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Portal - Capítulo 15

por WebMaster em STUM WORLD
Atualizado em 08/01/2011 05:47:02


por Satyananda - [email protected]

Traducción de Teresa - [email protected]

Volviendo al rostro del hombre, de aquel que me miró, desde dentro del portal.

En el momento en que ese hombre miró dentro de mis ojos, como si yo estuviese en la sala, la comisura de sus labios pintó una sonrisa, como nos pasaría a nosotros si estuviésemos aquí y de repente mirásemos a la pared, o como nuestros animales de compañía se paran y miran para un lado, para cosas que nosotros no estamos viendo. Entonces, sonriéndome durante algunos segundos, bajó la cabeza y siguió trabajando.

Aquel vórtice de luz blanca se cerró muy rápidamente y cuando volví mi atención al cuarto, mi hermano estaba durmiendo sentado, con la cabeza caída. Nosotros estábamos en el suelo, sobre almohadillas, y todo mi cuerpo vibraba en una intensidad tal que tuve la sensación de que iba a morir, morir porque ya no había movimiento en mi cuerpo y mi consciencia estaba a punto de desaparecer. Nunca me había desmayado en mi vida, entonces, era algo superior y diferente de cualquier tipo de sensación que pudiese haber tenido antes.

Recuerdo haberme arrastrado hasta el cuarto de al lado, donde estaba el altar, y en el suelo mismo acosté la cabeza y entregué mi vida. En ese momento me sobrevino una sensación de adormecimiento que abarcaba los pies, las piernas enteras, la espalda y las manos. No había ninguna fuerza ni voluntad de levantar cualquier parte del cuerpo y con la poquita consciencia que me restaba, dije:
- Padre, Te entrego mi vida. Presiento que ahora se ha terminado este ciclo. Hágase, como siempre, tu voluntad.

Apagué en una especie de sueño sin ensoñaciones, en una paz inmensa, y había en el aire mucha vibración. Parecía que yo estaba inmerso en una piscina de vibración. Todo vibraba muy rápido y todo era una especie de disolución, exactamente como cuando disolvemos un terrón de azúcar en el agua y removemos con una cucharilla para que se disuelva más rápido: yo estaba en ese torbellino. Ya no había ninguna sensación de cuerpo, ninguna memoria del ayer, ningún deseo del mañana. Recuerdo haber abierto los ojos, sin mover ninguna otra parte del cuerpo, y la sorpresa fue enorme cuando me di cuenta de que había dormido allí mismo, en el suelo, despertando en la misma postura en que me había acostado. Caminé hacia el cuarto de al lado para ver si quedaban vestigios de la conversación de la noche pasada; mi hermano estaba durmiendo en la misma postura en que lo había dejado anteriormente. Lo llamé y dije:
- Ve a la cama.

Y él contestó:
- ¿Qué hora es?

Miramos el reloj y eran las 7:30 de la mañana. Nuestra conversación había tenido lugar después de las 23:00 de la noche anterior. En el momento en que lo llamé y le pedí que se fuese a descansar, noté que toda la casa y todas las personas aún estaban durmiendo. Me senté nuevamente frente al altar y contemplé todas aquellas figuras de mi cuarto. Abrí la ventana y miré los árboles, algunos pájaros que volaban, y me parecía que realmente lo veía todo por primera vez.

Pero ahora había algo diferente en el aire, notaba que estaba inmerso en meditación. La sensación de ausencia de mente se hacía presente ahora, y la mayor diferencia era que ahora ningún objeto, ninguna palabra, nada más tenía polaridad para la mirada. Ya no advertía si algo era bonito o feo. No había diferencia en oír una música perfecta o el barullo de la multitud. El ritmo cardíaco ya no cambiaba y todo aquello que antes venía en una sensación por cuentagotas y con mucho esfuerzo, ahora parecía un estado natural.

Pasé a "escucharme". Cuando tú hablas y en realidad estás escuchando lo que has dicho, cuando las palabras ya no pasan por las emociones, ya no pasan por el cerebro, notas que hay una fuerza que moviliza el cuerpo, una fuerza que actúa, que está administrada por una voluntad que no se asienta en este cuerpo. Una voluntad que simplemente te pone en movimiento.

El portal me proporcionó un samadhi. Yo considero que los samadhi, todos esos descritos en la literatura espiritual, son portales que nos conducen a un determinado estado. Nadie que de hecho pase por un samadhies capaz de volver de ese estado, se queda allí, en una determinada franja vibracional, comunicándose con las personas de todas las franjas, pero casi nunca recibiendo la misma vibración.


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