¿Podemos iluminarnos aún en esta vida?
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 27/09/2015 12:46:03
por Carmem FARAGE
Traducción de Teresa - [email protected]
Siempre que pensamos en iluminación, nos remitimos a Buda, Gandhi y otros grandes maestros que ya se iluminaron, o son entidades fuera de lo común, quizá predestinadas a ser quienes son.
Este modo de ver puede situarnos en una posición de inferioridad, haciéndonos pensar que podemos estar muy lejos o que sea imposible para nosotros recorrer el mismo camino que ellos.
Muchas veces, en el contacto con las personas en mi consultorio, ante el sufrimiento emocional por el que pasan, les oigo decir, comentando sus propios fallos: “Yo no soy un santo”, o bien “Yo soy humano”.
Pienso en el peligro que corremos al reducirnos a un comportamiento de fuga o negación.
Contra-argumento con una reflexión:
- Yo no soy un santo, pero puedo serlo si lo deseo - ¡sólo depende que que yo quiera!
- Yo no soy humano – yo estoy humano, hasta que salga de esta condición y me convierta en alguien más que humano.
¿Cómo? ¡Esa es la cuestión!
¿Qué es lo que realmente me separa de aquellos que poseen una mente tan avanzada que han superado los límites de la materia? ¿Por qué existen seres que parecen estar por encima de nuestra condición humana?
Hoy ya podemos reflexionar algo más sobre la naturaleza de los seres humanos y concluir que estamos todavía sometidos a una materia densa, aprisionada en cinco sentidos que nos impiden vislumbrar que la realidad física no es lo que parece ser. Las energías materiales están formadas ante todo por las energías del pensamiento, que puede proporcionarnos saltos cuánticos transformadores, siempre que tengamos la conciencia despierta.
La palabra (el verbo) que se hace carne es el inicio, el origen de la vida en nosotros. En estado virtual lo podemos todo. Tenemos por tanto, en nuestro cierne, el potencial de la iluminación. Nuestro estado virtual se entrelaza con nuestro estado real, burbujeando en nosotros todas las posibilidades de transformación que deseemos.
Todo el Universo es un sistema cuántico y la aparición de la vida en la materia se produce conforme a reglas que no se encajan aún en la ciencia del mundo visible.
Para Teilhard de Chardin, “La primacía concedida al aspecto psíquico y al pensamiento en la estofa del Universo fue un tema central de su visión. Esa concepción encuentra su fundamento natural en la tesis de que la emergencia del orden biológico complejo proviene de hacerse efectivos ciertos estados virtuales, porque los estados virtuales son semejantes a la mente, no a la materia”. (O Fenômeno Humano, 1959, pag. 153).
O sea, es la realidad virtual lo que trae la posibilidad de concretizarse, y no lo contrario. La materia sólo se hizo densa porque la consciencia así lo permitió.
¿Quiénes somos nosotros, que nos hemos permitido y a nuestro alrededor, la materialización de la vida?
Vida es sinónimo de consciencia. “La vida es el despertar de la consciencia. Incluso en en reino vegetal, existe alguna especie de psiquismo difuso, creciendo a su propia manera”.
En nosotros, los seres humanos, la evolución se ha hecho consciente de sí misma, y el poder de la mente ha pasado a ser una importante fuerza motriz. Un desarrollo totalmente nuevo empezó cuando la evolución entró en el ámbito del pensamiento, cuando nacieron el pensamiento y la reflexión.
En el modo clásico y convencional de pensar la ciencia, no es posible ver que el pensamiento ejerce cierta función en el mundo físico real. Es como si lo virtual (psíquico) y lo real (físico) fuesen entidades separadas. ¡Pero no lo son! El Universo virtual, nuestros pensamientos, ¡crean la vida!
Esta es una verdad con la cual hemos de aprender a lidiar.
Para Chardin, en una evolución consciente de sí misma se corre el riesgo de enfermar. Enfermedad que él llama “enfermedad tiempo-espacio”. Puesto que, conscientes, nos deparamos con el porvenir que nos causa miedo, angustia, tristeza, etc., provenientes de los peligros de estar en el mundo.
Para salir de ese estado de adormecimiento, es preciso repensar la vida, aceptar que el mundo que se ve crea siempre las nuevas posibilidades. El no quedarnos paralizados frente a las dificultades momentáneas de la vida ordinaria nos saca de la franja vibratoria densa y nos abre hacia lo nunca antes imaginado, haciendo que nos iluminemos aún en esta vida.