Matrimonio. ¿Una institución condenada?
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 02/09/2010 12:18:06
por Adriana Garibaldi - [email protected]
Traducción de Teresa - [email protected]
Preguntado acerca de esta cuestión, Jesús dijo:
“Por la dureza de vuestro corazón Moisés permitió el repudio de vuestras mujeres; pero al comienzo no fue así”.
¿A qué comienzo se refería el Maestro en este pasaje del Evangelio de Mateo? ¿Al comienzo de la aparición del hombre sobre la faz de la Tierra? ¿O al comienzo de los primeros actos del progreso humano, cuando las criaturas se alejaron de la condición de semi-animalidad, para la adquisición de valores que dieron origen a la familia y a las edificaciones espirituales y morales de la sociedad?
Es fundamental que existan en todos los seres ideales nobles, que establezcan como punto de partida bases sólidas en orden al crecimiento común.
Hacer uso de manera liviana de la libertad condicional con que la vida nos felicita, ha venido estableciendo vínculos de dolor y de remordimiento, empobreciéndonos por dentro y encadenándonos a ligaduras puramente carnales que nos han causado infelicidad en la existencia.
Conservemos el comedimiento y la pureza de sentimientos, en los cuales la sensibilidad, la fraternidad y el amor nos engrandezcan en cada nueva experiencia reencarnatoria.
Cuántos de nosotros, tras la desencarnación, hemos entrado en profunda desesperación, al comprobar cuánto nos hemos alejado de nuestro propósito de vida, cuán insanos fuimos en el trato con nuestros hermanos de experiencia, aprisionándonos mutuamente en las mallas del egoísmo y de la insensatez.
Lazos de carne, que podrían significar cimientos gloriosos para el mutuo desarrollo, se convirtieron, por nuestra propia liviandad, en grilletes kármicos, que habrán de dar origen a futuros padecimientos para nosotros.
Sin duda no podremos imaginar que, en un planeta de expiación y pruebas como la Tierra, se puedan fácilmente encontrar lazos espirituales de infinita grandeza. Es sin duda en la familia humana donde se localizan las más duras experiencias, que no obstante han de ser vivenciadas y sublimadas con aceptación y optimismo por nuestra parte. Comprendiendo que la existencia no nos situaría en un proceso de mutuo reajuste sin un motivo noble y justo.
No violentemos la sensibilidad o la paz del prójimo, principalmente de los más cercanos a nosotros, por el mal uso de nuestra pretendida libertad individual.
Crezcamos de una vez por todas como seres humanos, sabiendo que lo más importante no es la aprobación de una sociedad corrupta y enferma, que ha banalizado todos los vínculos humanos por su incapacidad para comprenderlos o respetarlos, sino la aprobación de nuestra propia conciencia ante Dios.
