¿Qué tal abandonar tu zona de confort?
por Maria Isabel Carapinha em STUM WORLDAtualizado em 21/05/2014 10:55:22
Traducción de Teresa - [email protected]
El lugar que conocemos, el empleo que tenemos desde hace años, o incluso la persona que comparte nuestra vida pueden representar una zona de confort. Podemos desperdiciar un tiempo y una energía inmensa sin nunca salir del estado en que nos encontramos.
A menudo el problema no está en el otro, ni tampoco en la situación en que te encuentras, sino en el desequilibrio energético que nos hace ver el mundo de forma distorsionada.
Querer cambiar es, efectivamente, el primer paso para que todo ocurra, pero yo diría que hay un segundo paso, que es abandonar tu zona de confort, y este es mucho más difícil, y requiere esfuerzo propio.
Cuando cuestionas tus decisiones equivocadas y tus reacciones destructivas en el momento en que algo malo sucede, y te abres al deseo energético de cambiar, los cambios empiezan a producirse.
Quejarse continuamente por lo que te pasa no añade nada en el sentido de transformar tu vida. Lo único que de hecho ocurrirá será una conexión inmediata con el tipo de vibración negativa que estás emitiendo.
Hay una sabiduría antigua que dice que media hora de pensamientos negativos retrasa tu vida dos días. ¿Qué decir sobre esto? Dios mío… ¡Sí, “Dios mío” cabe como un susto!!!
La zona de confort me sitúa con frecuencia en vibraciones mentales negativas, puesto que es mucho más fácil quejarme de lo que ya conozco que lanzarme a lo nuevo, que no conozco.
Si vives una situación no buena, ten la absoluta seguridad de que ésta no tiene por qué formar parte de tu vida eternamente. Si ves que has llegado al fondo del pozo, lo mejor que puedes hacer es dejar de cavar.
Pero ¿qué significa realmente este equilibrio energético? Significa una perfecta alineación entre mente, cuerpo y espíritu. Te apoderas de tus deseos y de ellos haces tu ideal de vida, creas objetivos definidos y empeñas tu energía plena en conquistarlos.
Hace cierto tiempo atendí a una chica que se quejaba de relaciones no correspondidas y de inestabilidad económica a lo largo de su vida. El sentimiento y energía que emanaban de sus palabras eran sentimientos evidentes de culpa. Había acudido a mí por insistencia de amigos, pero yo notaba que la zona de confort era la primera barrera que yo tenía que ayudarle a franquear. Ella simplemente había definido que su vida tenía que ser para siempre tal como estaba. Se quejaba continuamente, pero en sus palabras no había el deseo de cambiar.
Le expliqué que a través de la Mesa Radiónica yo iba a restablecer en primer lugar sus frecuencias energéticas, para a continuación averiguar las fechas en que se habían producido los posibles bloqueos que le estaban impidiendo progresar en la vida.
De inmediato apareció una fecha cuando ella tenía la edad de ocho años. Después de pensarlo, me dijo que lo único ocurrido había sido un accidente con su hermana. Advertí que su semblante se había demudado. Según mi análisis, significaba que habíamos descubierto el origen del nudo formado en su vida.
Le pedí que describiese lo ocurrido. Me contó que su hermana y ella estaban solas en casa; sonó el timbre, ella fue a atender, y era su tía con el almuerzo para ambas. La hermana, cuando vio a la tía, salió corriendo en pos del perro de ésta y fue atropellada por un coche que circulaba por la calle. Su hermana rompió todos los dientes delanteros. Ella se sintió completamente culpable y responsable por lo ocurrido, ya que los padres le habían encargado que cuidase de su hermana.
Eliminé, entonces, en la Mesa Radiónica, aquel bloqueo de culpa existente en su vida y luego le expliqué: observa que, en aquel momento, habías decretado para tu vida que no eras merecedora de nada que fuese bueno, puesto que eras culpable; y con la eliminación de este bloqueo, tu vida ha pasado a fluir naturalmente, ¡sin miedos y sin culpas!
Ella me miró un poco incrédula, pero como la Mesa Radiónica actúa en la transformación de las energías, no me preocupé, pues yo tenía la absoluta seguridad de que los cambios empezarían a producirse.
Pasado cierto tiempo: empleo nuevo, comienzo de nueva relación, y así sucesivamente… la tal zona de confort había sido abandonada.