Los Eternos Aprendizes
por Sergio Scabia em STUM WORLDAtualizado em 17/03/2010 12:38:16
Traducción de Teresa - [email protected]
Sabemos todos ser muy complicado el momento que estamos atravesando.
Especialmente para los que viven – y son la mayoría –, en las grandes ciudades del planeta. El trabajo, más y más competitivo, generalmente poco creativo y estresante, el tránsito caótico y peligroso, la contaminación del aire, los profundos cambios climáticos que provocan constantes trastornos e inundaciones, la sombra del miedo, de la violencia, cada vez más presente y a veces inexplicable, el ánimo aún para dedicar parte del día a la familia… y tenemos tantos guiños consumistas, llamadas insinuantes de astutos profesionales del marketing, que muchas veces se convierten en prioridad…
Creo que todos, sin excepción, puedan tener considerables dificultades para conseguir encontrar, diariamente, una energía y un tiempecito para dialogar con su Alma, para volver a su centro, para reconectarse con la Fuente, con el origen de todo, con la belleza, la armonía, la paz y todo aquello que nos une, conforta y alivia nuestros dolores y tristezas. Sin embargo, esta parada para mirar hacia dentro es cada vez más indispensable y sagrada. Depende solamente de nuestra voluntad el priorizar aquello que de hecho es importante y dejar en segundo plano lo que es ilusión, hipnosis colectiva que las tinieblas – cuya presencia es constante y perturbadora –, nos infligen sin tregua, sin sosiego. Millones de personas se disponen a pagar por eliminar competidores en las interminables ediciones de los Gran Hermano, que ocupan hoy enorme espacio en todos los medios de comunicación, principalmente en las TVs, que presentan, en su mayoría, programaciones cada vez más bordes, violentas y superficiales, cuando no exhiben masificador contenido religioso… y esto vale también para el fútbol, más violento, dentro y fuera del campo, mercantilizado y mediocre, suculento plato del día los lunes en las oficinas y ambientes de trabajo de todo el país.
Cuánta energía desperdiciada, simplemente desechada.
Es como si, en nuestra búsqueda, en nuestra andadura, fuésemos permanentemente distraídos, desviados de nuestro foco, de nuestro rumbo, por subterfugios y artificios que, diseminados por todas partes, acaban prevaleciendo, aun sin representar absolutamente nada de válido, algo que acreciente, que genere situaciones de confortación, alegría o felicidad real. Yo mismo, que vivo el auto-conocimiento en profundidad, me encuentro a veces, cuando baja la energía por alguna razón, enredado en esta trama muy bien urdida que nos sabotea donde quiera que estemos.
Ha llegado el tiempo de la transformación profunda, permanente.
Una indicación preciosa para un buen comienzo: Orad y vigilad… ¿recordáis este precioso consejo? ¿Somos conscientes de nuestra divinidad, de nuestro poder, de nuestra real capacidad? ¿Qué tipo de trabajo ejercemos? ¿Vale realmente la pena o es algo totalmente sin sentido, fatigoso, repetitivo, lejos de casa, en un ambiente pesado donde es prácticamente imposible hablar de amor incondicional o de meditación?
¿Será que el miedo a no lograr sobrevivir (¡¡¡aún!!!) se ha apoderado de nuestra mente y ha encarcelado nuestros sueños?
Es necesario saber qué es lo que hemos venido a hacer aquí.
La gran mayoría de los lectores que nos acompaña en los boletines sabe (la repetición forma parte del proceso) que no estamos aquí a paseo, sino para crecer, expandir la conciencia, limpiar nuestro fardo y sobre todo, cumplir una misión específica… Conoce que ya hemos recibido – al nacer – todas las características de personalidad y las herramientas necesarias para lo que sea menester, incluso el coraje, la perseverancia, la determinación…
¿Será que hasta los dioses (que somos) pueden portarse todavía como sonámbulos o desmemoriados? ¡Ya no! ¡Si estamos así es bueno que salgamos pronto de la alienación, de la indiferencia, de la ilusión!
Es bueno evolucionar también en nuestras relaciones.
¿Necesitamos siempre de alguien cerca, que nos ame… que nos haga feliz? Ciertamente, muchas parejas viven felices, de forma inteligente, respetuosa, amorosa… sin embargo no son la mayoría y, desgraciadamente, conozco pocas que encajan en ese perfil. La mayoría quizá tenga que resolver por fin algo del pasado, de otras vidas, y aquella relación, aunque conflictiva, podrá permitir ese rescate. No obstante, pocas personas hoy logran prescindir de alguien; raras son las que consiguen ser definitivamente su propia compañía, encontrando en las maravillas de la vida, en los reinos de la naturaleza, en el sol, en el calor o en el frío, en la lluvia, en los colores, en los olores, en el viento, las palabras celestiales de quien ha creado todo y a todos, con abundancia y amor infinitos.
Los que “se bastan” en verdad no son solitarios, pobrecillos abandonados por el mundo adelante… creo que pueda tratarse de seres que ya saben cómo es la vida de verdad, individuos libres de creencias, de condicionamientos de cualquier especie. Su fe es producto de una experiencia directa, profunda, esencial. Su conexión con el dios interior es lúcida, sencilla y, aunque silenciosa, se sobrepone a los ruidos intensos del mundo exterior, permaneciendo íntegra en sus valores, basados en las eternas leyes naturales. Muchos vivencian la Unidad y están sepultando, día tras día, la separación, los prejuicios, el desamor, el miedo. Saben que son seres inmortales, que absolutamente nada podrá destruirlos, mucho menos eso a que llaman muerte, un tránsito simple hacia los planos sutiles cada vez más cerca de la Tierra Pura, de aquella Luz inmanente que palabra alguna consigue describir.
Percibo, además de procurar mantener una permanente conexión con la Luz, cuán importante es el protegernos de las influencias nocivas que están por todas partes, en todos los medios de comunicación, de entretenimiento y en muchos seres humanos que consumen, que drenan nuestras energías, de día e incluso durante el sueño. Tenemos que cuidar de los pensamientos… que sean solamente los nuestros y no obra de factores externos o de otros seres que viven a costa de los incautos, de los que vibran de forma disonante y los atraen, seducidos con facilidad.
Podemos poner espiritualidad y amor incondicional en todo cuanto hacemos… y a cada instante… extraer de nuestro interior las fuerzas motrices de la vida digna, correcta, amorosa y compasiva… vale dar con ahínco nuestra única y esperada contribución al Universo, retribuyendo lo que de él hemos recibido y que por algún motivo no hemos llegado a utilizar todavía… expandir nuestra mente buscando con maestría cómo perfeccionar su funcionamiento, su increíble capacidad de co-crear en este plano de la materia… buscar más y más conocimiento sobre el Gran Misterio de la existencia… compartir sin miedo a críticas nuestras experiencias de vida, relatar los puntos más importantes de nuestra andadura…Vamos, en fin, agradecer de todo corazón todo cuanto nos ha sido concedido hasta ahora y empezar a percibir cada vez más la voz, la sinfonía de Luz que nuestra Alma emana sin cesar… permaneciendo porfiadamente curiosos y aprendices como lo son los críos… recordando aquí la bella frase del Maestro: Venid a mí los pequeñuelos, porque el Reino de Dios es de aquellos que se parecen a ellos.
Somos uno solo. Yo soy el otro Tú
¡Seamos la Paz!
Sergio, Rodolfo, Sandra, Teresa, Lidiane, Marcos, Anderson... y UD!