¿Qué nos aleja de la felicidad?
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 07/06/2012 09:11:40
por Maria Silvia Orlovas - [email protected]
Traducción de Teresa - [email protected]
En mi trabajo como terapeuta, todo el tiempo lidio con la tristeza, con fracasos y derrotas, pero según he notado, lo que de hecho nos aleja de la felicidad es la expectativa que creamos para nosotros mismos. Sí, amigo, el secreto del éxito, de la alegría, está en nosotros, en nuestra forma de contemplar la vida, en el modo de tratar a los demás y en cómo interaccionamos con las cosas que nos suceden.
Me he dado cuenta de que, según vamos adquiriendo fuerza espiritual, tenemos energía y posibilidades creativas para enfrentarnos a cualquier problema, porque vamos más ligeros, más sueltos, menos exigentes. Porque cuanto más exigimos a la vida y a los demás, menos recibimos. Si bien no es fácil mantener esa actitud, pues queremos ser bien tratados, comprendidos, amados, aunque no siempre tenemos derecho a todo eso.
Hay, incluso, mucha gente que demanda a la vida resultados felices, sin jamás haberse puesto en el lugar de los demás, sin fijarse en la realidad a su alrededor.
Las personas exigen actitudes, comportamientos, resultados, casi como una venganza. En tal caso, son personas que sienten que ya se les ha exigido mucho, que han sido castradas en su creatividad, que no se han sentido aceptadas y respetadas, y ahora que ya han logrado cierta posición, se ven con derecho a exigir a los demás, en la misma proporción de todo lo que les ha tocado a ellas enfrentar. Pero ¿funciona así todo eso?
¿Debemos arrastrar ese lastre en nuestras relaciones actuales y futuras?
Si un día hemos sido tratados así por nuestros padres, familiares, escuela, amigos, ¿no sería posible hacerlo nosotros de otra manera, de ahora en adelante? ¿No sería posible cambiar? Querer pagar con la misma moneda, exigir lo mismo del otro ¿nos alivia en algo? ¿Sirve de algo la venganza?
Una vez, en una consulta de Vidas Pasadas, oí decir a un mentor que para librarse de una herencia maligna era preciso liberarse del exceso de reivindicación, de la exigencia para con el mundo y las personas de nuestro entorno.
No soy favorable a la displicencia, a ser demasiado liberal, dejando las cosas sin hacer, ni tampoco pacto con personas que abandonan los estudios o dejan de dedicarse a su mejoramiento personal, pero el mundo no necesita lastre ni rigidez de comportamiento. Por tanta exigencia podemos convertirnos en personas crueles sin darnos cuenta.
¡Más amor, por favor!
Hemos de comprender que los demás ofrecen únicamente lo que tienen. Y que si hay personas que todavía son duras, maleducadas, egoístas, a nosotros, que nos esforzamos por mejorar ese comportamiento y nuestra forma de actuar, incumbe permitirnos tener más levedad en los comportamientos y sabiduría para no crear tantas expectativas acerca de la felicidad.
La levedad comienza en quienes tienen más conciencia.
Si aceptamos que cada uno es lo que es, y ofrece únicamente lo que tiene, lo que ha aprendido, ciertamente seremos mucho más felices.
Romper las expectativas, y vivir mejorando cada día lo que la vida nos ofrece, nos convierte en artistas de la convivencia y escultores de la felicidad. Pues no perdemos nuestra energía intentando corregir el mundo exterior, sino que tenemos la atención enfocada hacia nuestra evolución. Y si procedemos así, ciertamente nuestra energía en la luz estará potenciando la luz en otras personas y naturalmente el mundo recibirá esta nuestra fuerza del bien. Podemos ser optimistas. Y formar parte de la creación de los primeros eslabones positivos. ¿Qué te parece?
No sé tú, pero yo hace ya cierto tiempo que vengo esforzándome mucho en el arte de vivir de modo más leve, y los resultados vienen siendo agradables relaciones y paz en el corazón. ¿Habrá algo más feliz que vivir así?
