¿Por qué no recordamos las vidas pasadas?
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 17/01/2016 10:49:02
Autor Nadya Prado - [email protected]
Traducción de Teresa - [email protected]
Una duda que tanta gente tiene sobre las reencarnaciones es el por qué de no recordar naturalmente nuestras vidas pasadas.
¿Ayudaría, en nuestra vida actual, que tuviésemos consciencia de quiénes fuimos en el pasado?
Todo depende de si uno está preparado o no, dispuesto o refractario a asumir e incorporar otra identidad en sí.
Si yo cometí algo muy grave contra otras personas, creo que no estoy preparada para saberlo.
Antes de eso, quiero aprovechar al máximo la oportunidad de esta vida para revertir el daño que hice anteriormente. Y cuando desencarne, entonces sí, acordarme de todo, y poder decir que hice algo bueno para modificar mi karma.
¿Quién se acuerda de cuando era un bebé?
Yo no sé lo que estaba haciendo exactamente un año atrás y probablemente tú también tendrías que hacer un gran esfuerzo mental para intentar recordarlo.
Algunos acontecimientos dejan marca y los guardamos, como por ejemplo, las navidades pasadas u otra fecha que haya sido relevante.
Nuestra capacidad de almacenamiento queda distribuida en archivos mentales del inconsciente. Son compartimientos diferentes que albergan los recuerdos.
El espíritu tiene en su estructura sutil los recuerdos de otras vidas que temporalmente permanecen velados en su trayectoria terrena.
Son muchas de las informaciones que recibimos y muchas vivencias.
El cuerpo físico y su densidad energética dificultan la conexión con esos recuerdos. Tanto que pocas veces traemos recuerdo de los viajes astrales que hacemos mientras dormimos.
Cuando reencarnamos hay un olvido natural, consecuente de la dinámica del ciclo del renacimiento en el cuerpo físico.
La fisiología sutil, con el proceso de la reencarnación y en la generación y desarrollo del feto, sufre una significativa alteración, que restringe algunos aspectos de la consciencia, para posibilitar la nueva vida humana.
Es necesario que haya unión energética entre madre y feto, el espíritu materno y el espíritu que viene a reencarnarse.
Un espíritu que tuvo en el pasado una relación conflictiva con sus futuros padres consanguíneos no siempre se siente motivado para renacer en esa familia.
Esta, entre otras trabas, perjudica la reencarnación, pudiendo incluso frustrarla. Aún más, puede impedir la renovación de los vínculos que les unen en la nueva experiencia, que proporcionan la oportunidad de que el amor prevalezca.
El olvido de quiénes fuimos ocurre en el momento de acoplarse el espíritu al nuevo cuerpo físico, su nuevo ropaje.
Hay inicialmente una aligación fluídica con los futuros padres.
Poco a poco, el espíritu sufre el cambio de su actual organismo periespiritual, que en su plasticidad va tomando una nueva forma, para permitir la reencarnación y penetrar en la cadena de la vida carnal.
El espíritu pierde su lucidez cuando incorpora el nuevo cuerpo físico.
No hay en la naturaleza del proceso reencarnatorio la posibilidad del recuerdo de otras vidas.
No obstante, en la adolescencia, las reminiscencias más significativas empiezan a reverberar en el comportamiento del espíritu. Sus vicios, sus características e inclinaciones.
Reencarnamos para rehacer aprendizajes y antes de volver a la vida terrena nos comprometemos a asumir un comportamiento más amoroso y menos egoísta, no repitiendo los mismos errores.
Traemos en la conciencia los momentos más significativos de otras vidas, que se fijaron en nuestro espíritu, tanto los de felicidad como los de sufrimiento.
Tenemos asimismo aquella “voz de la conciencia”, que es nuestra alma recordándonos nuestras promesas hechas para esta vida, poniéndonos en el camino de nuestra redención y evolución.
Desequilibrios cuya causa no encontramos en esta vida, están asociados al pasado.
En la Terapia de Vidas Pasadas, TVP, algunas personas traen a la superficie acontecimientos traumáticos que continúan atormentándolas en al vida actual.
Pero es razonable no olvidar que, cuando alteramos nuestro estado consciencial, no siempre nos adentramos en una vida pasada. Es necesario que el terapeuta esté muy atento al proceso.
El cliente, algunas veces, trae imágenes mentales reprimidas o accede al campo astral de otros espíritus.
La TVP viene ganando cada vez más espacio, acompañando la evolución del espíritu terreno, como instrumento de auxilio en la sanación y también para traer evidencias sobre las vidas sucesivas, diseminando la verdad sobre el espíritu inmortal.
Ella conduce a la espiritualidad hasta el campo científico, haciendo posible incluir las esferas sutiles en las experiencias terrenas y científicas, teniendo en vista su eficacia en sus resultados.
El olvido de otras vidas es, en gran medida, una bendición, lo mismo que el olvido de nuestra vivencia en la dimensión espiritual.
En el libro Misioneros de Luz, que te recomiendo si tienes interés en la cuestión, André Luiz expone de manera muy clara el proceso de la reencarnación.
Aún estamos dando los primeros pasos en nuestra evolución y traemos en el espíritu el sufrimiento de relaciones egoístas y los dramas del pasado.
Si ya es difícil lidiar con los problemas actuales ¿qué decir del fardo de tener hoy consciencia de los errores pasados?
Sé que algunos consideran que recordar quiénes fuimos podría ayudar a resolver los problemas actuales.
Pero ocurre que al recordar la vida pasada, las emociones vividas también vuelven. El odio, el resentimiento y los rencores.
Si en aquella vida no hemos logrado perdonar estando en la identidad del pasado, de nada sirve traer esa persona que fuimos de vuelta a la vida terrena.
Hay espíritus que permanecen errantes, en el plano astral, tan apegados a su identidad material que continúan procediendo como si estuviesen encarnados, en una ilusión que se mantiene por el egoísmo, por deseos de venganza, apegos y pasiones.
A cada vivencia, transformamos nuestro ser. No soy quien fui ayer y mañana seré otra persona. Lo que mantenemos es nuestra esencia espiritual, que evoluciona día a día, añadiendo aprendizajes a cada vivencia.
Cuando alguien permanece remoliendo en el pasado, pierde la oportunidad de sanarlo y de vivir el presente.
No somos el pasado ni el futuro. Contempla el tiempo como un todo, sin líneas divisorias y él dejará de existir. Esta es la mejor técnica para recordar vidas pasadas.
Si miras desde lo alto de una colina hacia una barriada, podrás ver, en una misma calle, su inicio, medio y final.
Al principio de la calle hay un hotelito, que vamos a llamar pasado y allá al final de la misma calle hay una iglesia, que denominaremos futuro.
Cuando tú estás en esa calle, no eres capaz de avistar el hotel y la iglesia en el mismo instante, no obstante ellos están allí y cuando has mirado desde la colina has podido verlos en un solo paisaje.
Nuestra consciencia puede expandirse y vislumbraremos el tiempo y nuestras vidas desde lo alto de la colina. Entre tanto, para que esto ocurra, tenemos que despertar el ser más allá del ego, que vive sólo una única identidad por vida.
Tus otros egos, otras identidades, están ahí, actuando contigo. Nada es perdido u olvidado, y sí transformado constantemente.
Tus experiencias, entre fallos y aciertos, van perfeccionando tu espíritu.
Más importante que saber quién fuiste en otra vida, es estar atento a quién eliges ser en esta, en el presente y en tus actitudes, que te llevarán a lo alto de la colina.
¡Sé Amor!
EJERCICIO DE REGRESIÓN
Cierra los ojos y visualiza un espejo.
Dibuja su marco, sus detalles.
Por ahora él está embazado, hay una neblina.
Inspira profundamente por la nariz y espira muy despacio por la boca en dirección al espejo imaginario.
A medida que vas inspirando y espirando la niebla se va disipando.
Hasta que finalmente avistas un rostro en el espejo.
Percibe cada detalle de esa cara que se muestra a ti.
Observa atentamente y envía vibración amorosa a ese rostro.