Qué hay por detrás de nuestras expectativas? - Parte II
por Rosemeire Zago em STUM WORLDAtualizado em 08/04/2020 11:35:28
Traducción de Teresa - [email protected]
¡Cuánto tiempo lejos de este Sitio, y de vosotros!!! Os eché mucho, mucho de menos. Pero ¿qué fue lo que hizo que yo estuviese tanto tiempo, exactamente año y medio, lejos? Voy a explicarlo: me torcí el tobillo y fracturé varias partes de los huesos de la pierna. Hice tres operaciones quirúrgicas, tres meses sin andar, fisioterapia, hidrogimnasia, gimnasio e inspiración cero para escribir. Toda mi energía se dedicó a mi recuperación y a las personas que atiendo en el consultorio y online. Sí, las consultas no las dejé. Aun con dolor, muleta, después bastón, continué firme allí. Pero ahora, tras la tercera, y en la creencia de que es la última operación quirúrgica, al fin estoy sin dolor ¡y con muchas ganas de estar cerca de vosotros nuevamente! ¡Y acá estoy! ¡Con mucha gratitud por tener ya mi pierna enterita y andando!
En el último artículo hice una breve reflexión sobre expectativas que tenemos en nuestras relaciones. Si no has leído el otro artículo, podrás encontrar el enlace al final de la página.
Y ahora vamos a la segunda parte.
¿De dónde surgen las expectativas?
Muchas tienen su origen en el niño que se ha sentido herido por no tener sus necesidades emocionales suplidas en los primeros años de vida.
La expectativa surge cuando esperamos conseguir o realizar algo ¿cierto? Ella está siempre presente; ya sea cuando hacemos una entrevista de empleo, un examen, conocemos a alguien, realizamos una tarea, hacemos un simple almuerzo, y en otras muchas situaciones. Pero lo que noto es que está casi siempre relacionada con la búsqueda de reconocimiento, o sea, con nuestras necesidades emocionales. Y ¿de dónde surgen éstas?
Desde muy pronto somos dependientes de aquellos que cuidan de nosotros. Todo niño necesita recibir cariño, afecto, amor, reconocimiento de su valía, tener sus sentimientos validados, sentirse importante. Y así aprendemos que son las otras personas las que suplen nuestras necesidades emocionales, lo cual desgraciadamente sabemos que no siempre hacen. Pero el problema se agrava cuando nos hacemos adultos y continuamos esperando que otras personas suplan aquello que no hemos recibido. A decir verdad, lo que aún buscamos de adultos es el amor de nuestros padres, que no hemos recibido cuando éramos niños.
¿Quieres ejemplos? Cuando espero ser reconocida por algo que hago, a menudo estoy buscando el reconocimiento que nunca he recibido. Cuando espero atención extrema de mis amigos, puedo estar buscando compensar la atención que nunca he recibido de mis padres. La verdad es que la expectativa es una tentativa de colmar nuestras necesidades emocionales que no fueron suplidas cuando éramos niños y aún se hacen presentes, con independencia de la edad.
Para ponerlo más fácil, voy a citar un ejemplo: Juan, un hombre maduro, profesional reconocido, muestra con mucho orgullo el séptimo libro escrito por él para su madre, no recibiendo de ella ningún reconocimiento o elogio, y sí indiferencia. Sintió decepción y mucha rabia sin saber el real motivo, pues decía no esperar ninguna reacción por parte de ella. Sólo después de analizar lo ocurrido, recordó que desde niño buscaba el reconocimiento de su madre, que daba más atención a su hermano menor. La necesidad emocional de recibir el reconocimiento de la madre estuvo presente desde muy pronto, pero ha quedado reprimida en su inconsciente por el dolor que esto causaría. Al enseñar el libro a su madre, obviamente existía expectativa de recibir reconocimiento, pero él lo negaba para no sentir el dolor reprimido desde pequeño. ¿Te das cuenta de cuán sutil es la expectativa, y cómo por lo regular tiene origen en nuestros primeros años? Y la negamos para evitar sentir aquel mismo dolor. O sea, por detrás de cada expectativa hay siempre una necesidad emocional no suplida que causó dolor.
Cuando somos pequeños no tenemos acceso al dolor que nos causa no tener nuestras necesidades emocionales cubiertas. Todo ese dolor queda reprimido en nuestro inconsciente, para que podamos sobrevivir. Pero de adultos podemos aprender a identificar esas necesidades ¡y saber que podemos suplirlas por nosotros mismos! Ya no somos criaturas indefensas, pese a que muchos todavía se sienten como tales.
¿Cuáles son las necesidades emocionales que no fueron suplidas cuando eras un niño?
Reflexiona sobre si esperas que otras personas te den aquello que tu niño no recibió.
Continuaré en el próximo artículo. Aguardad la parte III. ¡Hasta entonces!
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