Menu

Quién es el responsable

por WebMaster em STUM WORLD
Atualizado em 18/12/2010 09:23:22


por Oliveira Fidelis Filho - [email protected]

Traducción de Teresa - [email protected]

La culpa es de los padres que no educan a sus hijos, del Estado, que no invierte debidamente en educación, de los alumnos que ya no tienen respeto, de los profesores faltos de preparación, de las clases “nada que ver…” En la eterna necesidad de transferir la responsabilidad, toda la sociedad se enferma. Datos recientes nos dan cuenta de que de los 55 mil profesores de la red de São Paulo, 16 mil (un 30%) se han dado de baja por motivos de salud. Crece concomitantemente el número de alumnos con los más variados trastornos y disfunciones, procedentes de familias también fragmentadas y enfermas. Vivimos dominados por el vicio de la transferencia que a todos debilita.

Al filósofo existencialista Jean-Paul Sartre se atribuye la famosa frase: “el infierno son los otros”. Según Sartre, al depender demasiado de los juicios y actos de los otros, abrimos mano de nuestra libertad esencial y creamos nuestro propio infierno. Arde así la caldera alimentada por nuestros propios miedos, por nuestros “demonios” internos, por la incapacidad de autonomía. Para el filósofo francés, por tanto, los otros no son necesariamente los causantes de nuestro sufrimiento; somos nosotros quienes transformamos al otro en el verdugo de nuestra tortura.

Somos generalmente ágiles en transferir a otro las causas de nuestras inseguridades, irritabilidades, malestares, carencias, infortunios, amarguras, estreses, descompensaciones, explosiones de ira, en fin, nuestra carencia de Paz. Con todo, por más que creamos que “el infierno son los otros” es dentro de nosotros donde arde.

“Los otros”, con quienes estamos obligados a convivir, como jefe, socio, compañero de trabajo, vecino, cónyuge, padres, hijos o hermanos, entre otros, si no existiesen o no tuviesen el comportamiento que tienen, la vida sería un mar de rosas, el propio cielo; tendríamos paz. ¡Alucinamos! Para muchos aún, el infierno no son los otros, sino la soledad emocional, intelectual, espiritual y relacional en la que se ven inmersos.

La verdad es que el otro realmente problemático, que contemplamos proyectado en el prójimo, vive dentro de nosotros. Se trata del otro que existe en discordancia con el Yo, un ego desvirtuado y fragmentado en desarmonía con el Self, con la esencia divina que habita todos los seres, humanos o no.

Me gusta el cuento de la mujer que a través del cristal de su ventana miraba las ropas mal lavadas de la vecina. Ella no ahorraba comentarios malévolos, hasta el día en que limpió su propia ventana y, como en un pase de magia, advirtió que las ropas de su vecina estaban muy bien lavadas. Hace más de 2000 años Jesús ya recomendaba: “¡Hipócrita! Quita primero la viga de tu ojo y entonces podrás ver bien para quitar la paja del ojo de tu hermano.” Tal enseñanza del Maestro me hace recordar el día en que cambié una lámpara de 40 por una de 100 vatios en mi baño y empecé a advertir que había en él mucha suciedad. Cuando iluminamos mejor nuestro propio interior percibimos que necesitamos, y mucho, hacer en nosotros una limpieza.

Desde tiempos inmemoriales alimentamos el vicio de trasferir al otro las causas de nuestro infierno personal. Tan antiguo como el mito cristiano de Adán y Eva, y ciertamente de mucho antes, es la reactiva compulsión que nos lleva a transferir responsabilidades y, sobre todo, no admitir que los infortunios personales y ajenos son, sí, responsabilidad nuestra. Con tales patrones conductuales, cubrimos el planeta de mutuas, interminables y sombrías acusaciones; caminamos en círculo, no evolucionamos, no expandimos la consciencia.

Así, “Adán” y “Eva” continúan acusándose mutuamente en el tiempo y en el espacio. Sobre algún “chivo expiatorio” improbable se descargan enfermizas culpas. A un “cristo” divino o humano consideramos posible transferir densas y consteladas sombras. Bajo alguna arena inconsistente, se insiste en enterrar la cabeza, desconsiderando la insania de tal acto y la vulnerabilidad a que se queda expuesto.

Recordando a Freud, desgraciadamente tales mecanismos de sobrevivencia, como negación, represión, supresión, proyección o racionalización, aunque ayuden a sobrevivir, están lejos de proporcionar acceso a los oasis de una vida abundante. Fue, en cambio, para esta dimensión abundante de vida, que el Maestro Jesús nos desafió con su propia vida y enseñanzas.

Pero ¿cómo salir de este círculo vicioso, de esta forma-pensamiento tan fuertemente instalada en el inconsciente individual y colectivo? ¿Cómo librarnos de este terreno empedernido, sembrado de culpas, fugas, acusaciones y miedos, del cual germinan los frutos con que nos alimentamos e intoxicamos? ¿Cómo desprogramar este robot formateado por creencias que nos subyugan a partir de comandos provenientes del subconsciente? Asumiendo el 100% de la responsabilidad.

Mientras no asumamos el 100% de la responsabilidad, continuaremos conviviendo con una educación distante de la ideal; con políticos corruptos, oportunistas, faltos de preparación e incompetentes. Con líderes religiosos y espiritualistas estafadores, con noticieros salpicados de sangre y de las más variadas expresiones de miseria, aparte de interminables conflictos internos y externos.

Asumir el 100% de la responsabilidad es comprender que aquello que vemos ocurrir fuera de nosotros es simplemente proyección de una realidad que está dentro de nosotros, pues, lo admitamos o no, somos todos Uno.

Significa, en palabras del Maestro, “andar la segunda milla”, o sea, derribar los muros del ilusorio aislamiento que buscamos levantar mediante la transferencia de la culpa, pasando a caminar amorosamente al lado de quien, según nuestro parecer, nos impone limitaciones y sufrimientos. No siempre este caminar al lado tiene que ser físico, pero sí siempre cercano al corazón. Solo así estaremos buscando diluir, en la Luz que en nosotros tiene que existir, las sombras que vemos en los otros.

Significa, aun recordando al Maestro, “poner la otra mejilla”. Y aquí se hace necesario bajar la guardia de la reactividad. Lo que se propone es responder con silencio amoroso al grito rencoroso; colocar en la bandeja de la maldad el cáliz de la bondad; acoger en la mansedumbre los actos de agresividad; iluminar con la cara del amor los caminos sombríos del odio; “Poner la otra mejilla”, por tanto, es diluir en la Luz interior las tinieblas exteriores, es guarecer al calor de la reconciliación la frialdad de las guerras conscientes, que el semblante duro y gélido del mal solamente derrite y caldea en la magia del Amor.Asumir el 100% de la responsabilidad es poner en práctica el principio de siembra y cosecha como dijo Jesús: “todo cuanto, pues, queréis que los hombres os hagan, hacédselo vosotros también a ellos; porque esta es la ley y los profetas”. En este principio está implícito todo lo más significativo en la expansión de la consciencia, en el desarrollo de la espiritualidad, en la salud existencial y relacional.

Asumir el 100% de la responsabilidad no significa culparse, sino transformar.


estamos online   Facebook   E-mail   Whatsapp

Gostou?   Sim   Não  
starstarstarstarstar Avaliação: 5 | Votos: 1


clube WebMaster é o Apelido que identifica os artigos traduzidos dos Associados ao Clube STUM, bem como outros textos de conteúdo relevante.
Visite o Site do Autor

Saiba mais sobre você!
Descubra sobre STUM WORLD clicando aqui.

Deixe seus comentários:



Veja também

As opiniões expressas no artigo são de responsabilidade do autor. O Site não se responsabiliza por quaisquer prestações de serviços de terceiros.


 


Siga-nos:
                 


© Copyright 2000-2024 SomosTodosUM - O SEU SITE DE AUTOCONHECIMENTO. Todos os direitos reservados. Política de Privacidade - Site Parceiro do UOL Universa