Religiones y Confusiones
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 31/03/2011 12:51:14
por Renato Mayol - [email protected]
Traducción de Teresa - [email protected]
Solamente cuando la civilización ascienda a la madurez psíquica prescindirá de los mecanismos infantiles y alienantes cuya matriz es la religión, pues ésta infantiliza a las personas y las arrastra al delirio de masa". - Freud.
Al comienzo, el hombre primitivo, asombrado y maravillado con el sol, la luna, las estrellas, el trueno, el rayo, el fuego, las enfermedades y la muerte, buscó en las divinidades el factor causal de sus miedos y aflicciones. Y procuró aplacar la ira y atraer las gracias de lo Desconocido por medio de sacrificios humanos o de animales. Desde siempre llevado a cabo todo ello bajo el liderazgo de aquellos que primero habían percibido las ventajas sociales y económicas de la intermediación entre el Cielo y la Tierra.
Y los mensajes de los Grandes Maestros y de los Profetas, en su mayoría fueron, por desgracia, desvirtuados por aquellos que, apoderándose de ellos, se arrogaron la patente de esas enseñanzas y las interpretaron y editaron de forma conveniente a sus propios intereses. Enseñanzas esas que, poco a poco, fueron siendo difundidas por predicadores profesionales, cada uno procurando conseguir la mayor franja posible de ese mercado.
Así se fueron estructurando las diversas religiones, que con sus doctrinas y dogmas han pasado a controlar la vida de las personas, mediante el establecimiento de unas normas de conducta que serían necesarias para entrar en el reino de los cielos. Cuyas llaves solamente ellas tendrían, y nadie más. Supuestas llaves que dieron a los intermediarios de la reconexión con lo Divino el control del cuerpo y del alma de los hombres y, en innumerables circunstancias, también de su dinero y posesiones, pese a que, en rigor, la salvación dispensa la necesidad de cualesquiera intermediarios.
Para cautivar e inculcar mensajes subliminales en las mentes carentes y receptivas de aquellos que van en busca de un alivio para sus aflicciones, los modernos empresarios de la religiosidad y los predicadores profesionales se sirven actualmente de sofisticados métodos de neurolingüística, bien de forma estudiada y planificada, bien de forma natural y espontánea.
Son gestos de las manos y del cuerpo ejecutados por los fieles bajo el mando y la orientación de los maestros de ceremonia. Gestos que van acompañados de palabras y músicas que exaltan las emociones del público, desarmándolo de cualquier análisis crítico, pues durante tales actividades, lo difícil, si no imposible, es reflexionar. Tales artimañas para la sutil manipulación de la mente, en sus variadas formas y en mayor o menor grado, pueden encontrarse en cualquier religión.
Además, en general, el hombre común depende para sentirse feliz de manuales con ideas, opiniones y doctrinas ya hechas. Y las doctrinas de los supuestos libros sagrados, de tanto leídas y repetidas, acaban, poco a poco, instalándose en el subconsciente, integrándose en la programación del cerebro y robotizando, en especial, a aquellos individuos de mente débil y poco evolucionada. Éstos, cuando tomados de exaltada y ciega devoción, se convierten en fanáticos cuya intolerancia hacia los seguidores de otras doctrinas es causa de tantas atrocidades y de tantas guerras religiosas. Guerras estas que siempre tienen también factores económicos y políticos en su origen.
Y en esas, o en cualesquiera guerras, ¿tiene por casualidad sentido que cada parte de la contienda pida protección a su propio Dios, y ruegue que mueran los enemigos que están en la parte opuesta? Y ¿no es tragicómico que el Dios de los vencedores sea recompensado con plegarias, velas y ofrendas para que permanezca fiel y a disposición, a fin de continuar atendiendo cual genio de la lámpara a los ruegos que se le hagan? Pero ¿y el Dios de los otros? ¿Y si el Dios de los otros fuese el mismo Dios para las dos partes? ¿Jugaría él en ese tablero, unas veces con las fichas blancas y otras con las negras?
Si los predicadores conociesen de hecho las verdaderas enseñanzas originales y supiesen transmitir los métodos para la redención y la transmutación del hombre, difícilmente habría guerras. Por ello, frente a las crisis de percepción sobre la propia existencia, la búsqueda de lo trascendental lleva a los hombres a paseos por los campos no solo de la religión, sino también de la filosofía y del misticismo.
Las religiones deberían ser como los andadores - útiles para ayudar a las personas en sus primeros pasos, pero después dejarlas libres en la búsqueda consciente de su propia realización espiritual. Cada cual puliéndose con las herramientas que mejor le parezcan entre las disponibles, hasta reconquistar el brillo perdido. Realización esa que debería consistir en actuar demostrando de todas las formas posibles el amor al prójimo. Entonces sí, estarían las religiones ayudando al hombre a encontrar la vía que conduce a la Armonía, a la Tolerancia y a la Paz.