¡Pensar en positivo realmente funciona!
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 15/02/2010 20:52:05
por Bruno J. Gimenes - [email protected]
Traducción de Teresa - [email protected]
Desde las más remotas civilizaciones, desde los más antiguos investigadores, el hombre siempre ha procurado conocer el quinto elemento, el éter. También ha recibido nombres diferentes según las civilizaciones del mundo, como Ki, Chi, Prana, Quinta Esencia, entre tantos otros.
Hablamos de la energía cósmica, la fuerza vital que es el principio de la vida en el universo.
El objetivo de este trabajo no es entrar en un detalle científico profundo, sino tan solo ofrecer informaciones suficientes para que comprendas que manipulamos esa fuerza todo el tiempo; conscientes o no, estamos en todo momento ejerciendo influencia sobre la forma en que esa energía se manifiesta y se propaga.
¿Has pensado cuál es la fuerza que mantiene los planetas, los soles y las estrellas dispuestos y distanciados tal como están? ¿Te has parado a reflexionar sobre qué es lo que mantiene el concierto geométrico de cada molécula, de cualquier sustancia química?
La respuesta es simple: la energía cósmica.
Observa un hecho que no es novedad para nadie: en este universo todo es materia o energía. No obstante, cuando estudiamos a fondo una muestra de materia, como por ejemplo, una silla, percibimos que, en la estructura del material que formó el artefacto encontramos moléculas, que a su vez están constituidas de átomos. Éstos están formados por electrones, partículas en constante movimiento. Por tanto, lo que tenemos como materia en su concepción básica, se trata de energía dispuesta en diferentes formas.
La energía cósmica entrevera todos los espacios vacíos, sosteniendo el concierto de cada estructura. ¡Sí, todo es energía!
Hasta aquí tenemos una definición básica bien conocida. A partir de aquí podemos reconocer nítidamente que nuestros pensamientos tienen la capacidad de influenciar la materia.
Muchos fenómenos que ocurren en nuestro día a día se producen como consecuencia de estímulos provocados sobre la energía cósmica.
Cuando provocamos alteraciones en la vibración de la materia, podemos reconocer los siguientes acontecimientos:
- Al tocar la cuerda de una guitarra, su oscilación provocará un movimiento en una frecuencia determinada, y como consecuencia, surgirá el sonido. En este caso, el sonido es una variación de la vibración de la energía cósmica.
- Aumentando el estímulo de la vibración en un material como una barra de hierro, por ejemplo, obtendremos el calor.
- Generando un estímulo de mayor frecuencia todavía, en un filamento metálico, por ejemplo, obtendremos la luz.
Estas son tan solo algunas formas de demostrar distintas manifestaciones de esa energía que construye continuamente el universo.
Y ¿cuál es la relación de esa energía con la capacidad de crear nuestra realidad?
Ocurre que un estímulo de mayor frecuencia que la vibración de la luz puede ser promovido por el pensamiento enfocado, concentrado.
Todo pensamiento cuando bien definido podrá ofrecer una vibración propia, con base en la naturaleza de sus elementos. En la práctica: Tu pensamiento produce una vibración que tiene influencia directa sobre la energía cósmica. Al igual que la cuerda de una guitarra produce un sonido, tus pensamientos producen una vibración.
Toda materia o energía sentirá la influencia de tus pensamientos. A partir de esto, todos los pensamientos pueden acercar o distanciar energías de patrón semejante, por el principio de la atracción magnética. Según algunos estudiosos, esa es la fuerza magnética que aproximó dos átomos de hidrógeno, para dar comienzo a la formación física del mundo que conocemos.
Por tanto, comprende que la energía emitida por tus pensamientos puede alterar el estado natural de todo, ya sea materia o energía. Después de esto, tanto la materia como la energía continuarán atrayendo magnéticamente más elementos de la misma vibración. Todo en el universo está ligado entre sí.
Este es el comienzo de todo, la fuente en que se apoya toda la teoría acerca de la fuerza del pensamiento positivo. Si éste puede alterar la energía cósmica que sostiene la vida en el universo, obviamente podrá influir sobre la ordenación de cualquier materia, con independencia de distancia, tiempo o dirección, porque es la fuerza de vida que está en todo y actúa sobre todos.
Conociendo esta ley natural y usándola con discernimiento y disciplina, podemos curar dolencias, aproximar novedades, crear bienaventuranza, paz, armonía, prosperidad y cultivar amor, la más sublime de las variaciones de la energía cósmica.
Con esa noción, nos resta aprender a crear pensamientos que despierten emociones intensas en dirección a nuestras metas. Esa energía generada formará un patrón vibratorio específico, como un campo de fuerza a tu alrededor. Por la acción de esa fuerza de atracción magnética, ese campo de energía (creado por ti) pasará a atraer elementos, materiales o inmateriales, físicos o extra-físicos, de frecuencia semejante.
De ahí la importancia de que, cuando quieras algo para tu vida, cierres los ojos y procures imaginar cómo sería si tu deseo ya se hubiese realizado. Para crear realidades que deseas, antes tienes que crearlas en tu mente, en tus sentimientos. Cuando logres sentir la sensación de los objetivos alcanzados, aunque físicamente no estén todavía en tus manos, habrás dado ya inicio a su creación consciente. ¡Esta es la clave de todo!
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