el inmediato al parto, y determinado por lo que la madre siente, su principal fuente de mensajes. El feto capta los pensamientos, sentimientos y sensaciones, que van a interferir de modo significativo en su forma de ser. El vínculo entre madre e hijo, que se establece tras el nacimiento, es consecuencia del que le precedió. Por ejemplo, un sentimiento negativo, intenso y duradero de rechazo a la criatura puede dejar una cicatriz profunda. Pérdidas afectivas, muertes, separaciones, impactos emocionales, grandes catástrofes, accidentes, agresiones, etc., pueden generar desajustes emocionales en la madre, y el feto siente todo eso.
Señales de miedo o amor, producidas en respuesta a la percepción que la madre tiene de su medio ambiente, son transmitidas al feto vía moléculas transportadas por la sangre. O sea, el estado emocional y los sentimientos de la madre tendrán un impacto significativo sobre el desarrollo del cerebro del feto. Como por lo regular el niño después de nacer va a pasar su vida en el mismo ambiente en que ha sido engendrado, la programación del recién nacido por parte de la madre tiene un valor adaptativo.
La criatura percibe una acción o pensamiento de la madre; su cerebro transforma esto inmediatamente en una emoción y comanda a su cuerpo un conjunto de reacciones. Si la madre siente miedo, ansiedad, depresión o estrés, desencadena una descarga hormonal, que si se produce de forma intensa y continua, puede traer en esa criatura una predisposición a ese sentimiento. Si la atención de la madre está completamente absorbida por la tristeza o por una pérdida y ella se encierra en sí misma, es probable que su criatura sufra profundamente. Y el feto no dispone de recursos suficientes para tolerar esa sobrecarga.
En el ambiente familiar el padre también tiene una influencia muy importante sobre el feto. El estrés del padre, por ejemplo, tiene una repercusión directa sobre el hijo en formación, y también indirecta a través de la madre. Una discusión entre los padres y el desajuste familiar también pueden perturbar intensamente al ser que está en el útero materno. ¿Cómo era el ambiente cuando tú estabas dentro del útero de tu madre? Deja tu comentario a continuación, y acompaña el próximo artículo.