Quien habla lo que quiere...
por Rosana Braga em STUM WORLDAtualizado em 03/03/2007 22:25:30
Traducido por Melissa Park - [email protected]
Apuesto que usted completó la frase, aunque sea mentalmente: “... ¡escucha lo que no quieres!”. Al final, es para eso que sirven los dichos populares – para hacernos creer en ellos como verdades absolutas. ¿¡¿Pero será?!?
En algunos casos, ciertamente vamos a escuchar lo que no queremos al hablar de lo que queremos, pero en otros, ciertamente podremos escuchar lo que queremos. Por lo tanto, la frase más acertada seria: “Quien habla de lo que quiere, escucha lo que el otro quiere” y punto. ¡Simple así, obvia y justa así!
El problema es que, por no suportar la idea de que el otro puede hablarnos de lo que no queremos escuchar, preferimos ni decir lo que queremos. O aún, para no darle el derecho al otro de hacer lo que él quiere, muchas veces dejamos de hacer lo que tenemos voluntad.
Quien nunca escuchó a alguien decir algo del tipo “¡Yo no salgo con mis amigos por que si no él se va a creer con el derecho de salir también!”. O algo así “Pero ¿si yo le digo que quiero pasar el final de semana con ella y ella me dice que prefiere viajar con sus padres? Y por ahí va…
El mundo de la imaginación rueda suelto y nadie se expone, nadie se atreve a ser auténtico, a aceptar sus deseos y “pagar para ver” cuales son los deseos del otro.
Un amigo mío peleó con su esposa (y quien ya dividió la cama con alguien, sabe: cuando una pareja pelea, el espacio entre uno y otro se torna tan grande que en la cama donde los dos duermen pasa a caber tres personas...) y de ahí él me dice: “¡Caramba, yo quedé con un deseo incómodo de abrazarla durante la noche!”.
Y yo: “¿Y, por que no la abrazó?”. A lo que él rápidamente se defendió: “Ah, ¡no! ¿Y si ella no quería? ¿O si ella creyera que sólo por eso, estoy aceptando que estoy equivocado?”.
Pero yo insistí: “Si ella no quisiera, cabría en ella manifestarse y demostrarte lo que quería. Además, si ella va a creer esto o aquello por cuenta de su voluntad, es problema de ella y ¡no tuyo! Los deseos de ella son de ella y los tuyos, son tuyos. Mientras ustedes quedan imaginando lo que el otro puede pensar o hacer, nadie revela lo que realmente está sintiendo o deseando. Por que simplemente no haces tu parte y dejas a ella que haga la de ella, para así ¿ver lo que sucede?”.
Él me quedó mirando, pensativo, con una expresión un tanto confusa, como quien – de repente – se ve delante de una nueva posibilidad; pero enseguida volvió a defenderse: “Ah, ¡no! Prefiero quedar en la mía ¡antes de que me boten!”. Y yo, pretensiosamente, traduje: “Quiere decir, entonces, que tú prefieres no hacer lo que tienes voluntad, solo para no correr el riesgo de descubrir ¿que el deseo de ella no es igual al tuyo? Y además: prefieres darte por vencido ¿antes que arriesgar y tener tu abrazo retribuido?”.
Él rió, un tanto perturbado con mis indagaciones, y nada más habló. Quedamos en silencio, cada cual con sus reflexiones... pero estoy segura de que, la próxima vez, él va a pensar mejor si realmente debe abdicar de sus deseos por miedo al deseo del otro.
Sinceramente, yo sé que no es nada fácil ser rechazado o percibir que lo que uno quiere no va a ser posible porque el otro no quiere, pero también me siento cada día más entera y satisfecha conmigo misma en la medida que consigo asimilar que soy responsable tanto por aquello que hago como por aquello que dejo de hacer, especialmente cuando el asunto pasa por mi corazón...
Y así, aún sintiendo miedo, he preferido arriesgar, hacer mi parte y dejar que el otro haga lo que desee hacer, piense lo que quiera pensar y sienta lo que pueda sentir.
Porque sólo de este modo estaré viviendo las relaciones con todo mi ser, amando como yo realmente quiero amar, sin que mis fantasías sobre lo que él piensa, siente y quiere conduzcan mis deseos.
¿El resultado? Ha sido mucho más positivo de lo que yo podría haber supuesto, ¡felizmente!