Ningún hombre es una isla
por Izabel Telles em STUM WORLDAtualizado em 24/01/2009 10:28:11
Traducción de Teresa - [email protected]
He vuelto de las vacaciones. ¡Y qué vacaciones! Hacía muchos años que no salía del país solo para descansar y conocer nuevos lugares. Esta vez, experimenté este privilegio y he deseado sinceramente que todos los seres humanos lo pudiesen disfrutar alguna que otra vez.
Fui acompañada de mi familia y he podido también vivir el sentimiento de partija, amistad y colaboración, reforzando los lazos, descubriendo atajos que facilitan el entenderse, la amistad y el amor. Regresé plena de nuevas emociones respecto de las tierras por donde anduve y abastecida de buenos sentimientos.
Lo primero que hice al llegar fue buscar a las personas que sé estuvieron solas durante esta parte del año: fiestas de Navidad y fin de año. Y una vez más he constatado lo que ya sabía: un gigantesco sentimiento de soledad y abandono se apodera de los seres que quedan desacompañados en este tiempo de reunión y fortalecimiento de unión y familia.
Me acordé, entonces, de un psiquiatra muy amigo que me había dicho que esta es la época en que se observa la mayor parte de casos de enajenaciones, síndromes de pánico, hospitalizaciones por los males del alma. No sé si estos datos son exactamente así, pero es la información que él me dio en una de estas conversaciones sobre la psiquis humana.
Sabemos que ningún hombre es una isla. Por tanto, no puede vivir aislado. La experiencia humana pasa por la convivencia en grupo. Es en el intercambio constante y continuo donde nos desarrollamos. Observando comportamientos corregimos errores, concertamos diálogos, crecemos como individuos y nos desarrollamos como especie.
Permanecer solo puede ser, según mi punto de vista, nadar contra la corriente de nuestra naturaleza más ancestral. Somos tribales, necesitamos del grupo, del apoyo, de los momentos de intercambio y conversación, de los conflictos generados por diferentes opiniones, de los aciertos encontrados en la vivencia del día-a-día.
El aislamiento provoca el distanciarse del otro y la sensación peligrosa de “no pertenecer”. Naturalmente, no estoy proponiendo aquí relaciones pegajosas y simbióticas, en que el uno no vive sin el otro. Ese es el otro lado de la orilla del río de la vida, un extremo también peligroso.
Lo que propongo es que este año, tú, que te has sentido solo en el final de 2008, empieces a construir relaciones saludables, poco a poco, experimentando las posibilidades sin ninguna expectativa, pero ya preparando conscientemente tu círculo de amigos con quienes compartir el paso al 2010.
¡En este recado, van mis votos sinceros de un Año realmente Nuevo, en el cual la búsqueda constante de la alegría sea la meta, el soltar amplias carcajadas sea uno de los caminos y el confiar en la sabiduría del Universo una música constante para tu caminar!