Reprograma Tu Vida V
por Saul Brandalise Jr. em STUM WORLDAtualizado em 09/11/2007 15:01:14
Traducción de Teresa - [email protected]
Vivir el Presente, estar atentos a nuestro nombre, dejar de responsabilizar a terceros por nuestros patinazos, ser conscientes de que lo feo existe para que lo bello pueda surgir, que el dolor se hace presente para que pueda entenderse la felicidad, son procesos importantes en la comprensión y aceptación de nuestra transitoria vida terrena.
No obstante, dos cosas pesan fuertemente. Saber aprovechar el PRESENTE y PERDONAR.
La semana anterior hemos dejado evidente lo que es preciso hacer con nuestro momento, con nuestro día, con nuestro PRESENTE.
Esta semana hemos de aprender qué hacer con el DOLOR, con la Mala Agua (Resentimientos) que acumulamos en nuestro cuerpo físico, emocional y mental.
Una fábula muy interesante, de un Samurai, ayuda a ilustrar nuestro pensamiento y el comienzo de nuestro concepto.
“Érase una vez un grande y anciano Samurai que vivía en Japón. Se dedicaba a enseñar el arte Zen a los jóvenes. Pese a su edad, corría la leyenda de que aún era capaz de derrotar a cualquier adversario.
Cierta tarde, un Guerrero conocido por su falta de escrúpulos apareció por la ciudad. Quería derrotar al Samurai y aumentar su fama. El joven se acercó al viejo Samurai y empezó a insultarlo. Chutó algunas piedras en dirección a él, escupió en su rostro, gritó insultos y ofendió a sus antepasados.
Durante horas hizo de todo para provocarlo, pero el viejo permaneció impasible. Al final del día, sintiéndose exhausto y humillado, el Guerrero se retiró. Y sus alumnos preguntaron al maestro cómo había podido soportar tanta indignidad... Entonces él dijo:
Si alguien se acerca a ti con un regalo, y no lo aceptas, ¿a quién pertenece el regalo?
- A quien ha intentado entregarlo, respondió uno de sus discípulos.
Lo mismo vale para la envidia, la rabia, el resentimiento y los insultos. Cuando no son aceptados, continúan perteneciendo a quien los portaba consigo.
Tu paz interior depende exclusivamente de ti, los demás no pueden quitarte la calma, sólo si se lo permites...
“NADIE TE HACE DAÑO SIN TU CONSENTIMIENTO”
Este es el primer paso. No aceptar que nuestros adversarios dominen nuestros pensamientos y/o conduzcan nuestras actitudes. En otras palabras, que dirijan nuestra vida. Cabe a nosotros la decisión soberana de lo que queremos ser, aceptar y convivir.
Segundo paso: es importantísimo definir qué hacer con el sentimiento. Sin duda alguna es preciso perdonar y no convivir con aquello que nada aporta a nuestra vida.
Alimentar malos sentimientos nos coloca en una esfera de energía negativa y ésta funciona como un verdadero imán. Atrae lo que le es semejante. Solamente por esto ya sería recomendable borrar de nuestra memoria a las personas que no nos hacen bien. Sólo por esto debemos estar en otros lugares que no sean los que ellos frecuentan. Sólo por eso es importante perdonar.
Pero cuidado, hay dos tipos de perdón:
El Social y el de Alma.
El primero es falso, de boca para fuera y sin cualquier sentido vibratorio positivo. Engañador de veras: pero, al fin y al cabo, ¿a quién se pretende engañar con eso? A nosotros mismos ¿no es verdad?
El segundo perdón, el de alma, es aquel que extingue de nuestra memoria los efectos maléficos que generan energía negativa. Es aquel que borra, que “deletea” de nuestra mente todos los efectos que provocan el malestar que sentimos cuando nos acordamos de la persona o del episodio.
Con algunos, que acuden a mí para una Reprogramación de Vida, se hace necesario practicar el Ejercicio del Perdón. Son incapaces de actuar por su propia cuenta. La maldad se ha hecho tan fuerte en su vida que nada les sale bien. Son verdaderos vectores de energía negativa. Cuanto más pasa el tiempo, menos les salen las cosas, hay más odio en el corazón y total ausencia de felicidad.
Es, por lo tanto, de nuestro Libre Albedrío el conservar cualquier dolor y cualquier sentimiento negativo. No podemos, siendo así, responsabilizar a terceros por nuestros fracasos, por los chascos y por la ausencia de felicidad.
Desgracia atrae desgracia. Dolor atrae dolor, a no ser que nuestra mente acabe con este ciclo vicioso. Repito: no sirve de nada responsabilizar a terceros por las cosas malas que ocurren en nuestra vida. Las aceptamos por comodidad, confort, impotencia, sumisión...
La felicidad la construimos nosotros.
Nos veremos, ciertamente.
Beso en el alma