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Parar de evitarse a sí mismo

por Bel Cesar em STUM WORLD
Atualizado em 29/11/2009 13:15:34


Traducción de Teresa - [email protected]

En general, evitamos mirar de frente los conflictos, ya sean dentro o fuera de nosotros. Vamos aplazando los hechos desagradables de la vida con la esperanza de que cambien con el tiempo. Algunos se resuelven por sí mismos: otros, en cambio, cuando salen a flote son verdaderos estallidos.

Por tendencia, preferimos acomodarnos. Evitamos la confrontación tanto externa como interna. Sin embargo, al admitir nuestros fallos y debilidades es cuando empezamos a cultivar una buena estima, la confianza en nuestra capacidad de reflexionar y de enfrentarnos a los desafíos básicos de la vida. En la medida en que nos evitamos a nosotros mismos, nos convertimos en víctimas pasivas de los infortunios de la vida. Es decir, dejamos de contestar lo que vemos y sabemos respecto de nosotros mismos. Cuando nos rehusamos a nosotros mismos, perdemos la oportunidad de transformación.

Mirar de frente requiere aceptación, un antídoto directo contra la tendencia a evitar lo que nos incomoda.

Aceptar nuestros fallos es una actitud que despierta el auto comprometimiento. Cuanto más aceptamos lo que ocurre en nuestro interior, más cercanos estamos a nosotros mismos y así, podemos convertirnos en agentes activos de nuestro desarrollo interior.

Aceptar es un modo de parar de luchar contra nosotros mismos y de adquirir auto respeto. Cuando aceptamos nuestros fallos dejamos de sentir vergüenza de nosotros mismos. Nos hacemos testigos de nuestro propio proceso de sufrimiento. Aquí ocurre el verdadero cambio: ¡puesto que ya no tenemos por qué evitar la consciencia de nuestros fallos, se hace más difícil dejar de admitirlos! Una vez tan próximos a nuestra verdad interna, surge el deseo auténtico de hacer algo mejor por nosotros mismos.

¡A estas alturas, el deseo de cambiar ya no está sostenido por el desaliento de ser quienes somos, sino por el deseo de ofrecernos mejores condiciones!

A partir del momento en que aceptamos nuestros fallos, éstos dejan de ser fardos que tenemos que arrastrar inevitablemente. Hay un nuevo acuerdo interno. La auto responsabilidad hace que nos sintamos dignos de nosotros mismos.

Cuando nos decepcionamos, sentimos rabia contra nosotros mismos. En estos momentos aceptar nuestros fallos podría parecer estar conformes con nuestro mal estar. Pero no se trata de esto... ¡aceptar nuestros fallos no quiere decir poner la mano a la palmeta! Es, sí, un acto de auto compasión.

La acción compasiva se basa principalmente en no luchar contra, sino con. A medida en que dejamos de actuar contra nosotros, pero sí con nosotros mismos, desarrollamos la auto compasión.

El budismos nos inspira a dejarnos guiar por la sabiduría de la compasión. Yongey Rinpoche escribe en Alegría de Vivir (Ed. Campus): Cuanto más claramente vemos las cosas tal como son, más dispuestos y capaces nos volvemos para abrir nuestros corazones a otros seres... Al aprender a observar de dónde viene la otra persona, cuál es su real condición, tendremos menos ocasiones de envolvernos en un conflicto, pues la claridad de saber distinguir nuestras limitaciones de las limitaciones creadas por la otra persona, nos protegerá a fin de no seguir actuando unilateralmente.

En este sentido, ver con clareza genera energía, disposición para enfrentarnos a lo que por lo regular evitamos. Si nos aplicamos a nosotros mismos la frase Al aprender a ver de dónde viene la otra persona , estaremos en una actitud de auto compasión. Admitir nuestra real condición se vuelve un modo de no crearnos más conflictos, pues la clareza de saber distinguir nuestras limitaciones de las limitaciones creadas por nuestra costumbre de evitar la confrontación nos protegerá contra el continuar complicándonos la vida.
Cuando pasamos a acoger nuestros fallos, nuestra mente se sosiega, pues ya no es preciso escapar o resistir. Por cierto, para quien busca despertar el coraje de encararse a sí mismo, hay una frase poderosa para decir antes de dormir: Universo, revélame la verdad.


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bel
Bel Cesar é psicóloga, pratica a psicoterapia sob a perspectiva do Budismo Tibetano desde 1990. Dedica-se ao tratamento do estresse traumático com os métodos de S.E.® - Somatic Experiencing (Experiência Somática) e de EMDR (Dessensibilização e Reprocessamento através de Movimentos Oculares). Desde 1991, dedica-se ao acompanhamento daqueles que enfrentam a morte. É também autora dos livros `Viagem Interior ao Tibete´ e `Morrer não se improvisa´, `O livro das Emoções´, `Mania de Sofrer´, `O sutil desequilíbrio do estresse´ em parceria com o psiquiatra Dr. Sergio Klepacz e `O Grande Amor - um objetivo de vida´ em parceria com Lama Michel Rinpoche. Todos editados pela Editora Gaia.
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