Pensamiento Lineal X Pensamiento Sistémico
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 14/07/2016 14:33:39
Autor Paulo Tavarez
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Traducción de Teresa
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Sólo es posible crecer aprendiendo a integrar las diferencias y esa es la base del pensamiento sistémico. Mientras exista el pensamiento de repulsa hacia los pobres, negros, homosexuales, prostitutas, delincuentes o cualquier otra minoría, estaremos en conflicto. Mientras prevalezca el mismo pensamiento lineal excluyente, que tuvo sus momentos áureos en el ascenso del nazi-fascismo y que sobrevive, aún en los días de hoy, a través de prejuicios y orientaciones arcaicas de clasificación y división en castas, contribuyendo, entre otras cosas, al mantenimiento de la más injusta concentración de renta, el pensamiento sistémico será un sueño.
El pensamiento lineal, que se ancora de forma resistente y conservadora en los modelos anacrónicos de tradiciones religiosas y aristocráticas, y que forma parte de un mundo que resiste y se articula bajo el discurso - casi siempre discutible - de la meritocracia, todavía controla el destino de la humanidad.
Para vivir en un mundo integrado, inclusivo, que respeta al ciudadano, que entiende el ser humano como parte de un sistema integrado con el cosmos, que no juzga el efecto, la persona, el infractor, mucho menos la parte expuesta del iceberg, sino que actúa en el sistema, en todas sus profundidades, cuestionando conceptos y valores que influyen sobre los acontecimientos, tendremos que adoptar un nuevo pensar: si existe un culpable, éste no se encuentra en la parte analizada, sino en el todo.
El mundo se halla en un proceso de transición, todos oyen constantemente ese postulado, pero ¿qué es lo que realmente está en tránsito? ¿Cuál es, de hecho, la novedad en ese caleidoscopio contemporáneo? Es sencillo, estamos pasando por un cambio de paradigma, dejando de pensar de forma lineal, cartesiana, para pensar de forma sistémica e integrada. Esto viene sucediendo desde hace mucho tiempo y los avances se producen de forma sutil, con cada nueva generación. Los chavales de hoy, implicados en protestas, dispuestos a enfrentarse a un poder truculento, ya no quieren aceptar de forma pasiva el mismo discurso autocrático.
El pensamiento sistémico es fraterno, igualitario, inclusivo y no se atiene al análisis superficial de las cosas. Para quienes piensan de forma sistémica, nada es simplemente lo que parece, todo forma parte de un conjunto de variables relacionadas entre sí.
Está claro que existe una profunda resistencia contra los movimientos de inclusión y la implantación de políticas horizontales. La resistencia, no obstante, es natural y parte de inclinaciones conservadoras que resultan de una programación atávica de verdades que no se renuevan, especialmente por parte de aquellos que forman parte de una elite opresora. A una gran mayoría aún le resulta difícil librarse del pensamiento rancio que convierte "al hombre en lobo del hombre", es difícil sustituir competición por colaboración y mucho más difícil todavía aceptar una aproximación a la base de la pirámide.
Un menor infractor, por ejemplo, dentro de una visión lineal, es un problema en sí, un elemento que ha de ser retirado de la convivencia social a toda costa, pero dentro de una visión sistémica, el problema viene por el sistema que lo ha producido y es precisamente ese sistema lo que ha de ser modificado, para que no siga produciendo otros. La visión lineal en las relaciones humanas responde por los conflictos y contiendas de toda especie, ya que eligiendo a un culpable la otra parte logra canalizar todo su malestar. Es el viejo modelo cartesiano de A x B.
Ha llegado la hora de que adoptemos otro discurso, de desarmarnos y de ser capaces de mirar las cosas según perspectivas más amplias. Es hora de que demos algunos pasos atrás y empecemos a avistar el sistema. Mientras insistamos en el combate y la destrucción de aquello que no tenemos recursos emocionales para integrar, estaremos reforzando pensamientos caducos de modernidad sólida y continuaremos muy alejados todavía de una verdadera modernidad líquida, como aquella de que trataba Zygmunt Bauman.
