Los primeros pasos de luz
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 26/03/2014 10:36:50
por Flávio Bastos - [email protected]
Traducción de Teresa - [email protected]
“Sólo hay un rincón del universo cuyo perfeccionamiento podemos estar seguros de conseguir, nosotros mismos”. (Aldous Huxley)
El autoconocimiento es una difícil jornada, en la cual los descubrimientos llevan al individuo al conocimiento de sí mismo. Sin embargo, es un camino que revela verdades ocultas, disimuladas por mecanismos inconscientes que intentan evitar la reproducción del dolor psíquico durante esa andadura.
En el ciclo reencarnatorio del espíritu, el sufrimiento es una compañía desagradable, pero real, originada por las consecuencias del libre albedrío. Es la experiencia que predomina y la que más envuelve al individuo en su proceso vital. No aprendimos todavía a lidiar con el sufrimiento porque desconocemos los significados del amor en nuestra existencia. En esto estamos en mantillas, avanzando lentamente en la comprensión y práctica de la energía que tranquiliza, sana y libera.
En mi experiencia como terapeuta interdimensional y dirigente mediúmnico espírita, lo que más he observado fue el predominio del dolor y el sufrimiento en las relaciones del individuo, consigo mismo, con el otro y con el mundo a su alrededor. Escenario donde el amor es un concepto vago, desconocido en su profundidad, y practicado de modo superficial, con algunas lecciones que conducen al ser pensante a reflexiones, elaboraciones y aprendizajes.
Cuando desencarnamos, llevamos para el plano espiritual la síntesis de lo que somos. Cuando reencarnamos para una nueva jornada en la materia, traemos la misma síntesis que puede ser alterada según la influencia parental en la fase infantil, asociada a las elecciones que hacemos libremente. Y esa condensación de las vivencias en el plano físico, revela la verdad de cada cual inserida en la transparencia del contexto universal.
La vida puede ser un camino abierto hacia la luz o bien un camino sombrío y lleno de sorpresas desagradables. Caminamos según la intencionalidad de nuestros actos. En este caminar, si tenemos al sufrimiento como compañía, se debe a que mantenemos un patrón emocional-conductual que necesita ser alterado de una forma lúcida y enfocada.
No hay misterio en la síntesis de lo que somos, y sí desconocimiento de uno mismo, del otro y de los significados de la vida, que pertenecen al ámbito del amor, comprendido en su forma más abarcadora.
No hay misterio en el proceso de autoconocimiento, y sí liberación de ataduras relativas al ego, como el egoísmo, el orgullo y la victimización, que son responsables por el “ciclo vicioso” del cual nos tornamos dependientes y prisioneros.
No obstante, cada año terreno que pasa, la naturaleza espiritual del individuo dotado de inteligencia y libre albedrío gana más espacio en el ámbito del conocimiento humano. Proceso inexorable que acompaña el avance del milenio y consolida la fase de transición energética del planeta Tierra.
Por esta abertura, donde la luz se propaga y alcanza dimensiones hasta entonces ocultas por las tinieblas de lo desconocido, el hombre empieza a desbrozar su propio interior hacia el autoconocimiento de nivel avanzado, puesto que conociéndose profundamente es como el individuo conocerá al otro y al mundo que le rodea. Son aprendizajes que adquirimos con el cumplimiento de etapas que representan los pasos de luz hacia el yo verdadero, la esencia.
En el amanecer del milenio, más y más personas se sienten atraídas por su naturaleza trascendental. Vacío de conocimiento que durante siglos ha predominado en el mundo occidental. Fruto de un “estado de cosas” que representó la cultura dominante, materialista y pobre en valores espirituales.
Por tanto, será dando los primeros pasos de luz hacia la auto-liberación, a través del descubrimiento de sí mismo, como el agente de su propio destino alterará el ciclo vicioso que lo acompaña en las sucesivas vidas del plano material. Rompiendo el paradigma que lo mantiene cautivo del sufrimiento, el ser inteligente visualizará una realidad vital plena de esperanzas y realizaciones inspiradas en el ideal del bien común.
De una fase de la humanidad cuyo plazo de caducidad ha vencido, el hombre renace para la perspectiva de una sociedad mundial más lúcida e inspirada por la energía del amor que transforma realidades.
En esta dirección, muchos individuos están dando sus primeros pasos de una larga andadura que exige foco, perseverancia y firmeza de propósitos, puesto que la meta es apropiarse de la verdad de sí mismo. Conocimiento que abrirá las puertas de la percepción hacia la interdimensionalidad de la existencia fundamentada en el bien y alimentada por la poderosa energía del amor.