¿¡¿Le Fue mal en el amor?!?
por Rosana Braga em STUM WORLDAtualizado em 03/03/2007 22:43:19
Traducido por Melissa Park [email protected]
De vez en cuando, todos nosotros hemos enfrentado en la vida, ¡una “caída de aquellas! Aunque en un primer momento, nos hace perder el rumbo, también nos sirve para despertar y sacarnos del lugar cómodo en que nos colocamos.
El deseo de quedarse gritándole al juez para que aplique la tarjeta roja a quien nos puso el “cabe”. Solo que la vida no es un juego y si una escuela. Estamos aquí para aprender y no para contabilizar puntos en una placa que no vale nada.
Es exactamente en este momento, cuando estamos en el suelo, arrasados, dolidos, humillados y perdidos, que tenemos la oportunidad de percibir para que vinimos, para que amamos.
¿Apostamos al amor para lamentarnos delante de sus desafíos o para aprender a lidiar de manera menos destructiva con esa avalancha de sensaciones y sentimientos capaces de remitirnos a un abismo tenebroso?
No existe una única manera de reaccionar delante del dolor y del miedo. Pero sólo hay una salida: ¡reaccionar! Cada persona tiene su tiempo para digerir los sentimientos aflorados en una situación difícil, aunque muchos, infelizmente, nunca terminen esta digestión.
Se usted comprende que nada en esta vida, ni un enorme sufrimiento, nos puede consumir indefinidamente, comprende también que es preciso levantarse y sacudirse el polvo. Claro que caer duele. Y claro, también levantarse no significa que el dolor ya pasó. Pero significa, con toda certeza, ¡que usted está dispuesto a superarla!
Sufrir, doler y llorar son reacciones absolutamente aceptables, comprensibles y hasta muy dignas, pues evidencian la salud emocional de una persona. Por más desarrollados, evolucionados y conscientes que seamos, ¡sentir y sufrir son parte de uno mismo! Delante de una decepción, siempre será inevitable que nos sintamos tristes y dolidos.
Muy a pesar de eso, hay una enorme diferencia entre sentirse triste por algún tiempo y dejarse sucumbir, convirtiéndose en socio redimido del club de las víctimas, de los pobrecitos.
Porque si todo el mundo sufre, la diferencia está básicamente en lo que usted piensa y hace cuando sufre. La persona madura sufre aprendiendo y la persona inmadura sufre perdiéndose.
La gente aprende cuando observa lo que sucedió, no para señalar los defectos del otro y condenarlo; no para apuntar los tropezones de él y colocarse en el lugar de quien está cierto; no para lamentarse por haber sido tan bueno y jurar que nunca más va a creer en el amor. ¡No!
La gente aprende percibiendo que también cometió engaños, que también participó de los errores y que puede salir más entero y más desarrollado después de cualquier problema. ¿Fácil? ¿Rápido? ¿¡¿Simple?!? ¡¡De manera alguna!!
Talvez nos lleve meses o años hasta descubrir como podemos ser mejores, como podemos vivir el amor de manera que una relación no sea una muleta y si un regalo precioso. Que no sea un remedio para nuestra desesperación, al final amar no es depositar sobre el otro, todas nuestras frustraciones y miedos.
¡La gente crece cuando vive y yerra cuando aprende! Que eso quede bien claro, para que usted entienda por que – de hecho – no adelanta quedarse preso en acusaciones y lamentaciones. ¡La vida anda! Los días pasan. El mundo no para cuando usted queda postrado en un pasado doloroso. Allá, definitivamente no hay nada que valga la pena.
Se que una de las mayores decepciones que puede suceder en una relación de amor es la traición, sea de cualquier orden, pero especialmente la emocional-sexual. Mientras, aún así, cuando la gente está decidida, de hecho, es posible superarlo. Claro que el otro también tiene que querer. Pero independientemente de lo que el otro quiere, ¡hay que vivir una superación personal!
¿Fue traicionado? Pues muy bien: este no es, infelizmente, ¡un ‘privilegio’ solamente suyo! ¿Ya sufrió bastante? ¿¡¿Ya se culpó, culpó al otro, lloró, reclamó y juró a si mismo que nunca más seria tan tonto?!? ¡OK! Ahora levántese, lave ese rostro, alivie ese corazón y ¡salga para la vida!
Perciba que de nada sirve quedarse ahí rumiando, consumiéndose, marchitándose y dejando que todo su brillo se apague por causa de la elección del otro. ¡Viva su vida! Haga sus elecciones. Sea usted, sin que eso signifique una venganza, porque toda venganza es, al final de cuentas, una agresión practicada contra si mismo.
Duele si, ¡porque usted es humano! ¡Pero no se aniquile! Permítase levantar después de la caída. Permítase ser feliz nuevamente, a pesar de todas las lágrimas derramadas. Sépase mejor después de un dolor que te lacera, pero que también te hace renacer ¡aún mejor de lo que haz sido!