¿Qué llevas en tu equipaje?
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 03/08/2013 14:49:40
por Flávio Bastos - [email protected]
Traducción de Teresa - [email protected]
"Hay un tiempo en que es preciso abandonar las ropas usadas, que ya tienen la forma de nuestro cuerpo, y olvidar nuestros caminos, que nos llevan siempre a los mismos lugares. Es el tiempo de la travesía y, si no osamos hacerla, habremos quedado, para siempre, al margen de nosotros mismos”. (Fernando Pessoa).
En el equipaje de muchas vidas del espíritu inmortal, traemos una tendencia inherente a cada individuo que renace para una nueva experiencia en la materia, que es el modelo emocional-conductual que influye en las elecciones y decisiones durante el proceso vital.
Esa tendencia puede sufrir alteraciones según las experiencias en la relación con las figuras referenciales de la niñez (padre y madre) o sustitutos. En ese contexto, la educación parental es la forma natural de alterar – con o sin amor – una pauta emocional-conductual que trae como característica el rasgo predominantemente positivo o negativo de carácter.
No obstante, como somos espíritus que vivimos en un momento transitorio entre un mundo de pruebas y expiación para la regeneración espiritual, el rasgo que predomina todavía es el negativo, o sea, donde la perversidad encuentra guarida en pensamientos y actos practicados por el ser humano.
Como resultante del rasgo perverso en las relaciones interpersonales, padecemos experiencias marcadas por el predominio de niveles de dolor y sufrimiento, que mantienen al individuo prisionero de sentimientos negativos que interfieren en su emocional y determinan su comportamiento.
Este círculo vicioso de rasgo negativo, que interfiere también en la calidad de vida de la persona, se convierte en un campo abonado para las enfermedades del cuerpo y del alma, que atenazan al individuo en su ciclo reencarnatorio.
Prisionero de sí mismo, debido a las experiencias vitales que lo han convertido unas veces en víctima y otras en verdugo de las circunstancias, el individuo adquiere un mejor nivel de lucidez de sí mismo en un enmarañado de conexiones psíquico-espirituales que revelan su lado sombra como un enigma que ha de descifrar a la luz de la conciencia.
En esta lógica, cada historial individual revela su marcada inclinación acompañada de situaciones específicas que representan desequilibrios psíquico-espirituales originados durante el largo proceso existencial del espíritu encarnado.
En cada historia se observa la reproducción de acontecimientos en los cuales la violencia, más o menos intensa, se convierte en marca registrada de la relación del individuo con su mundo.
En tal sentido, lo que traemos en nuestro equipaje existencial es aquello que somos a la luz de la conciencia. El pesado fardo del negativismo como modelo emocional-conductual, ha venido cobrando su precio durante milenios de existencia del hombre sobre la faz de la Tierra.
Modelo que se reproduce y predomina hasta hoy entre la población del planeta.
Paradigma que casi ha decretado la extinción de la especie humana en dos grandes guerras mundiales. Amenaza autodestructiva que persiste en los días actuales.
Cabe al hombre del tercer milenio, en proceso de expansión de la conciencia, “romper” este paradigma que tantos males causa todavía a la humanidad. Es decir, afinar la percepción de los invisibles mecanismos que impiden su realización plena camino de la felicidad.
Aliviar el pesado fardo que arrastramos en nuestros equipajes existenciales, y hacernos individuo de alma leve y corazón generoso, es el reto de la Nueva Era que acompaña la fase de transición energética del planeta. Momento de que el individuo se despoje de aquello que nada aporta a su evolución consciencial.
Con todo, tal desprendimiento exige voluntad propia, perseverancia y disciplina en el proceso de auto-conocimiento que comienza por el corte de sintonía que nos mantiene ligados a las ocurrencias psíquicamente traumáticas de las experiencias vitales.
Estas experiencias, que están interconectadas y registradas en nuestras memorias, necesitan emerger a la luz de la conciencia para alterar la pauta emocional-conductual que nos acompaña desde hace mucho tiempo. Sin el proceso de concienciación de lo que está inmerso en la inconsciencia, se hace prácticamente imposible el fluir natural del auto-conocimiento de nivel avanzado.
Miedo, culpa, rechazo y rencor son los sentimientos que más interfieren negativamente en la calidad de vida de una persona. Bloquean su voluntad, bajan su autoestima y alimentan la cólera, la envidia y los celos.
Por tanto, es tiempo de abrir tu equipaje existencial para deshacerte del exceso de peso que insiste, vida tras vida, en hacer lentos tus pasos hacia el crecimiento integral. Es momento de descansar del arduo camino para recorrer una dirección más segura, que permita al caminante ser orientado por el fanal de su propia conciencia.
De esta forma, lo que traes o traías en tu equipaje, no tiene la menor importancia en relación a los desafíos que has de enfrentar y a las victorias que lograrás alcanzar durante la nueva jornada frente a la vida.