Los Locales están llenos de personas vacías
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 18/11/2009 19:15:11
por Nelson Sganzerla - [email protected]
Traducción de Teresa - [email protected]
Este fin de semana fui a una velada de las que tanto oigo hablar a los jóvenes (ahijado, hijos de amigos) y, lo confieso, hace tiempo que no salgo por la noche ni voy a locales llenos, con mucho barullo, personas hablando al mismo tiempo y disputándose una mesa, generalmente bambas y súper apretadas.
Hace mucho he decidido no ir a centros comerciales, circuitos fashion renombrados, restaurantes con gente maleducada exhibiendo la última tecnología en teléfonos móviles. No me gusta salir del confort de mi casa para ponerme a codazos en colas interminables... pero como era el cumpleaños de una amiga querida, allá me fui...
He de decir que esos bares actuales son de muy buen gusto, decoración apropiada, su luz tiene la intensidad ideal para hacer que “todos los gatos parezcan pardos”, la cerveza bien servida, las tapas, pese a la fritura, son sabrosas, la música acompaña los latidos de nuestro corazón, con un “TUM TUM” bastante grave y camareros simpáticos atropellándonos por los pasillos entre las mesas.
Un lugar bastante atrayente, con personas bonitas, tíos macizos, chavalas de portada de revista, que nada quedan a deber a las plateas de una Fashion Week. Vengo notando que actualmente la cara de la noche es otra bastante diferente... No quiero aquí ser nostálgico, pero los antiguos bares nocturnos ya no existen, aquellos de la banqueta y la guitarra con canciones cuyos estribillos todos alrededor cantaban, quién no ha cantado a coro
“Vi tanta areia andei, da lua cheia eu sei, uma saudade imensa”.
Hoy el afair se verifica en colectivo, grupos de personas se reúnen para ir a los bares, oír música y beber, pero nunca para charlar mirándose a los ojos, mano con mano, incluso porque el volumen está tan alto y la barahúnda es tan grande que se hace imposible que exista el clima romántico de la guitarra y la banqueta.
Me pregunto: ¿dónde ha quedado el romanticismo? ¿En qué esquina ha quedado olvidado? Los bares están llenos de personas vacías, no hay contenido, no hay lógica; falta esencialidad (no sé si es esa la palabra), pero así es como entiendo y veo esa gran masa que no sabe qué busca y se entorpece de alcohol con las llamadas bebidas que potencian nuestro corazón con cafeína. Y salen después a toda pastilla con sus cochazos y motos, chocando, matando y muriendo en cada esquina, todo para ir a parar al Instituto Médico Forense o a una silla de ruedas.
Todo en la vida tiene que tener cierto encanto, para que nos hagamos interesantes para el otro, para que al otro día haya un deseo inmenso de telefonear nuevamente y querer repetir la dosis del día anterior, de la buena charla, de las experiencias intercambiadas, de los secretos compartidos, de aquella música que permanece en nuestra mente haciéndonos recordar a la persona que estaba en nuestra compañía, del beso, que nos hacía pasar toda la semana recordando aquel momento mágico.
Pero quizá el punto sea la falta de comprometimiento, cierta ausencia de empatía. Somos demasiado desechables...
Se besa fácil y se abraza poco. El diálogo no tiene comienzo ni medio ni final (eso cuando hay diálogo), todos hablan al mismo tiempo y ya nadie ejercita el escuchar, el prestar atención, nadie dice nada con nada y cuando habla se percibe un ego inmenso en torno a cada palabra, toda frase por lo regular empieza en la primera persona del singular y jamás en la primera persona del plural.
Se observan mujeres lindas y maleducadas, que son incapaces de agradecer una gentileza; hombres encorbatados, circulando con el coche del año, que no saben qué cosa sea decir un... ¡Por favor! ¡Gracias! Con permiso... Palabras mágicas que hemos aprendido allá en los primordios de nuestra educación.
Hoy somos necios en todo, somos necios cuando consideramos saberlo todo en la vida, cuando pensamos que el otro no nos hace falta y que podemos vivir con arrogancia e intolerancia.
Rarísimas son las veces en que parejas o familias se saludan o intercambian cordialidades en un mismo ambiente. Noto a parejas con hijos aún recién nacidos en los ambientes totalmente encerrados en sus células familiares. ¿Cómo va a socializarse ese niño y hacerse una persona libre de prejuicios, si no intercambia afecto con los otros chicos, en la calle?
Hoy, el romanticismo, la relación humana y el respeto están plastificados, como la foto de nuestro DNI sin ninguna expresión, vivimos en el mundo del haz-de-cuenta, hacemos de cuenta que somos felices, hacemos de cuenta que entendemos de todo, hacemos de cuenta que lo sabemos todo, y en ese mundo irreal, acabamos solitarios e infelices frente a un televisor, estáticos – nuevamente como en la foto de nuestro DNI – soñando con un mundo virtual en la pantalla de nuestro ordenador portátil hecho de personas tristes y solas.
Por la noche, las veladas y las luces nos atraen como a mariposas, haciéndonos volar en torno a ese glamour, esas luces coloridas. Realmente, ante tanto aparato todos nosotros somos iguales. Al fin y al cabo, lo que vale en ese caso es lo exterior, un cabello bien puesto, un cuerpo macizo y ropas de marca exclusiva. Pero, en general, somos como el bambú imperial, bonitos y lucidos por fuera pero irremediablemente huecos por dentro. Somos tan solo piezas de decoración al igual que los maniquíes de las tiendas de la calle Oscar Freire.
Sinceramente, no cambio el confort de mi casa por las interminables colas, pero sí cambio las veladas nocturnas por una buena pizza en casa de los amigos el viernes por la noche y me siento maravillosamente feliz cuando me reúno con mi familia y amigos en un churrasco un domingo de sol, sea aquí o en la playa... pues los locales están llenos de personas vacías.
¡Piensa en esto!