¿Por qué la obsesión en destruir la vida del otro después de la separación?
por Silvia Malamud em STUM WORLDAtualizado em 23/07/2013 10:11:24
Traducción de Teresa - [email protected]
Al principio todo va a las mil maravillas. La sensación es la del encuentro soñado, de la realización de algo prometido juntamente con la magia de lo inesperado. Pasado el tiempo, no obstante, con el desgaste de la relación, lo que reina son los sentimientos de odio, los rencores sin fin. El deseo es el de una venganza ilimitada, siendo que éste va rellenando espacios donde antes uno más uno sumaban dos. La meta de ahora se convierte en la antítesis de todo lo que se ha vivido con el compañero elegido y los actos pasan a encaminarse directamente a destruir a toda costa la vida de aquel que un día fue el supuesto amor… ¿Cómo es posible?
Cuando se rompe un noviazgo, un matrimonio o cualquier otro tipo de relación amorosa, esta clase de ejemplos es lo que no falta. ¿Cómo entender los motivos y los por qué de que esto suceda con mucha más frecuencia de lo que se supone? Y si tú por casualidad estás metido en esa situación, ¿de qué forma podrías protegerte contra los malos presagios, saliendo de ella, cuando menos, fortalecido?
La pregunta que queda es dónde habrán ido todos aquellos buenos sentimientos, y si no fueron más que una ilusión, o quien sabe, alguna broma de mal gusto.
Veremos las dos caras de la moneda. Al comienzo de cualquier relación, está claro que ambas partes proyectan el uno en el otro sus mejores sentimientos, inclusive para que la relación prospere. Con el paso del tiempo, en cambio, a veces parece que las cosas que antes eran buenas se convierten en lo exactamente opuesto.
Normalmente, lo que se proyecta en el otro suelen ser nuestros ideales, nuestras más profundas carencias, nuestros deseos más secretos. El gran problema es que la mayoría no es autoconsciente ni de la mitad de tales deseos e ideales. Aparte de todo eso, una relación entre dos es terreno abonado para que incluso se proyecten en el otro los aspectos más sombríos y menos iluminados de cada uno. Como consecuencia decretada, como se suele decir, en cualquier momento se cae la casa, o sea, todo lo que menos te gusta de ti mismo quedará en evidencia por medio de una lente que distorsiona la realidad en la persona de tu elección afectiva. Y tu amor elegido, este extraño que ahora se presenta ante ti, es y será siempre tu peor enemigo, mientras tú de algún modo sigas temiendo reconocer y transformar aspectos oscuros en ti mismo. El peligro insistirá en perseguirte mientras no llegues a encarar frente a frente a tu peor enemigo, tu aspecto sombra.
Todos corremos el riesgo de pasar por experiencias de vida susceptibles de ser espejos reversos de nuestras iras más profundas, de nuestras carencias e insanias. Ejemplo, al querer e incluso entender que necesitas ser amado más que nada en esta vida, puede que más adelante tu partenaire te rechace y, peor aún, refleje en su cara tus mayores carencias y complejos en relación al tema...
Suelo contar a mis pacientes un ejemplo que, a decir verdad, también funciona como antídoto valioso para empezar la búsqueda de objetivos internos y metas claras para la transformación radical dentro de este espantoso circuito de realidad: empiezo por preguntar si tiene conocimiento de que algunas personas son susceptibles de ser totalmente picadas por mosquitos, mientras que otras pueden estar a su lado y no sufrir una picadura siquiera. ¿Por qué algunos son inmunes y otros no? Dicen que las personas inmunes a los ataques de los mosquitos tienen cantidad de vitaminas del complejo B que los hacen alejarse de ellas. Como analogía, el proceso terapéutico va por el mismo orden, ayudando en la inmunización con una especie de complejo B emocional. En el caso de pasar por obsesión a destruir la vida del otro después del término de una relación, la consecuencia es más dañosa que las picaduras de los mosquitos. La propuesta, por tanto, es la del auto-conocimiento y el de la iluminación de aspectos antes no visibles. Donde no hay presencia, el terreno está abonado para toda suerte de depósitos emocionales provenientes del otro.
El antídoto es ocuparse a sí mismo de modo sano, poniendo el tratamiento debido, por la urgencia de los acontecimientos, con terapia competente, puntual y enfocada en lo que antes no ha tenido condiciones ni soporte para salir a la superficie.
Llenarse uno mismo con lo mejor de sí significa iluminarse en seguridad personal y autoestima, apalancando mecanismos de supervivencia maduros asociados a los recursos que han sido estructurados a lo largo de la vida. No teniendo necesidad de proyectar en nada ni en nadie lo que falta, lo que se odia y mucho menos lo que se persigue. Entender definitiva y absolutamente que nadie es – ni lo será jamás – muleta de nadie. Y si acaso lo es por cierto tiempo, cuidado, todo tiene un precio y a veces éste es demasiado caro.
Pasar por un proceso terapéutico, según mi modo de ver, es y siempre será un camino especial de transformación y de trascendencia, puesto que ayuda a iluminar del mejor modo nuestra vida en general.
El antídoto: buscar rápidamente herramientas para que tu transformación personal se verifique y a continuación, hazlo suceder. Estar inmune y fortalecido para lidiar con ese tipo de situaciones agresivas y habilitarse en competencias para, si es el caso, adoptar actitudes más drásticas en el sentido de la autoprotección. Lo importante es actuar con buen sentido objetivando nuestra salud emocional.