Nuevo año, nueva conciencia
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 11/01/2013 14:20:54
por Flávio Bastos - [email protected]
Traducción de Teresa - [email protected]
La entrada de la Nueva Era trae consigo una nueva conciencia, que ha de ensanchar el habitante de la Tierra. Nivel que prepara al hombre para vuelos conscienciales más altos por el universo, en busca de contactos con inteligencias extraterrestres.
Por tanto, es tiempo de elevar el espíritu a través de la práctica del bien y del amor fraternal. Es tiempo de sanar nuestras heridas y erradicar el sufrimiento de la faz de la Tierra. Es tiempo de volverse hacia uno mismo y hacia el prójimo en el sentido de la caridad.
Nunca la energía de cura y de renovación estuvo tan presente y disponible como ahora. Nos basta con elevar el pensamiento a través de sencillas prácticas diarias encaminadas al bien, para irnos apropiando de esta energía que es el verdadero remedio para los dolores del cuerpo y del alma.
Con el ejercicio del amor, poco a poco el hombre empieza a depurar la energía del mal, representada por el egoísmo y sus derivados, como el orgullo, la codicia, el odio, la prepotencia y la envidia, entre otros.
El fin de una era es, ciertamente, el inicio de una nueva conciencia para la humanidad. Fase de transición en la cual habrá una selección natural de espíritus que retornarán a la Tierra tras la muerte física, orientados por la sintonía del amor en sus procesos de reforma interior.
A partir de la segunda década del tercer milenio la orientación natural de las leyes universales para el planeta Tierra estimulará una significativa alteración de energía que envolverá al hombre y su mundo. Lentamente, la “vieja” maldad y sus perversos mecanismos de contaminación, cederá lugar a una energía sutil, que mantendrá la sintonía de la humanidad compatible con la realidad de un mundo en proceso de regeneración espiritual.
Como resultante de ese sutil proceso, limpiar la mente y purificar el corazón se hace necesario, e incluso imprescindible, para aquellos a quienes agradaría retornar para una nueva jornada vital de aprendizaje en el planeta-madre.
Actualmente se percibe en los niños que están naciendo esta predisposición u orientación hacia el bien. Aumenta de esa forma la responsabilidad de los padres en la educación de sus hijos y el compromiso de las sociedades en relación al presente-futuro de las nuevas generaciones.
Se percibe también un considerable aumento de la búsqueda de tratamiento terapéutico que aborde en su praxis la interdimensionalidad humana. Hecho que revela el gradual cambio que experimenta la conciencia en el sentido de adaptarse a los nuevos tiempos de transformaciones.
La vida fluye en el universo y seguirá fluyendo indefinidamente en el planeta Tierra, que pasará por significativos cambios en los sectores del conocimiento y del autoconocimiento. La ciencia, hasta entonces distanciada de las cosas del espíritu, establecerá en un futuro próximo un vínculo con la dimensión extra-física de la naturaleza humana. De ahí en adelante, lo que era sombra, o incluso tiniebla, emergerá a la luz de la conciencia, trayendo a la claridad del conocimiento la verdad sofocada durante milenios por el más antiguo sentimiento humano: el miedo.
Tierra, un mundo en proceso de regeneración espiritual que revelará verdades y realidades escondidas o perdidas en los laberintos de la mente humana. De esta forma, abrirá corazones para la aceptación de lo nuevo en sintonía con el bien, que esparcirá sus semillas por la práctica del amor en beneficio de todos.
Este es el nuevo ciclo maya que se inicia, o la fase de alteración vibracional del planeta prevista por el espiritismo. Transmutación energética que alterará el comportamiento humano sobre la faz de la Tierra. Hecho que exigirá de las ciencias de la conducta una adaptación al proceso en curso.
En esta dirección, la Navidad de 2012 trajo consigo un significado especial: la orientación de que debemos renacer con el Cristo-Niño, o sea, nacer de cuerpo y alma para una Nueva Era que se inicia, a medida que nos estimula para la expansión consciencial que establecerá contactos con nuevas formas de vida inteligente diseminada por el universo.
¡Quienes vivan, lo verán! Aunque para ver, es preciso rejuvenecer existencialmente, es decir, nacer para el desafío de transformar realidades, transformándose a sí mismo.
