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Ocurrió en Chile, pero también pasa aquí

por WebMaster em STUM WORLD
Atualizado em 11/11/2010 15:12:18


por Maria Cristina Tanajura - [email protected]

Traducción de Teresa - [email protected]

¡Cuando ocurre una tragedia de repercusión mundial, como pasó en Chile, con los treinta y tres mineros presos en la mina de cobre durante más de dos meses, es cuando sentimos bien claramente cómo la mente humana y la solidaridad, las plegarias y los buenos votos marcan toda la diferencia!

De qué bonito momento fui testigo, mirando las imágenes por televisión, que mostraban a seres humanos como nosotros, felices por estar volviendo a la vida en libertad, al contacto de sus familias, libres de la oscuridad y del miedo.

He notado que durante aquellas horas del rescate, mientras la sonda bajaba y subía sin cesar, sacando a la superficie a otra persona más – universo complejo de sueños, recelos, dolores, amores, recuerdos – el planeta se ha dulcificado un poco más, debido a la energía compasiva que creció, proveniente de todos los rincones, sin que supiésemos siquiera el nombre o que apariencia tenía cada uno de los supervivientes. En aquellos momentos, esto no importaba. Todos nosotros vibrábamos en una misma onda de amor y solidaridad - ¡qué bello!

La pregunta que nació en mí fue la siguiente: todos los días mueren muchas personas, aquí mismo en nuestro Brasil y aunque prefiriésemos que esto no ocurriese, ya no nos conmovemos siquiera, ya vamos acostumbrándonos a este terrible estado de cosas. No salimos a las calles a protestar contra tanta violencia, no buscamos de alguna forma ayudar a los que han quedado sufriendo... Estamos acomodándonos a vivir en medio del terror, sin tiempo o energía para buscar de alguna forma cambiar este estado de cosas, sombrío y aterrador.

Nuestro pensamiento solidario, nuestras actitudes comprometidas con la realidad, nuestra energía canalizada hacia un proyecto serio de mejora del status vigente, conscientes de que todo lo que ocurre nos está afectando, pues afecta a hermanos nuestros, tienen una fuerza enorme y poderosa y pueden cambiar esta terrible situación.

No podemos acostumbrarnos al desamor, a la crueldad, al egoísmo, a la falta de honradez, a la falta de respeto que campean. Somos responsables por todo esto, en la medida en que ya ni siquiera sentimos tristeza cuando escuchamos los noticieros que nos bombardean a todo instante con noticias así.

Tenemos que participar en la sociedad de forma actuante, cada cual en el lugar donde Dios lo ha puesto. Ya sea en el lugar de trabajo, ya en nuestras casas, como madres y padres de seres humanos que han de estar preparados para vivir de manera ética y responsable, convictos de que la búsqueda desenfrenada del placer a toda costa y de una felicidad ilusoria solo nos lleva a las enfermedades, a las drogas, al desasosiego, a la infelicidad.

Los medios de comunicación nos unen cada día más. Sabemos en tiempo real del sufrimiento de quienes viven al otro lado del mundo. Tenemos que comprender que todo esto nos permite trabajar con la mente por la mejora de la realidad. ¡Pensar es actuar! ¡Comprometámonos de la forma que nos sea posible, siempre recordando que formamos parte de una única familia espiritual, que solo se redimirá definitivamente cuando el último de nosotros llegue a iluminarse!

Lo que le sucede a otro, me afecta. Si él es feliz, de alguna forma la energía planetaria se suaviza un poco. Si él está sufriendo, la tristeza va creciendo y se disemina por todas partes y llega hasta mí, sin que yo comprenda de dónde ha surgido.

Nada sucede por casualidad, sino con fines instructivos. El suceso ocurrido en esta mina chilena va a dar innumerables frutos y durante mucho tiempo. No solo va a transformar a las personas que han estado muchos días viviendo tanta privación y tanta incertidumbre, sino a sus familias, a los habitantes de aquel país y a toda la humanidad. Reflexionemos sobre todo esto.

¡Cuántos salieron en la sonda y seguidamente se arrodillaron para agradecer al Señor de la Vida por la liberación! Cuántos abrazaron primeramente a sus hijos y después a sus esposas y novias. Cuántos también encontraron fuerza y energía para gritar, para cantar el himno de su país.

Seis héroes tuvieron el valor de bajar para ayudar a los que estaban presos, sin estar seguros de si toda la operación saldría bien... Y fueron los últimos en ser izados. ¡Qué impresionante y qué fuerte ejemplo para todos nosotros!

En fin, mientras pasaba esto y nos conmovíamos tanto, orábamos y emitíamos buenas vibraciones de fuerza y buen ánimo para todos los implicados, otros muchos estaban muriendo en el Oriente, en una guerra incomprensible que parece no llegar al fin, en África, de hambre, en muchos países como el nuestro, víctimas de la violencia, del consumo de drogas asesinas.

Tenemos que actuar. Allá donde estemos. Esclareciendo, dando ejemplo, orando, perdonando, trabajando en la corriente del Bien. Para esto nos hemos encarnado y se nos exigirá bastante, cuando de aquí partamos hacia la otra dimensión, principalmente por nuestras propias conciencias.

¡Que tengamos siempre el coraje de sentir el dolor del otro, para que hermanados podamos libertarnos, juntos, de tanta sombra y tanto dolor!

Recordemos que con una simple sonrisa ya estamos trabajando por un mundo mejor.


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