¿POR QUÉ SOMOS TAN VAMPIRIZADOS ENERGÉTICAMENTE?
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 10/07/2012 13:11:37
por Bruno J. Gimenes - [email protected]
Traducción de Teresa - [email protected]
No tenemos forma de negarlo, los más de los días, al final de la tarde, normalmente nos sentimos agotados. Es corriente que venga aquel cansancio, aquella tensión, hasta un pequeño dolor de cabeza y malestar estomacal. También viene la falta de paciencia y el desánimo. El motivo: estamos agotados de energía, o por decirlo mejor, nos la han sorbido. ¿Cuál es la causa para tantas pérdidas de energía? ¿Por qué somos tan vampirizados en nuestra rutina de vida?
Son muchos los factores que pueden propiciar los saqueos energéticos, pero algunos son más acentuados, luego significativos.
Ante todo, es importante decir que el cuerpo físico humano solo existe y se mantiene gracias a una fuerza vital esencial que algunos llaman fluido vital, otros prana o simplemente Ki. Son muchos los nombres dados a lo largo de la historia de la humanidad, pero el hecho principal es que somos energía.
La fuerza vital que nos alimenta recibe influencia directa de los pensamientos y sentimientos que desarrollamos durante el día, y ahí es donde residen los principales detalles a observar cuando la cuestión es el robo de la energía.
Los malos pensamientos y sentimientos perjudican intensamente la calidad de la energía que abastece el campo de energía humano. De la misma forma, los pensamientos y sentimientos positivos propician el mantenimiento de esta bioenergía.
El problema es que somos seres muy emocionales, lo cual quiere decir que fácilmente entramos de cabeza en una u otra emoción intensa, y éstas, a su vez, son como fuegos de artificio que explotan, se expanden y se mueven frenéticamente. Cuando se produce esta explosión de emociones, sea cual fuere su motivo, hay un consumo excesivo de energía vital y la bioenergía humana se desequilibra. Entonces, junta todos esos acontecimientos del día, enuméralos uno a uno, y percibe que esos eventos son muy corrientes en la vida de la aplastante mayoría de las personas de este mundo.
Tu equipo perdió en los penaltis, sientes cierto nerviosismo… Te desgastas.
Asistes a una noticia muy mala en la televisión y sufres con ello… Te desgastas.
Te enojas al conducir… Te desgastas.
Tienes miedo a no ser capaz de pagar tus facturas… Te desgastas.
Te enfadas con un amigo, un pariente o con tu cónyuge… Te desgastas.
Juzgas una conducta ajena, haces muchas críticas… Te desgastas.
Te quejas de la vida, de tu cabello, de tu cansancio… Te desgastas.
Todos esos acontecimientos comunes en la vida de la mayoría de la gente son los principales responsables por el estado de agotamiento energético en que normalmente nos encontramos al atardecer. Este factor contribuye mucho para el aumento de la intolerancia, del estrés, de la ira, de la falta de amor y de las enfermedades físicas y emocionales en el mundo.
Pero la principal causa de todo esto es el olvido… Olvidar quiénes somos, de dónde hemos venido y cuál es nuestra misión aquí en la Tierra. ¡Tener emociones es humano! Pero aprender a controlarlas también es una habilidad humana en una persona que esté en sintonía consigo misma, con su esencia o Yo interior.
Ya no podemos vivir en el “piloto automático”, sin pensar en nuestros propósitos y sin atender a nuestra alma. Podemos encontrarnos con nuestra esencia en el asiento del tren, del avión o del metro, en la cola de un banco e incluso en algún pequeño espacio de uno o dos minutos que tenemos antes y después del almuerzo.
No debemos cerrar los ojos únicamente para dormir, sino para mirar hacia dentro.
Es preciso que aprendamos a escuchar lo que dice nuestra esencia. ¡Y ella nos habla!
Podemos dar innumerables recomendaciones increíbles para revertir ese proceso de agotamiento energético, o como decimos en la comunidad espiritualista, vampirismo energético. Pero la clave principal, o mejor, la causa raíz del problema es lo que hay que observar: el olvido de quiénes somos y de nuestra esencia.
Vuélvete hacia ti mismo durante tu día, escucha la voz de tu conciencia, respira hondo algunos minutos, elévate a Dios, haz una oración a tu manera y desarrolla la gratitud.
Si tomas estas prácticas como una rutina, en una semana ya serás una nueva persona. ¡Puedes hacer la prueba!