¿Por qué sigo enfermo si rezo con fe?
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 31/08/2015 11:59:25
por Renato Mayol - [email protected]
Traducción de Teresa - [email protected]
En una enfermedad, el tratamiento puede desencadenar el proceso inicial de curación, que después puede ser mantenido por otros mecanismos todavía no bien conocidos, y que quizá difícilmente lleguen a serlo, si nos empeñamos en emplear solamente el microscopio y los cinco sentidos en su búsqueda.
En la literatura científica hay, desde hace mucho, varios relatos e incluso libros de curación espontánea de enfermedades graves, como el libro de los médicos Everson y Cole, publicado en 1968, donde constan 176 casos de regresión espontánea de tumores malignos (Everson T., Cole W.: Spontaneous Regression of Cancer. JB Saunder & Co, Philadelphia, PA). Muchos de esos casos se encuentran asociados a plegarias y a profundas experiencias psicológicas.
En varios de los milagros relatados en el Nuevo Testamento consta que Jesús afirmaba a los que se curaron: "Tu fe te ha curado". Y esos que acudieron a Jesús llamaron su atención por la actitud de fe ante las dolencias que presentaban. Lo que cambió la vida de esos que acudieron a Él fue la más absoluta certeza de que Jesús era el único que podría curarlos. O sea, las curaciones milagrosas pueden depender de terceros en la medida en que para el paciente sea más fácil depositar la fe en alguien o en algo fuera de ellos, que en ellos mismos.
La fe puede definirse como un sentimiento de absoluta confianza respecto de la realización de lo que se espera, o de lo que sea en que firmemente se cree sin ninguna duda y sin ninguna necesidad de cualquier tipo de evidencia que compruebe la veracidad sobre la cual se deposita esa confianza. Por tanto, no es necesario ser religioso para albergar un sentimiento de fe. La fe existe en mayor o menor grado en cada uno de nosotros y suele ir de la mano con la motivación.
Sabemos que, conforme a nuestros pensamientos y estados emocionales, las creaciones del cuerpo mental son procesadas por el cerebro y ejecutadas a través de las glándulas endocrinas y del sistema inmunológico, que actuando en el cuerpo físico a través de la producción de hormonas y otras sustancias, pueden - bien causar alguna dolencia, bien provocar la curación.
Y el paciente, ¿puede entonces negarse a vivir y optar por la muerte? ¡Sí, puede! Y los casos en que eso puede ser identificado indican posibilidades tales como, ya el paciente se niega a vivir, pues ha perdido una gran motivación que lo impulsaba, o bien, de forma inconsciente, el paciente pasa a aceptar la muerte como lo mejor que puede ocurrirle, porque acepta el hecho de haber cumplido su misión en esta vida, y ya no le asusta la muerte, convirtiéndose incluso en algo deseado.
Pero si el paciente aún tiene amor a la vida, con las lecciones que la enfermedad le enseña se esforzará entonces para, con fe y motivación, restablecer su equilibrio emocional y la conexión psicofísica.
Pero, y cuando pese a todos tus esfuerzos no eres capaz de alcanzar tu objetivo, ¿qué debes hacer? Debes intentar resignarte, comprender y, finalmente, aceptar, pues incluso a través de la frustración estás recibiendo alguna enseñanza que necesitabas. Cuando menos, la enseñanza de la humildad. Y el sufrimiento será para ti fuente de conocimiento y evolución. Tus esfuerzos, a fin de cuentas, quizá no estaban a la altura de tus reales capacidades. Debe existir la firme intención y el mucho querer. E incluso existiendo el querer, es preciso considerar que hay un Orden, una Ley. Orden y Ley Superiores. El Sol no aparece en el horizonte cuando a él le parece bien. La Luna no abandona su lugar en el cielo para ir en busca de otro lugar en el espacio.
Hay un orden en todo y hay, por lo tanto, un motivo para todo, aunque los motivos no te sean inmediatamente aparentes.
Constituido, como estás, en tu parte física, por elementos de la propia Naturaleza, tú eres parte integrante de la Naturaleza y, por consiguiente, sujeto a las leyes de la Naturaleza.
Así, como todo lo material tiene principio y final, hay dos etapas por las que obligadamente tendrás que pasar hasta reintegrarte para siempre al Todo: una es el nacimiento, la otra es la muerte.
Entre esos dos extremos, para que tu participación mientras estás enfermo sea efectiva al máximo en la lucha contra los males que te afligen, tendrás que abrir tu consciencia a emociones y a sentimientos profundos que van a modificarte interiormente, y van a hacerte siempre mejor y más capaz de actuar en favor de ti mismo y de los demás.
Así, aun cuando pese a tus esfuerzos haya llegado tu hora, si haces de la muerte tu iniciación Mayor, estarás prestando un servicio a todos los de tu entorno, y estarás así dando ejemplo no de una vela que se está apagando, sino de una estrella que está naciendo.
El Dr. Renato Mayol es autor del libro "Câncer, Medicina e Milagres".
