Prevención contra el amor autoritario
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 07/07/2015 11:56:38
por Bernardino Nilton Nascimento - [email protected]
Traducción de Teresa - [email protected]
La definición de la palabra "amor", en el diccionario de la vida, es todo lo mejor que se pueda conquistar, sin embargo, en esas conquistas puede surgir el amor autoritario.
El amor es un sentimiento reconocido como emoción que puede aportar alegría y placer de vivir, pero también puede convertirse en poder, una fuerza invisible que descontrola el ser humano, exigiendo obediencia, miedo y devoción.
Toda la esencia de la definición del amor está en el reconocimiento de que el ser humano es dirigido por un poder, una energía, un sentimiento de amor, cuya presencia incluso los "ateos" sienten profundamente.
El amor autoritario es un sentimiento que individualiza la personalidad de cada uno, que define la idea del poder; debido al control que ejerce, cree tener derecho a la obediencia de quien lo ama y a quien cree amar. Pero eso no es el verdadero y puro amor.
Podemos comprender que el motivo de esta devoción, de esta obediencia, que hace sentir un temor constante, no puede llamarse amor. Esos sentimientos no habitan en las cualidades del amor verdadero y altruista. Esto puede llevarnos a una definición de que el amor en el sentido divino es libre, equilibrado y de mutua confianza. En el amor autoritario reside: el poder, el egoísmo, el miedo y el sufrimiento.
En el amor altruista vive la justicia, la sencillez del poder divino al que podemos permitir dirigir nuestras vidas; cuando se entrega de veras el corazón al verdadero amor, su devoción consiste en dejarle amar y ser amado por todos y también por la pareja, de modo a no agobiar ni reducir su libertad de pensar y de proceder, porque en la libertad se encuentra la justicia, el respeto, la compasión y la humilde devoción de desear la felicidad del prójimo.
Por tanto, el elemento esencial en el amor autoritario está en las experiencias que vienen de nuestros antepasados, donde en este amor el valor principal es la obediencia ciega, y su mayor pecado: la desobediencia. Mientras se postula como omnipotente y omnisciente, en realidad quien está encuadrado en ese amor autoritario pertenece a la clase de los fracasados y cobardes de carácter.
Sólo en estado de libertad se siente amparado por el amor divino; gracias a su amor altruista, puede el ser humano sentirse fuerte, sabio y equilibrado.
El sentimiento de un amor autoritario nos hace pensar que somos poderosos, no obstante, constituye uno de los medios de huir del sentimiento de soledad y pone de manifiesto las limitaciones humanas. En el acto de un amor puro y verdadero, el ser humano encuentra su independencia y la integridad de ser capaz de hacer felices, no sólo a su pareja, sino a todos aquellos que están a su alrededor; encontrando el amor altruista tenemos la recompensa del sentimiento de estar protegidos por un poder que inspira respeto, alegría y seguridad.
Quien hace uso del amor autoritario no puede hablar de humildad, y admitiendo que sea una cosa cualquiera, no estará pensando como debería respecto de sí mismo si no desprecia profundamente cualesquiera rasgos que juzgan su personalidad, ya que la humildad no se acerca a quien se siente dominado por una profunda certeza de su miseria. Y quien se deja dominar por el amor autoritario está constantemente creyéndose débil, incapaz, miedoso y permite ser conducido al sufrimiento. Quien acepta el amor autoritario no puede pensar que todo vale en el amor; el amor divino y altruista nos aporta el coraje, para reaccionar al sufrimiento, que en primer lugar libera y después conduce a la vía contraria al amor autoritario.
El amor secular, autoritario, sigue hasta hoy el mismo principio de todo poderoso(a), queriendo hacer del ser amado objeto de dominación.
El bienestar está en el a mor altruista, en el deseo de ver al prójimo feliz, sin separar de su amor hacia los amigos a la persona amada que le trae alegría y placer.
El amor puro y verdadero, aun siendo un sentimiento único, por sí mismo se ha repartido hacia diversas direcciones, pero todos se encuentran en el camino de la evolución humana.
El amor humanista, por el contrario, está centrado en la idea del ser humano y de sus potencialidades. El ser humano debe desarrollar la fuerza de su razón, para poder comprenderse a sí mismo, sus relaciones con los semejantes y el lugar que ocupa en el universo. Debemos reconocer la verdad, tanto en lo que se refiere a limitaciones como a potencialidades. Incumbe a cada uno de nosotros desarrollar la capacidad afectiva, no sólo hacia el prójimo como también hacia uno mismo, y experimentar la solidaridad hacia todas las cosas vivas.
Naturalmente, necesitaremos equilibrio y amor, para caminar hacia las experiencias que la vida nos ofrece diariamente; en esa clase de amor las experiencias de unión con el prójimo y con el universo, las buenas energías nos conceden y sienten nuestro objetivo mayor, de alcanzar la compasión, la energía mágica de la sabiduría y el placer de vivir en el amor.
La virtud es la realización personal, y no la pasividad de la obediencia autoritaria. La fe en el amor divino se afianza en la certeza de la convicción obtenida a través de las experiencias de las buenas prácticas y de los buenos pensamientos emocionales de satisfacción.
En el amor autoritario el humor predominante es la tristeza y la culpa; en el amor altruista el tono emocional que prevalece es el placer y la alegría.
BNN