Planeta Tierra: ¿Qué quiere él de nosotros?
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 11/03/2010 20:18:59
por Irineu Deliberalli - [email protected]
Traducción de Teresa - [email protected]
La Tierra es un ser vivo, como dice José Lutzemberger en su “Hipótese Gaia” y todas las teorías contrarias a esta afirmación empiezan ahora a caer por tierra. En los últimos meses el noticiero de los medios de comunicación ha venido dedicando más del 30% de su espacio a la situación del Planeta Tierra, terremotos, tsunamis, movimientos sísmicos, deshielos, inundaciones, alteración del eje, etc. Todo esto viene generando gran conmoción y miedo entre todos nosotros.
Nuestra generación y las demás que viven en este suelo sagrado nunca han visto tantos eventos produciéndose con tanta intensidad y en tan corto intervalo de tiempo.
Las placas tectónicas que nos protegen contra las subidas de los magmas están acomodándose, procurando colocar en orden divino todo cuanto ha sido quitado de su debido lugar, creando así las posibilidades de construir la Nueva Tierra.
La Madre Tierra tiene un plan y éste sigue el Orden Divino. Siendo así, ella tendrá que alinear su eje nuevamente, volviendo a su centro de equilibrio, que le fue alterado hace unos 12 mil años, posiblemente en la Atlántida, mediante una explosión nuclear.
Los Planes Superiores nos cuentan que la Tierra, desde sus comienzos, en torno a 4 billones de años, ha vivido etapas evolutivas, como todos nosotros, los seres humanos; y al principio de su formación, cuando ella aún no había madurado, era un ser que necesitaba de energía, lo mismo que un bebé que solamente quiere sorber la leche de la madre, y sorbía para alimentarse de todas las cosas vivas que estaban sobre su suelo. Así, ella se ha fortalecido, y ha crecido hasta alcanzar su edad adulta.
Miles de años más tarde, ya madura, ella ha invertido la situación y ha pasado a ser la Gran Donadora, ofreciendo todo cuanto tiene, hasta casi la extenuación, devolviendo todo aquello que había quitado a los seres vivientes que habitaban su corteza.
Entonces, nuestra civilización, que ha sido obligada a olvidar el amor por la Gran Madre, debido a imposiciones religiosas y de manipulación de mercado de unas pocas sociedades, empezó a sorberla con tanta voracidad, que la vemos en el estado en que hoy se encuentra: teniendo necesidad de reaccionar para seguir viva.
Bastante antes y principalmente después de los terremotos de Haití, hemos recibido orientaciones en nuestro grupo chamánico, de que hiciésemos vibraciones para su Corazón Sagrado, su centro ígneo que actúa como si fuese una estrella dentro de sus entrañas, a fin de que curase las heridas que había provocado la falta de respeto que hemos venido teniendo para con ella.
En una de estas mentalizaciones amorosas a la Madre, hemos podido tener contacto con su corazón, y hemos visto que dentro de él las bolas y burbujas de fuego dorado, que suben desde su mismo útero, estallan en las capas tectónicas, como si fuese un gran caldero de hierro incandescente hirviendo en un horno de altísima temperatura, intentando encontrar paso para subir a la superficie.
Hemos percibido la región del Golfo de Méjico, y toda la costa del Caribe, donde desde su centro, gigantescas bolas de fuego anaranjado subían y chocaban con las capas que sostienen nuestra vida humana en este suelo sagrado. Sentimos como si fuese una gran revuelta de los elementos de la naturaleza, en este caso las salamandras, tratando de echar fuera alguna cosa que ya no podía estar allí más tiempo.
En ese momento, vibramos nuestro amor y percibimos que la intensidad de aquel fuego anaranjado disminuyó su fuerza y la subida fue también suavizada.
Estaban acertadas las orientaciones que nos decían: vibrad amor para el corazón de la Gran Madre, para que ella se cure de las enormes heridas causadas por la raza humana en su suelo sagrado.
Y una cosa muy importante hay que resaltar, no es tan solo la falta de respeto para con la naturaleza, lo que en este momento ella está expurgando y curando, sino además toda la energía negativa, que durante miles de años nosotros hemos dejado en su suelo, impregnando todas las cosas de la naturaleza, pues todas las veces que emitimos un pensamiento o sentimiento, éste paira sobre la Tierra y acaba acomodándose en algún lugar de la naturaleza.
Imagínese la cantidad de guerras que ya hemos tenido y, consiguientemente, la cantidad de odio, de miedo, de tristeza, injusticias y resentimientos, que la Madre Tierra ha venido soportando por nosotros, para permitirnos continuar viviendo, y que ella ha acumulado en sus entrañas, envenenando su útero y su corazón con esta contaminación humana, que necesita urgentemente ser liberada.
Por lo que hemos aprendido, en este momento, la querida Gaya está preparándose para entrar en su tercera fase de desarrollo como ser vivo, la fase de la madurez, y la próxima historia que va a escribir es el equilibrio del intercambio.
En este equilibrio ella volverá a su eje original. Antes, ella era un bebé que todo sorbía, se nutrió y se fortaleció; después, en la edad adulta, ella fue la Gran Madre donadora y, ahora, en la fase de la madurez, ella va a intercambiar con todos los que habiten su suelo.
Dentro de poco tiempo, y ya vemos su reacción comenzando, ella no permitirá que nadie más agreda su suelo, su naturaleza, sus ríos o contamine su aire.
Ella, la Madre Tierra, es un ser vivo, y como ser vivo tiene que ser respetada como nosotros respetamos a nuestros padres, hijos o amigos; siendo respetada, ella, a partir de este momento, intercambiará su amor, con quienes le den amor a ella. Esta es una Ley del universo, la humanidad terrena ha acabado olvidándola, y está pagando amargas consecuencias por ese acto.
Este es uno de los principales motivos por los cuales el Chamanismo ha vuelto con la fuerza que tiene hoy a ocupar un lugar de destaque en nuestra civilización. El chamán aprende a buscar en los cuatro reinos de la naturaleza su sagrado camino de encuentro con su alma y con sus ancestros.
El Pueblo Rojo, al que me esfuerzo en intentar seguir, siempre ha tenido en sus enseñanzas el gran respeto a la vida y a todo cuanto ésta produce, pues todo lo que nace en la Madre Tierra es sagrado, y como sagrado, tiene que ser respetado y aceptado como algo Divino.
El grano de arena, la hierbita, el pájaro, el arroyuelo, el océano, el aire, la montaña, la catarata, el árbol, las piedras, todos, en la visión chamánica, son considerados nuestros hermanos y hermanas, forman parte de un ecosistema donde todo está interconectado, todo tiene una interdependencia, pues todo pertenece al Gran Espíritu.El Pueblo Rojo sabe y practica que todas las cosas son sagradas, pues han venido de las manos y del corazón del Gran Espíritu; y hablan de esas verdades desde hace más de 85 mil años, por ello están considerados por la espiritualidad como los Guardianes de la Madre Tierra; pero como nuestra sociedad consumista, inmediatista y de mercado se ha olvidado de esto, los dos acontecimientos están ahora ayudándonos a recordar la eterna realidad.
Por una parte, el chamán vuelve a reafirmar el compromiso de amor a la Gran Madre, enseñando a entrar en contacto con las fuerzas de la naturaleza, a respetarlas y a convivir con ellas en armonía, y por la otra parte la propia Gaya sale de su gran silencio y decide poner su casa en orden, volviendo a ordenar todo aquello que no estaba en su debido lugar.
Este es el momento que estamos viviendo y así será hasta que todo esté en perfecto orden cósmico y armonía divina. Pese a los posibles sufrimientos que podremos pasar, es lo divino ayudando a lo humano a reconocer lo divino en todo y en sí mismo.
