¿Por dónde anda tu niño?
por Rosemeire Zago em STUM WORLDAtualizado em 08/04/2020 11:35:09
Traducción de Teresa - [email protected]
"La imagen del niño representa el más
poderoso e ineluctable anhelo en cada ser humano,
o sea, el anhelo de realizarse a sí mismo".
Jung
El día 12 fue el Día del Niño... una fecha propicia para que recordemos que todos lo fuimos un día, y que él sigue vivo dentro de cada uno de nosotros, más aún si fue un niño herido.
Todos conocen mi interés por ese tema tan fascinante que es nuestro niño interior, por eso quiero colocar aquí algunas palabras de Jung que muestran cómo él mismo profundizaba en la cuestión:
..."Dos veces pasé revista a toda mi vida en todos sus pormenores, deteniéndome particularmente en los recuerdos de la niñez, pensando encontrar en mi pasado algo que pudiese ser la causa de una posible perturbación...
Me abandoné así, conscientemente, al impulso del inconsciente...
Pero si yo quería restablecer el contacto con esa época de mi vida, sólo me restaba volver a ella acogiendo otra vez al niño que, entonces, se entregaba a los juegos infantiles.
Ese momento marcó un punto crucial en mi destino. Todos los días después de comer, si el tiempo lo permitía, yo me entregaba a jugar con las construcciones".
Jung
(Fragmento del libro: Memorias, Sueños, Reflexiones).
Jung nos muestra cuán importante es entrar en contacto con el niño que fuimos un día para así llegar a comprender algunos de nuestros conflictos, y más aún, para mantener nuestra salud mental.
Una de las maneras de hacerlo es recordando los juegos que nos gustaban. ¿recuerdas a qué jugabas? Detente algunos segundos y haz un viaje en el tiempo. ¿cuáles eran tus juguetes preferidos? ¿Hace cuánto tiempo no juegas con ellos? Y ¿qué te gustaba comer? Piensa en darte uno de esos regalos, no sólo en el día festivo, sino también en los demás días durante el año. Trata de recordarte niño. ¿qué imagen te viene a la mente? ¿Qué edad tenías? ¿Qué tal comprometerte contigo mismo y hacer algo por ti?
Lo cierto es que todo empieza en los primeros años de vida... una de las causas de los conflictos que tenemos los adultos es la falta de amor, de atención y aceptación cuando éramos pequeños. Así, poco a poco, vamos convirtiéndonos en quien o aquello que quieren que seamos... y nos perdemos. Nos perdemos de nuestra esencia, de nuestro niño, de quienes somos de verdad, eso a que Jung llama Self. La mayor amargura que un niño puede sufrir es el rechazo a su yo auténtico, pues en su pensamiento cree estar siendo punido por ser quien es. No estaba bien querer lo que quería, pensar lo que pensaba, decir lo que decía, ver lo que veía, oír lo que oía, sentir lo que sentía, en fin, no estaba bien ser él mismo.
Y eso ¿qué genera? Aparte de muchos, muchos conflictos, una necesidad enorme de agradar, con el fin de, quién sabe, ser aceptado y amado. ¡Eso es lo que más buscamos! ¿Te has dado cuenta de que estamos siempre buscando aprobación, reconocimiento y aceptación? ¿Y qué frustración cuando no los recibimos, a menudo sin darnos cuenta siquiera?
¿Quién entre nosotros fue amado y aceptado incondicionalmente desde niño? Pocos habremos tenido una infancia con comprensión y amor total y, por eso, la mayoría llevamos dentro un niño interior abandonado y lastimado. Y por no soportar ese dolor, buscamos cualquier forma de huir, con tal de no entrar en contacto con él o con cualquier recuerdo de esa época. Pero negar el dolor no hace que desaparezca, como dice Alice Miller: No son los traumas que sufrimos en la infancia lo que nos hace emocionalmente enfermos, sino la incapacidad de expresarlos. O sea, cuánto más reprimimos todo aquello que nos hicieron sentir, más enfermos nos volvemos.
Sabemos que la sensación de tener valor es esencial para la salud mental. Esa certidumbre debe ser obtenida en la infancia. El niño abandonado, por la negligencia con sus necesidades básicas, por la falta de respeto a sus sentimientos, por el control excesivo, por la manipulación por la culpa, aunque ocultos entran en la vida adulta con una idea profunda de que el mundo es un lugar peligroso y amenazador, no confiando en nadie, porque lo cierto es que no desarrolló mecanismos para confiar en sí mismo. Igualmente se siente abandonado el que fue criado por niñeras, en colegio interno, lejos de sus padres, o ya no se sentía amado mientras aún estaba en el útero materno.
También es muy frecuente sentirse el niño abandonado en familias muy numerosas, donde hay muchos hermanos y los padres no son capaces de dar atención a todos. Si de niño fuiste amado por tus realizaciones y desempeño, y no por ti mismo, tu yo auténtico también fue abandonado.
Todos los niños se aterrorizan frente a la posibilidad del abandono.
Ese miedo comienza en torno a los seis meses. Para el niño, el abandono por parte de los padres equivale a la muerte, pues aparte de sentirse abandonado, él mismo aprende a abandonarse al convertirse en lo que esperan que él sea. Es decir, de alguna forma todos tenemos dos grandes abandonos registrados, lo cual puede originar otro gran conflicto: la necesidad de ser cuidado y el miedo a ser abandonado. Queremos que nos cuiden, pero al mismo tiempo tenemos mucho miedo a ser abandonados, por eso muchas personas huyen de relaciones más serias temiendo el nuevo abandono. Tal como el abandono y el rechazo, la superprotección también es una forma de abuso infantil.
Por todo eso, es preciso saber, de lo que tú has creído que era cuidado paterno o materno, qué gran parte puede haber sido abuso. El abuso infantil, o maltrato infantil, es el abuso físico, sexual y/o psicológico de un niño por parte de sus padres y/o responsables. Desgraciadamente el tipo más frecuente de maltrato contra el niño o adolescente es la violencia física doméstica, que se produce las más de las veces en la convivencia familiar. Pero he de recordar que la violencia psicológica/emocional, que contiene agresiones con insultos, desprecios, discriminación, humillación, vergüenza, falta de respeto y castigos exagerados con palabras y asimismo las agresiones silenciosas, todas esas agresiones no dejan marcas visibles como la violencia física, pero causan daños para toda la vida.Estoy poniendo tan sólo algunos ejemplos para que cada cual perciba que muchas de sus dificultades actuales pueden, sí, tener su origen en el ambiente donde ha crecido; y si continúas inclinado a minimizar y/o justificar los modos en cómo fuiste avergonzado, ignorado, rechazado, abandonado, no conseguirás oír a tu niño. Por eso es importante aceptar como verdadero el hecho de que esas cosas han lastimado tu alma. No estoy aquí para buscar culpables, seguramente tus padres hicieron lo mejor que pudieron, pero sí para que logres comprender muchas de tus dificultades actuales. Mientras no tomes conciencia del conflicto entre tu anhelo de un amor perfecto por parte de tus padres y tu resentimiento contra ellos, estarás enfrentándote constantemente con problemas y patrones repetidos que tienen origen en la tentativa de reproducir la situación de la niñez para corregirla.
Pero seguramente te estarás preguntando: Yo, adulto, hoy ¿qué puedo hacer? ¡Puedes hacer mucho! El primer paso es reconocer la presencia de tu niño dentro de ti y percibir sus necesidades y sentimientos. El contacto con el niño interior, que sepa que alguien está allí y que ya no tiene que estar solo, aporta un alivio inmediato. El reencuentro con tu niño interior es la mayor fuente de sanación. Incumbe al adulto en ti decidirse a hacer ese trabajo. Busca ayuda. Decide acoger al niño que un día fue abandonado, escúchale, déjale que exprese todo su dolor del pasado. Pero si no eres capaz de hacer ese trabajo tú solo, acude a un profesional de tu confianza. En fin, la manera en cómo nos cuidamos cuando somos adultos, a menudo refleja el modo en cómo fuimos cuidados cuando éramos niños. ¡Piensa en ello!
Y pese a tanto dolor, e incluso por saber que él existe dentro de ti, empieza a ser más comprensivo contigo mismo, más amoroso, menos exigente. ¡Y abraza a tu niño como siempre has deseado ser abrazado! ¡Él y tú lo merecéis! ¡Feliz Día del Niño!
Y por fin, quiero dejar una frase de Fernando Pessoa para tu reflexión:
"El niño que yo fui, llora en el camino,
lo dejé allí cuando vine a ser quien soy;
pero hoy, viendo que lo que soy es tan poco,
quiero buscar quién fui, donde quedó".