Romance todo el tiempo es imposible, pero la ausencia de él es mortal
por Rosana Braga em STUM WORLDAtualizado em 21/09/2004 11:43:55
Traducción: Marta Susana Pacho
[email protected]
Existen numerosas frases que sustentan ideas sobre lo que equivale a dejar de vivir. Dicen que dejamos de vivir cuando dejamos de soñar, cuando dejamos de aprender cosas nuevas y hasta cuando dejamos de amar. Estoy de acuerdo en que son aseveraciones muy válidas!
Sin embargo, más que de soñar, innovar o amar, pienso que dejamos de vivir cuando ya no hay romance en nuestras vidas. Dejamos de vivir cuando la luna es apenas un planeta, cuando la primavera es apenas una estación del año, cuando una sonrisa es apenas un reflejo de buena educación.
He oído a personas de toda clase: ricas, pobres, sanas, enfermas, profesionalmente realizadas o en busca de un camino mas atractivo. En fin, personas anónimas o célebres, comunes o especiales, de fe o vacías, auto suficientes o dependientes, pero siempre personas... todas dueñas de un corazón.
Y solo con un poco de charla más íntima, un poco de comprensión, respeto y consideración por lo que cada una de ellas es, tengo la noción exacta de que aquello que las torna almas vivas o muertas, es la oportunidad de vivir un romance, o al menos, de creer en esta posibilidad.
Pero no hablo de romances pasajeros, extraconyugales o de aquellos que no duran más que un fin de semana. Tampoco soy ingenua, al punto de creer que los romances son estados permanentes, que pueden vivirse todos los días, todo el tiempo. Se bien que los sinsabores de la vida muchas veces nos desequilibran, y que en estos momentos, es prácticamente imposible encontrar la magia necesaria para vivir románticamente.
Entretanto, también me siento lo suficientemente viva como para saber que es absolutamente posible transformar un día, un viaje, una fecha o un acontecimiento en un romance capaz de redimensionar los momentos siguientes... capaz de transformar el día y tal vez hasta las semanas siguientes. En un paseo por las nubes, en un vuelo en las alas de una gaviota, en un fuego incandescente que entibia el alma y el corazón.
O sea, usted no necesita exigirse lo imposible, no necesita esperar por una ilusión. Basta que se proponga, de vez en cuando, superarse, salir del lugar común, romper con la rutina inundada de hábitos cansadores y automáticos, aún cuando después deba retomarla.
Basta con que usted se decida a sumergirse en lo inusitado por lo menos una vez en cada estación. Un regalo para los dos, un aditivo para la relación al menos una vez en el verano, otra en la primavera, en el otoño y en el invierno. No necesita que sea caro, no precisa comprometer sus finanzas, no deberá desectructurar el resto del mes. Solo es preciso algo romántico, atrayente, delicioso, diferente, restaurador. Es eso: debe ser restaurador!
Un masaje relajante, una lámpara con pantalla roja, globos con pequeños regalitos, tales como bombones, mensajes amorosos o una foto de los dos muy juntitos; tal vez algunas ideas creativas, como la institución del “día nacional de él” o el “día nacional de ella”, dándole la oportunidad al otro de hacer un pedido especial; una cena que él prepara para ella, en fin, el simple acto de esperar por ella del lado de afuera de la ducha y secarla al salir del baño, puede transformar su relación en un romance.
Existen innumerables maneras de protagonizar un romance de vez en cuando, pero quiero resaltar, que actitudes como esas no surten el efecto deseado, en caso que la relación esté siendo “asesinada” desde hace tiempo por una rutina masacrante, desgastante y sin ningún respeto. El romance solo resulta cuando existe amor, aún cansado, aún en crisis, aún herido. Inténtelo y coseche los frutos!
