Las personas no mueren, quedan encantadas
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 02/09/2016 10:22:59
Autor Wilson Francisco - [email protected]
Traducción de Teresa - [email protected]
Bella, de seis años dice: ¡el abuelo no murió, está aquí sonriendo! Una amiga, profesora universitaria, relató este caso, pidiendo apoyo para esclarecer a la alumna y a la familia. Recibió esa carta y yo la reescribo con orientaciones, que entiendo como oportunas y necesarias. Buenos días, profesora, disculpe la pregunta indiscreta, ¿es usted Espírita? ¿Cree en que hay vida después de la muerte? Mi papá también lo era. Tengo una amiga que fue a un Centro Espírita. Ella dio el nombre de mi padre, que llevaba un mes fallecido y le dijeron que mi padre dormía, que era un tratamiento.
(El concepto básico del Espiritismo para el post mortem es que el Espíritu, en esa transición/readaptación, necesita relajar, dormir y someterse a tratamiento porque está cambiando de plano existencial).
Como mi padre era espírita, sería más fácil que él lo aceptase. También me dijeron, en un grupo espírita, que las personas que recibieron a mi padre fueron mi abuela, mi abuelo, mi tío, hermano de él que falleció de cáncer y mi hermanito, fallecido siendo bebé.
(Fenómeno natural, cuando llegas a un nuevo lugar, los que te aman vienen a darte la acogida, la bienvenida).
Profesora, no consigo aceptar la muerte de mi padre, y no sé cómo quitar esto de mi corazón, lloro mucho. Sé que no es bueno para él.
(Es natural la no aceptación e incluso estar intrigada, sentirse abandonada. El dolor de la muerte es gigantesco, y tienes el derecho de sentirlo. Dos hermanos de una amiga mía murieron de cáncer. Yo sentía que ella no estaba bien, le telefoneé. Estaba indignada contra Dios, por la muerte de los dos, y contra su marido, dirigente espírita, que no le permitía llorar la pérdida de sus hermanos. La animé a que sí llorase, a fin de cuentas, la pérdida física causa dolor. Ella sabe que ellos han migrado para el Reino Espiritual.
Sin embargo, la ausencia es intensa y causa sufrimiento. ¡Somos humanos! En junio casi me muero de taquicardia. Durante cinco minutos casi me voy, quise hacer el mejor día de los padres, considerando que sería mi último día de los padres con él, algo me decía que yo iba a morir, no mi papá. Fue el mejor día de los padres, una gran despedida y de la forma como a él le gustaba hacer las cosas, festejando. Ya no soy capaz de celebrar nada más, ni el cumpleaños de mi hija he podido hacerlo bien, lloro mucho, porque eso era lo que a él más le gustaba, y lo planificaba todo, antes que nosotros.
(Sí, esa ausencia, especialmente en días festivos, es angustiosa, repercute en el desánimo, en la pérdida de motivación y alegría).
Trato de no pensar en su partida, se fue tal como siempre le había pedido a Dios, sin dolor, sin estar en una cama sufriendo, murió mientras dormía.
(Esa certeza, de que partió para esa nueva existencia como él quería, incluso anteviendo el acontecimiento, señala lo que es la absoluta verdad: la muerte no está causada por dolencias, accidentes, edad. La muerte es el momento en que Dios decide que se termine nuestra misión en la Tierra. Él fue un elegido, teniendo una muerte tal como quería y sin dolor).
Una semana antes, él me dijo: nena, pronto partiré, dos ángeles han venido a avisarme esta noche. Pasados 25 días, mi padre me abrazó bien fuerte el sábado y me pidió que me quedase en su casa; y yo, cansada por haber trabajado de viernes a sábado, le dije que no me quedaba por estar muy cansada; él me abrazó muy fuerte y me dio un beso en la frente. El domingo por la noche, le dijo a mi madre Lourdes: hay que enseñar a alguien a separar tus medicamentos porque yo estoy marchando y se despidió de mi madre. Es increíble, pero ese día todos perdimos la hora de levantarnos. Mi marido se había ido a trabajar porque trabajamos por la noche, yo desperté faltándome el aire y con un dolor muy fuerte en el pecho, entonces telefoneé a mi marido a las 4 de la mañana y le dije que había sentido algo extraño y mucho dolor en el pecho, faltándome el aire. Fue a la hora en que mi padre falleció, como si él hubiese venido a avisarme. Me retrasé para ir a la facultad y cuando fueron las 6:30h telefonearon a casa, avisando de que él se había sentido mal y que yo debía ir urgentemente allá, aunque yo sentía que él ya no estaba.
(Esos avisos son divinos. La Misericordia Divina suaviza el instante grave de su partida hacia el mundo espiritual. Merecimiento de él y de todos vosotros).
Mi hija entró en el cuarto en que él estaba y sonrió, diciendo: mamá, no te pongas así, el abuelito está aquí sonriendo y feliz; y al preguntarle yo dónde está, ella apuntó hacia cerca de la puerta del cuarto, mirando para nosotros. Estábamos inclinados sobre el cuerpo de mi padre, en la cama. Y hubo un día en que desperté de repente y ella estaba mirando al lado de mi cama sonriendo. Le pregunté Bella ¿qué pasa? Ella me dijo: el abuelito está aquí sonriendo y ha dicho que dejes de llorar, porque él está bien y quiere que tú estés bien. Mi hija tiene 6 años y me da fuerzas para sobrevivir.
(Esas visiones de Bella, con la sencillez de sus seis años, representan una respuesta generosa de Dios para demostrar, concretamente, que la Muerte no existe. No es frecuente, pero ya he presenciado casos así. En uno de ellos, Alice, 17 años, murió. Y en el velatorio, en el Hospital Albert Einstein, familiares y amigos están junto al ataúd. Jordana, su mejor amiga de la facultad, mira hacia el féretro, sonríe y dice adiós con la mano. Su madre y todos quedan admirados.
Ella dice: "¡Gente! Alice está ahí, sonriente, diciendo adiós a todos").