Relaciones con Predadores Emocionales - Asesinos Silenciosos
por Silvia Malamud em STUM WORLDAtualizado em 09/09/2014 10:34:33
Traducción de Teresa - [email protected]
Roban tu escena interna.
Interrumpen tu sueño y tu paz emocional.
Quieren vivir tu vida.
No soportan tu autonomía.
Te envidian, pero no se dan cuenta de ello.
Inventan que quieren cuidar de ti cuando lo cierto es que quieren absorberte hasta sobrepasar todos tus límites físicos y emocionales.
Insaciables, sorben tu energía hasta la muerte.
Quieren corromper tu sanidad mental, porque así se hace más fácil tu sumisión.
Te seducen por donde tú eres más susceptible de seducción. Quiebran poco a poco tu autoestima. Minan tu energía y se nutren insaciablemente de todo lo que eres tú. Son inconvenientes y no todos están preparados para lidiar socialmente con otros. Dicen que sólo te tienen a ti, y que tú eres el puente hacia el mundo. Inspiran pena, culpa y cuidados reparadores.
Líbrate lo más pronto posible de esos “lobos en piel de cordero”, el destino de este tipo de relación es invariablemente letal. Permanece alerta. Busca ayuda, huye y advierte que en ese momento todos tus miedos son plantados por ellos.
La solución para esa clase de relación es la ruptura inmediata, el corte, y si es posible, la ruptura por completo de toda forma de contacto. Tú no estás enamorado(a) y tampoco amando, estás únicamente intoxicado(a) por lo que ella (o él) te infunde. Mediante la inserción de pensamientos y sentimientos desastrosos es como el predador emocional, día tras día, va robando tu capacidad de lucidez. Su acción funciona como una especie de droga venenosa que va siendo gradualmente inyectada y que tiene una única función que es la de intoxicarte.
Despierta, corres riesgo de vida. Cree en ti y en tus más ínfimas percepciones. Escúchate a ti mismo.
Aun siendo fruto de situaciones aprendidas en nuestra más tierna infancia, cuando fuimos adoctrinados para ser obedientes, educados, sensatos y convenientes, debemos recordar que para sobrevivir también hemos de saber imponer límites y decir no.
Por lo regular, las víctimas de este tipo de asesinos silenciosos tienen una visión color de rosa de la vida, y consideran que serán capaces de reparar absolutamente todo el malestar del otro, incluyendo sus repentinos cambios de humor. Para ello muchas veces atraviesan sus propios límites de tolerancia física y emocional, intentando agradar. Como táctica del abusador, las tentativas de confortarlo son poquísimas veces apaciguadas y, con ello, las víctimas poco a poco van perdiendo toda su vitalidad y fuerza psíquica. Se equivocan drásticamente al imaginarse súper-poderosas y sin límites en su capacidad de resiliencia. Actúan orientadas por creencias inconscientes aprendidas desde muy pronto, en la niñez, relativas a la necesidad de agradar y servir a los otros para controlar humores, no ser atacadas y, de algún modo, no ser abandonadas. Todo ello para ser al final bien vistas y, por lo tanto, amadas. Las escenas se repetirán de modo diverso, mientras determinadas cuestiones referentes al amor propio no queden subsanadas.
Tanto en los depredadores como en las víctimas, hay una creencia negativa sobre sí mismos. La diferencia es la actitud. El predador, por ser frágil, no soporta ver la vida proyectada fuera de sí mismo. Envidia y quiere destruir. Al ver al otro existiendo, él tiene la dimensión de su no existencia y quiere destruir para sobrevivir. Con sus artimañas, repetidamente, va a inspirar en el otro miembro de la relación sentimientos de culpa por haberle hecho sentirse lastimado, malhumorado, irritado y así sucesivamente. Insidiosamente el predador va instalando nuevos códigos de funcionamiento cerebral, donde sus víctimas gradualmente se van olvidando de sí mismas hasta el punto de no pocas veces exculpar al agresor asesino.
Tengo pacientes que relatan recelo a tomar un vaso de agua siquiera, por el temor de hacer algo equivocado… Cuentan que perciben a la pareja al acecho observándolas, y al menor desliz, que muchas veces ni siquiera es un desliz, las descalifican moralmente, literalmente acabando con ellas. Las más de las veces ese patrón de relación acosadora se produce dentro de casa y lejos de miradas externas, lo cual dificulta que sea comprendido, incluso por las víctimas en cuestión.
