Libertad sin sabiduría es poder sin dirección
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 21/04/2010 15:28:23
por El Morya Luz da Consciência - [email protected]
Traducción de Teresa - [email protected]
“Los sensitivos del mundo están aumentando de número cada vez más y esa creciente sensibilidad es una causa de regocijo y de peligro, pues, en el mundo entero esas personas están registrando contactos, hasta entonces desconocidos, están viendo un mundo fenoménico hasta entonces oculto para ellos, y están generalmente adquiriendo la percepción de cierta expansión de consciencia. Sin embargo, el mundo de los fenómenos también tiene varias moradas, muchas veces pueden ser del astral, algunas veces mental, y ocasionalmente del alma, que de hecho, nos inicia en una nueva dimensión de consciencia y en un diferente estado de ser. Esta creciente sensibilidad es universal; de ahí la rápida expansión de las ciencias psíquicas; y también entre los hombres el aumento de la tensión nerviosa, de las condiciones neuróticas, de los problemas psíquicos grandemente aumentados; también el incremento de las nuevas dolencias nerviosas, mentales, del sueño, lo emocional desequilibrado, etc. Esta sensibilidad es la respuesta del mecanismo del hombre a los desarrollos que se aproximan, y la humanidad, como un todo, está siendo puesta en una condición en que está lista para ver y oír aquello que hasta el presente no ha sido revelado”. Quedamos expuestos también a la consciencia de las masas. (Maestro Djhal Khul).
A lo largo de los tiempos el hombre siempre ha buscado algo trascendente que lo elevase a niveles de consciencia superiores; siempre ha buscado a Dios y la comunicación con las divinidades manifestadas de diversas formas y con los más variados nombres y símbolos. Por más que desconociese la razón de sus cuestionamientos, algo lo ha llevado a despertar para el sentido de su existencia, a buscar el camino a través de la purificación y trascender todos los obstáculos para unificarse con las Leyes Universales.
Muchos mensajeros del Creador han surgido en la Tierra a lo largo de todas las eras y ciclos, aportando enseñanzas preciosas para encaminar al ser humano a niveles superiores de evolución, que lo llevasen a la verdadera paz interior, a unificarse, a trascenderse y a encontrar el Camino de la luz hacia la Ascensión Divina. Solo la unión – sentir y saber – es lo que realmente nos hace encontrar a Dios, y el Maestro Jesús nos lo dijo hace más de 2000 años: ¡Conoceréis la verdad y ella os hará libres! Pero Libertad sin Sabiduría es Poder sin Dirección.
¡Solamente creer en Dios no es vivir conforme a Él! El hombre que no desarrolla en sí mismo los atributos divinos es semejante al enfermo, que no sigue la prescripción que le ha pasado su médico. La simple creencia de un hombre que se juzga en el camino de la verdad puede conllevar culpa, autoflagelación, fanatismo religioso, etc.
Creer en Dios no significa que lo hemos hallado. No hay una verdad única, porque cada cual tiene la suya. Comprender a Dios exige una realización interna, una voluntad de buscar siempre la sabiduría y el equilibrio psíquico y una acción externa de servicio fraterno, o sea, llevar a la práctica nuestra creencia. Hablar y hacer, tener actitudes compatibles con aquello en que decimos creer. Solamente así podremos comprobar que estamos realmente regidos por la inspiración sublime de nuestras creencias. Jamás habrá autenticidad y fidelidad en la creencia del Amor a Dios si el hombre continúa odiando, destruyendo, engañando, envidiando, auto-comparándose.
Somos espíritus inmortales, cada cual a su manera ha acumulado en la Tierra, en algún tiempo, virtudes valiosas otorgadas por Dios para que así llevásemos a cabo nuestro trabajo. Y esos talentos y poderes nos han sido confiados para honrar e iluminar primeramente a nosotros mismos.
La humanidad se encuentra en una intensa búsqueda y en una carrera frenética para reencontrar el camino verdadero, de forma consciente, objetiva y rápida. Pero primero es preciso comprender que ese camino va hacia dentro de nosotros mismos, pues Dios se encuentra dentro de cada corazón. El ser humano tiene la mala costumbre de clasificar y rotular todo de forma dogmática y esas divisiones son múltiples, principalmente en lo que concierne a la creencia de cada uno. Somos rotulados como: católicos, islámicos, judíos, pobres y ricos, blancos y negros, capitalistas y comunistas; y en cada una de estas divisiones existen los dueños de la verdad, aquellos que detentan su posesión, como si solo a través de ellos se pudiese alcanzar la salvación y la libertad. ¡Pura ilusión! El conjunto de todo esto forma la Gran Unidad.
El hombre hoy busca medios e instrumentos que le lleven a recorrer el verdadero Camino de la Luz y de la Iniciación. Como Dios es Unidad y Luz, solo podemos tener conciencia de Él cuando entramos en esa realidad, por tanto regresar a la casa del Padre es ser libre para transformarse en el Maestro de sí mismo, plenamente desarrollado, un ser realizado, aquel que se funde totalmente con su familia espiritual. Cuando una persona es ascendida, habita plenamente su cuerpo de luz, creado con las virtudes que ha acumulado a lo largo de sus encarnaciones.
Comprendiéndolo así, somos estimulados a trasmutar los pensamientos y sentimientos que sostienen el miedo, la vanidad espiritual, la arrogancia, y a encarar lo desconocido, que para nosotros los humanos es causa de inseguridad. Con conocimiento concreto de la verdad, tendremos discernimiento y sabiduría, seremos libres para entregarnos a Dios con un amor absoluto, sin resistencia. El corazón se expande y permite no sobrecargarnos con el sufrimiento del mundo, experimentando de manera profunda la fuerza interior y el amor propio verdadero, imprescindibles para que logremos llegar a la luz.
Tomar posesión de nuestra vida es tener libertad y sabiduría, ser nuestros propios Maestros, comprendiendo que creamos la vida a partir de las opciones que elegimos, y que jamás somos víctimas. Nuestro poder está en la responsabilidad que asumimos respecto de la dirección que damos a nuestra vida.
VERA GODOY
