Relaciones con suegras
por Silvia Malamud em STUM WORLDAtualizado em 11/04/2012 14:18:41
Traducción de Teresa - [email protected]
Es posible predecir si la relación con la futura suegra será problemática. Como dice el refrán popular, nadie causa una segunda primera buena impresión. Lo que puede ocurrir, sin embargo, si los primeros contactos fueron mínimamente difíciles, es que con el transcurso del tiempo, tanto la relación afectiva de la pareja como las relaciones familiares se estabilicen.
Dependiendo de la estructura familiar, una nueva persona puede representar amenaza de inserción cultural alienígena para los códigos de aquélla. Es interesante notar que esto ocurre incluso en culturas bastante semejantes. Un elemento nuevo en la familia, por más anhelado que fuese, siempre será un nuevo elemento.
Dentro de este espectro de observación, múltiples son los matices que entreveran el todo de la relación suegra/nuera/yerno. Es sabido que muchas madres despliegan de modo narcisista cuidados excesivos para con sus hijos y que en tales casos duele demasiado la posibilidad de entregar sus crías a alguien extraño… y peor todavía… ¡más joven! Olvidan que los hijos ya tienen identidad propia independiente de la suya y que pueden y deben tomar decisiones. Esto puede incluso parecer imposible, pero si pensamos con una línea de razonamiento subliminal y verdadera, cuando los hijos maduran una relación que se encamina al matrimonio, inexorablemente ponen de manifiesto a los padres que ya se están haciendo viejos. El sentido de la finitud de la vida evocado puede traer la sensación del síndrome del nido vacío y de la pérdida del sentido de la vida para éstos, que han estado demasiado apegados al papel de padre y principalmente de madre.
Las suegras que a lo largo de su vida han construido su propia identidad aparte de la de ser madres, tienen tendencia a ser excelentes suegras compañeras de jornada en la vida de nueras, yernos e hijos. En esos nuevos papeles cada cual tiene su individualidad y los encuentros y convivencia pasan a ser intercambios afectivos de amor y de conocimientos de vida.
Las suegras y suegros con dificultades para aceptar esos cambios de la vida pueden pasar por crisis emocionales bastante comprometedoras; los posibles síntomas manifestados pueden pasar por el rechazo al otro, depresión y agresividad. La clave en tales casos es crearse una identidad propia teniendo en vista aprovechar al máximo la libertad de experimentarse de modo diferente al de la estructura anterior. En los casos más severos, buscar el auxilio de un profesional competente es excelente indicación, a fin de que ese nuevo tiempo sea realmente una innovación para mejor.
Las nueras, a su vez, deben prestar atención a posibles comentarios de cuño peyorativo por parte de sus suegras. Por ejemplo, sobre su modo de vestirse, de expresarse y otros, aparte de trabajarse interiormente para no dar eco a las provocaciones. Si la relación va a continuar, verificar si ambas pueden pasarlas por alto, a fin de que la atención sobre dichas cuestiones no sea objeto de más juicios de valor o críticas que vengan a encarnizar una competición innecesaria.
Cuando la relación se hace muy penosa hay que tomar actitudes más formales y un cuidado especial a fin de no mandar recados por el hijo(a), pues éste no es un juguete, y la información que permanece es que la persona del recado es demasiado especial o demasiado floja. Una conversación frente a frente de modo desarmado y en busca de armonía, dependiendo de la situación, puede ser bastante promisoria.
Por otra parte, también hay que estar muy atentos cuando los comentarios negativos se vuelven contundentes y viciados. Si es el caso, reflexionar sobre lo que podrá ser el futuro de la relación en medio de esa pauta de interferencias y si vale la pena continuarla.
El tema es complejo y no podemos ser demasiado simplistas, puesto que a veces los familiares observan diferencias culturales y de conducta chirriantes en los novios, y quieren y deben advertirlo a los hijos. Por otra parte, a veces existe la percepción equivocada de que el hijo es el mejor de todos y la idealización sobre una pareja a su altura la hace prácticamente imposible.
Saber reflexionar sobre esas cuestiones y buscar clareza y discernimiento es el punto alto. En la duda, sigue tu corazonada, tu intuición y escucha tu voz interior. Difícilmente ésta te engañará. Las racionalizaciones pueden ser buenas en determinados momentos de la vida, pero no siempre son alimentos saludables para el alma.