¿Qué esperas de las personas?
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 26/07/2016 10:46:26
Autor Suellen Martins Barone - [email protected]
Traducción de Teresa - [email protected]
Cuantas veces nos pillamos juzgando a otro e incluso pensando: “Caray, yo en lugar de Fulano no haría eso, haría esto otro”. Sólo que olvidamos que el otro es diferente de nosotros, por obvio que parezca, y que él no tiene que proceder según nuestra idea y concepción del mundo y tampoco conforme a nuestras creencias.
Ese modo de lidiar con la forma de ser ajena acaba por causarnos muchas frustraciones, y por consecuencia, muchos disgustos también. Aunque la frustración viene porque a menudo nos negamos a aceptar que los demás no están en este mundo para atender nuestras necesidades y deseos. Al igual que nosotros, el otro también está aquí tratando de ser feliz y de hacer lo que le apetece y le parece bien.
A veces, puede incluso que su deseo coincida con el nuestro (si yo creyese en las coincidencias) y que tengamos la suerte de que él haga lo que a nosotros nos gustaría que hiciese. O bien que él nos dé exactamente lo que deseamos recibir. Pero es eso, suerte. O control. En este último caso, queda la reflexión sobre cuán saludable resulta tener a alguien al lado, satisfaciendo todos nuestros deseos, sólo para tranquilizar nuestro ego y nuestra inseguridad, pasando por encima de quién él realmente es. En el caso, la reflexión vale para ambas partes.
También hay mucha gente que lo hace “todo por el otro”, pero siempre esperando algo a cambio. En esos momentos es cuando ves a tanta gente dando amor, cariño, regalos, atención, amistad, tiempo y hasta sacrificios, siempre esperando recibir en la misma medida, si no más.
A esto le damos el nombre de altruismo. Pero… ¡Craso error! Eso no es más que egoísmo disfrazado, cariño. Aquellos que se empeñan en hacer algo siempre esperando una retribución a la altura, no son corderitos. Y en esto, inclúyeme a mí y a ti.
“Ah, pero somos humanos y en el fondo uno siempre espera algo a cambio”. Muy bien. Pero es importante tener conciencia de eso y saber la diferencia. Pues cuando nos ponemos la máscara del altruismo para ocultar o justificar nuestro deseo de trapicheo, ahí empieza un problema. ¿Quieres trapichear? ¡Perfecto! De hecho, casi todo el mundo procede así en un momento u otro. Ahora bien, recuerda que eso no es amor. Hacer el bien sin esperar algo a cambio, eso sí es un gran acto de amor y generosidad.
Y la parte buena que tiene es que cuando estás haciendo el bien a otros, tú te conectas con la vibración positiva del Universo; y estando envuelto en esa energía, automáticamente empiezan a ocurrir cosas buenas para ti.
Puede incluso que aquella persona específica a quien has beneficiado con una buena acción no te dé nada a cambio, pero sólo el hecho de hacer el bien te va a ayudar a expandir el amor que existe dentro de ti, y que muchas veces está escondido, encogido, imposibilitado de fluir.
Es mejor proceder así que cultivar negatividad, frustraciones, ira, odio y rencor. Todo esto surge de expectativas no atendidas. Y, compréndelo, las personas no nos decepcionan. Nos decepcionamos nosotros con ellas, pues esperamos algo que ellas no pueden o no quieren darnos. Y es más, nosotros también “decepcionamos” a los demás. El mundo está lleno de gente esperando algo que nosotros no estamos dispuestos, no podemos o no queremos hacer.
Entonces, vamos a esperar menos y a hacer más. Hacer el bien implica, también y principalmente, tener más paciencia, empatía, cuidado, aceptar al otro tal como es, comprender sus dificultades y limitaciones. Esa es la mayor prueba de amor que podemos dar a alguien.
