Puedes meditar todo el tiempo, ¿lo sabías?
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 29/03/2015 11:30:11
por CASULO DE LUZ - [email protected]
Traducción de Teresa - [email protected]
Oprimido por el enorme vacío interior creado por la superficialidad de la vida moderna, el ser humano trata de encontrar, desesperadamente, una salida, en busca de un consuelo espiritual que dé sentido a su existir. Y, no son pocos los que caen en las trampas de las “nuevas versiones modernizadas” de las religiones tradicionales.
Son capturados por las caricaturas fáciles y groseras de las profundas verdades intuidas por las grandes tradiciones, a lo largo del tiempo. Como es el caso de la práctica de la meditación, que acabó por convertirse en moda y medio de vida fácil para algunos charlatanes. Así, se ha generalizado la creencia de que la meditación es una panacea, o sea, un remedio fácil y de uso indiscriminado para todos los males del alma.
Al aprender que meditar es “sentarse en la postura del loto, con los ojos cerrados y no pensar en nada”, las personas acaban haciendo exactamente lo contrario: excitando la mente, contrayendo el cuerpo y estando cada vez más perdidas y desencaminadas.
A fin de cuentas, sentarse en la postura del loto no es fácil ni confortable para el occidental, acostumbrado desde hace siglos, a sillas, bancos, sofás y butacas. Hace falta un entrenamiento prolongado en el tiempo para estar cómodo en esa postura. Otra incoherencia es la recomendación de “no pensar en nada”. ¿Cómo percibir que no se está pensando en nada, si no se está pensando? Cosa no sólo difícil, sino realmente imposible, que hace a mucha gente desistir de meditar. Entonces, ¿qué es realmente la meditación?
La palabra viene de “meditare”, que en latín significa: “volverse enteramente hacia el centro de sí mismo”, “desligarse del mundo externo”. Es una actividad mental practicada con varios nombres y objetivos por todos los pueblos conocidos. En Oriente, se le denomina “dhyana”, en sánscrito, o sea, “concentrar intensamente la mirada o la atención en algo”.
Entonces, meditar no es “pensar en nada”, sino poner el foco de la atención en un solo pensamiento hasta que éste se sobreponga a los demás. Y, para ello, no hace falta ninguna postura corporal específica. Basta sólo el relajamiento del cuerpo, la concentración de la mente y la disposición del espíritu. Y estar firme en el momento presente. Sin intentar interrumpir el flujo de los pensamientos, sólo no permitiéndose ser dominado por ellos.
Entonces, ¿muchos de los actos que practicamos a lo largo del día son meditación? ¿Sí, lo son!
Comer, trabajar, caminar, sentarse quieto, fregar los cacharros o barrer el suelo, estando plena y enteramente presente, es meditación. Observar, con total atención, el fluir del tránsito, la puesta del Sol, el paisaje que pasa por la ventana del coche o la pared blanca y fría ante ti en el ascensor, también son meditación.
Por tanto, la calidad de la meditación no depende de la grandiosidad ni de la duración del momento en el cual estés plenamente presente. ¿Tu atención ha quedado totalmente centrada durante diez segundos en el simple vuelo de una mosca o en el caminar acelerado de una hormiga? Estupendo. Tú has meditado. Y, la calidad de ese momento de meditación está en la estabilidad, en la profundidad alcanzada y en el efecto que ha causado en tu mente.