Morir como un espíritu libre
por Bel Cesar em STUM WORLDAtualizado em 24/02/2017 10:27:18
Traducción de Teresa
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El día 14 de febrero de 2017, falleció un gran maestro del budismo tibetano: Guelek Rimpoche. Lo conocí en 1991, cuando organizamos su venida a Brasil, a petición de Lama Gangchen Rinpoche, para darnos enseñanzas en el Centro de Dharma da Paz Shi De Choe Tsog. Era un tiempo de oro. Teníamos la oportunidad de estar muy próximos a los grandes lamas en pequeños grupos, como grandes familias.
Guelek Rinpoche nació en Lhasa, en el Tíbet, en 1939. Fue reconocido como la reencarnación de un importante lama a los 4 años de edad. Por ello, fue cuidadosamente tutelado por los mayores maestros de Tíbet. Adquirió notoriedad por su poder de memorización, juicio intelectual y discernimiento. Se refugió en la India durante la invasión del Tíbet por parte de China. En 1988 fundó en los Estados Unidos en centro budista tibetano Jewel Heart (Joya Corazón) donde pasó a vivir hasta su muerte ocurrida recientemente. Para saber más sobre él, busca en Google, Gelek Rimpoche, Jewel Heart Channel.
Me acuerdo de haberle preguntado directamente: ¿Cómo fuiste capaz de atravesar las montañas del Himalaya a pie cuando huías del Tíbet? Él contestó tranquilamente: Cada vez que atravesaba una montaña, la atravesaba, contemplaba la siguiente y avanzaba hacia delante con fe. Sin cuestionamientos extras, él seguía adelante.
Sus enseñanzas tuvieron un fuerte impacto en mi mente. Hoy, vengo a compartir con vosotros mis anotaciones de cuando él nos habló sobre la muerte en marzo de 2000, durante el congreso The Art of Dying (El Arte de Morir) en Nueva York. Las transcribo entrecomilladas, tal como están en mi cuaderno.
Morir es natural. El problema es que no miramos el sufrimiento como algo natural, por eso no lo aceptamos. Nos parece que lo natural sería estar exento de sufrimiento. Como si sufrir no fuese algo correcto. Esto no quiere decir que esté bien sufrir, pues no se trata de una cuestión masoquista, sino que confundimos la visión moral, que nos dice lo que está bien, con la visión de la realidad humana de lo que es natural. Es propio del ser humano el sufrir, no hay nada erróneo en eso. Es decir, el hecho de que suframos no hemos de tomarlo como consecuencia de un fallo personal. Tampoco significa que sea preciso sufrir. El problema es que como miramos el sufrimiento como algo injusto, entonces queremos que alguien se responsabilice por nuestro dolor.
De modo semejante nos parece que la muerte es algo erróneo e injusto. Quizá esa sensación de injusticia esté basada en nuestra carencia frente a la vida: 'quiero vivir más para recibir lo que todavía no he recibido de esta vida'. Morir es algo más profundo que natural. De hecho es triste, pero es natural. Es triste y natural porque es el final del nacimiento, es el final de lo que quiera que hayamos acumulado en esta vida.
El sentido y el valor que cada cual da a su vida es lo que marca la diferencia de cómo lidiamos con ese sufrimiento natural. Si tú das sentido y valor material a tu vida, ésta se acabará con tu muerte física. Pero si tú das un sentido o valor espiritual a tu vida, ésta no se acabará con la muerte. Esta es la misión de cada uno: dar sentido a su vida y cultivar ese valor.
Prepararse para la muerte es como hacer una maleta de última hora para viajar. Siempre se nos olvida algo. Pero si nos preparamos poco a poco, tendremos tiempo para acordarnos de todo lo que queremos llevar. Y ¿qué es lo que queremos llevar al partir de esta vida? Cuando yo me vaya, no quiero irme enojado, insatisfecho o arrepentido. Yo quiero irme como un pájaro que levanta el vuelo desde la cima de una montaña. Esos sentimientos pesados son como fuertes anclas que no nos permiten levantar vuelo. Otra cosa que es verdadera: no quiero a nadie sujetándome los pies. No quiero carga alguna a mis espaldas. Quiero irme con el espíritu libre. Tenemos que aprender a seguir caminando hasta sentir que ya no hay huellas detrás de nosotros. Por eso, hemos de hacer nuestras maletas todos los días: y dejar de poner en el equipaje lo que no deseemos llevar. Si seguimos pensando que la muerte está lejos, no empezaremos a hacer nuestras maletas. Es preciso asumir cierta urgencia, si no, nunca nos pondremos en movimiento. Prepararnos para la muerte es una fuerte motivación para librarnos de nuestra negatividad. Al fin y al cabo, al morir queremos ser acogidos por el espacio abierto y no por el pasadizo estrecho del vallado.
Guelek Rinpoche dejó claro que cuando tocamos el sentido de la vida, ya no medimos los esfuerzos para vivirla. Y concluyó diciendo: Vive más quien hace planes más largos. Hay un refrán tibetano que dice: 'Incluso si sólo tienes tres días más de vida, tus planes deberían ser como si tuvieses aún cien años por vivir'. Haced lo que es preciso que se haga; así, cuando la muerte llegue, no tendréis arrepentimientos.
