Los hijos y la vida… Parte I.
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 27/06/2016 10:33:18
Autor: Isha - [email protected]
Traducción de Teresa - [email protected]
Los críos son el mejor regalo en la vida de cualquier persona, ellos traen alegría e inocencia al mundo, nos ayudan a salir de la seriedad de la vida adulta. Criar hijos es la tarea más admirable y es una forma maravillosa de dar al mundo. Siendo padres ayudamos a formar la próxima generación, por tanto es importante ser conscientes del impacto que nuestro propio crecimiento puede tener en los hijos. Tener un modelo íntegro que seguir es el factor más importante en el desarrollo del niño.
No hay mejor regalo para los pequeños que nuestro propio ejemplo, y nuestros actos tienen un mayor impacto en ellos que nuestras palabras. La inocencia y percepción suyas, aún no contaminadas, atraviesan la hipocresía de los adultos. De esta forma los críos pueden ser una guía para observar nuestra propia integridad: de esa manera, ser padres ofrece un elemento adicional de crecimiento, un espejo claro de la perfección inmaculada que constantemente reflexiona volver siempre dentro de nosotros mismos.
Está claro que a veces sentimos deseos de callar la boca de los hijos con alguna frase llena de superioridad adulta, pero sería mucho más sincero detenernos para oír y comprender por qué ciertas actitudes nos irritan tanto.
Muchos padres dudan de sí mismos cuando encaran los desafíos y responsabilidades de criar hijos. A decir verdad, conozco poquísimas madres y padres que se sientan confiados al 100% en su tarea como tales. Sin embargo, aquella frase que dice “los hijos no vienen con manual” pasa por alto el hecho de que ellos realmente no tienen por qué venir con él.
El esfuerzo por criar hijos perfectos está predestinado al fracaso, pues los críos no tienen que ser “perfectos”. Ellos han de tener una experiencia humana, con pérdidas, ganancias, desafíos, realizaciones, oportunidades y posibilidades. Es como una ostra: sin granos de arena no consigue criar la perla; los niños sin fricción no podrán verdaderamente crecer, madurar, aprender a discernir, a ser responsables, o a saber elegir.
¡Permitamos que los críos tengan su experiencia!