Llega la era de la Pasividad Masculina
por Flávio Gikovate em STUM WORLDAtualizado em 14/11/2011 14:35:05
Traducción de Teresa - [email protected]
Hemos venido siendo atropellados por las novedades tecnológicas y también por los cambios en las costumbres. Antiguamente, había los grupos minoritarios, los precursores, casi siempre constituidos por artistas plásticos, músicos e intelectuales. Hoy la situación se ha invertido, de modo que nosotros – los que deberíamos estar proponiendo las innovaciones – hemos tenido que correr para explicar los hechos que ya han sucedido.
Así, no hemos sido nosotros, los profesionales de la psicología con buenos conocimientos en cuestiones sexuales, los que hemos introducido el concepto de quedar. Han sido los niños y niñas de 13 y 14 años los que han inventado esa moda. Solo algunos años más tarde se nos informó de que nuestros hijos quedaban. Nos hemos horrorizado y hoy nos parece todo muy natural. Este episodio del quedar me ha demostrado que ya no éramos de la comisión del frente y que los hechos culturales iban más deprisa que nuestros pensamientos e ideas.
Estamos ante otra innovación más, ante una conducta que empieza a extenderse. No me parece bien quedarnos, otra vez, por fuera de los acontecimientos y que nos veamos tan sorprendidos por lo que se avecina. La novedad, aparentemente simple, es la de que crece el número de niños de entre 16 y 18 años que no corren en pos de las chicas. Los padres se alarman, no saben lo que está ocurriendo, piensan que sus hijos puedan estar padeciendo algún problema sexual más grave o que estén viviendo algún serio conflicto emocional. Estos muchachos son caseros, tienen interés por los deportes o asiduos frecuentadores de Internet, les gusta la televisión, convivir con los amigos y no parece que se mueran por encontrar novias o siquiera acompañantes sexuales.
Esto es muy diferente de lo que ocurría en el pasado, cuando los muchachos se dedicaban en cuerpo y alma a los ligues y al juego de la conquista erótica. Muchos se sentían fracasados en el empeño, pero todos querían aprender el arte de mejor seducir a las mejores. Muchos chavales se volvían ambiciosos y determinados en busca de algún tipo de destaque, entre otros motivos para revertir la mala posición en que estaban respecto a las chavalas: las deseaban mucho y percibían que a ellas les interesaban más los muchachos mayores, destacados en los deportes, que ya estuviesen en la facultad, que tuviesen coche… Estos chicos que no corren tras las niñas tampoco suelen dar signos de demasiada ambición, de modo que no son los que más se esfuerzan en sus actividades estudiantiles o incluso en las de otra naturaleza. Parece, según sus padres, que son perezosos o menos inteligentes. Sin embargo pienso que son los precursores de una nueva fase.
Puede que me equivoque, pero he conocido a varios de esos muchachos y reconozco en ellos una inteligencia superior a la media. Son criaturas de muy buena índole, dóciles y de buen humor. No hay en ellos signos de ningún tipo de desajuste mental más grave. Solo no quieren ir tan deprisa en esta carrera frenética hacia las muchachas, el trabajo y la competición. Dicen frases tales como que no es necesario precipitarse, que las cosas habrán de suceder naturalmente, sin prisa. Y lo increíble es que parece que de verdad no tienen prisa. No se empeñan en conocer los caminos de la prostitución, antes tan atrayente para los jóvenes; no se interesan por ese tipo de práctica sexual. Estos chicos se masturban y parece que eso les quita toda la prisa incluso de buscar una pareja. Es como si hubiesen descubierto que hay un fuerte deseo sexual que los impele hacia las mujeres, pero que este deseo se esfuma en cuanto él eyacula – y ello gracias a la existencia de un período refractario, de desinterés sexual, que viene después del placer.
Sabemos que la industria del erotismo y de la pornografía produce copioso e interesante material para la masturbación masculina. No que esto reste interés por la práctica sexual. Pero quita la prisa. Y ¿qué ocurre? Como las chicas no suelen obtener satisfacción igual de este material erótico, satisfaciéndose mucho más por el juego en que son el objeto de los chavales, quedan sujetas a una frustración inesperada. Y ¿qué hacen? Pasan a tener conductas activas hacia los chicos, y lo hacen de una manera nueva, distinta de la que hasta hoy conocíamos.
No se trata de que al fin las mujeres han podido dar suelta a su deseo visual, como puede parecer inicialmente. Los chicos han descubierto que pueden tener deseo visual, y no por ello tienen que ejercerlo mediante el flirteo activo. Pueden masturbarse y librarse del deseo. Las chicas han descubierto que, pese a no tener el deseo visual, aún así pueden tener posturas activas respecto de los chavales.
Se va haciendo cada vez más claro que los chicos se están haciendo más independientes de las chicas que éstas de ellos. Este tipo de poder está cambiando de lado, favoreciendo, quizá por primera vez, a los hombres. No se trata de un evento de consecuencias limitadas. No se trata de un modismo ni tampoco de algo menor. Se trata de una alteración en uno de los pilares de nuestra historia cultural: los hombres, que siempre han estado fascinados y rendidos por los encantos femeninos, muy pronto ya no serán los mismos. Si los hombres no son los mismos, las mujeres tampoco serán ya las mismas. Y la sociedad que nos contiene tampoco será ya la misma.
