Obesidad - Yo como para vivir
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 01/09/2015 09:13:52
por Rosangela Tavares - [email protected]
Traducción de Teresa - [email protected]
Comer es muy bueno, todos lo sabemos.
La diferencia puede estar entre comer o saborear, y nutrir o rellenar.
Uno come porque necesita proveer el organismo con cosas buenas.
El problema se presenta cuando comer se convierte en tratar de llenar un vacío para tener placer en la vida, principalmente cuando, fuera del momento de comer, casi no existe el placer.
Las personas con sobrepeso por lo regular necesitan más comer que alimentarse, emocionalmente hablando.
Ellas pueden vivir por dentro una insatisfacción tan profunda, que la preocupación por el peso, por un momento es menor, duele menos.
Muchos no se dieron cuenta siquiera de esa insatisfacción, a nivel de la emoción, que origina la dependencia.
Comer por necesidad emocional es triste, es como si el placer sólo durase el momento de estar ingiriendo cosas sabrosas.
Y generalmente son cosas de mucho sabor, ya sean grasas o dulces, porque la vida es vacía, amarga, sin sabor a nada.
La comida grasa y sabrosa llama, como cuando se ve una tabla de salvación en la angustia.
Y cuando se acaba aquel momento, quien comió se ve ansioso, culpable, mal, y buscará la comida de nuevo, tan pronto la consiga, para huir, para deleitarse, en un ciclo vicioso.
Quien come por fondo de sufrimiento come para vivir. Para conseguir vivir. Sólo que actúa por el camino equivocado. La comida se digiere, la carencia no.
Es preciso tratarse por dentro, descubrir dónde ha quedado el registro de la falta, de la desnutrición por el cariño, por la falta de amor, por la presencia afectiva de los proveedores. Dónde se ha formado un agujero en el corazón, que ha ido a parar al estómago.
Es preciso descubrir si hay creencias de no merecimiento, de culpa, baja autoestima, que justificarían el hacerse daño a sí mismos, el acabar con la salud, el deformarse. Porque cuidarse es amarse.
La obesidad puede ser acumulación, acumulación de recuerdos inconscientes y dolorosos, viejos contenidos reprimidos, duelos no elaborados, defensas. Porque la gordura también es una cáscara que protege, que esconde.
La satisfacción y el contentamiento tienen que estar antes en el pecho, en lo más íntimo.
Cuando la clareza y la armonía interior superan los impulsos del ansia por llenarse, entonces la vida cambia, y comer pasa a ser únicamente un placer en la medida de un plato. El resto del placer está en el alma.
Rosangela Tavares
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