Rumbo a un Año Nuevo
por Adília Belotti em STUM WORLDAtualizado em 08/01/2010 15:43:42
Traducción de Teresa - [email protected]
Lo nuevo está bastante lejos de ser una unanimidad. Para algunos, llega como un frío en la barriga, un miedo a no sé qué, un deseo de salir corriendo por la primera puerta que aparezca. Otros, en cambio, consiguen estar más a gusto con las sorpresas del futuro y acoger las novedades con alguna tranquilidad. Sin embargo, de un modo así bastante general, lo nuevo asusta. En el límite el gran nuevo, aquel que siempre evitamos mirar y de quien poco o nada sabemos, es la muerte, esta inmersión en lo absolutamente... ¡nuevo!
Y gracias a esta semejanza, paira una sospecha sobre todo cuanto es nuevo. Sí, porque es preciso no confundir lo nuevo con la novedad. Las novedades son ligeras y frívolas. Llegan contentitas, tristonas o alborotadas, pero sin dramas ni misterios. Lo nuevo, por el contrario, tiene la solemnidad de lo desconocido, y llega en el compás de las grandes aventuras y de las llamadas más misteriosas.
A lo largo de los tiempos, lo nuevo fue el bosque, el abismo, inmensos océanos azules, bóvedas celestiales. Pero recientemente hemos descubierto que él habitaba en nosotros. Al otro lado del espejo un universo de extrañezas desconocidas nos miraba y nos invitaba a entrar. El admirable mundo nuevo, de que hablaba el escritor aldous huxley en los años 60, empezamos a construirlo todos los días, dentro de nosotros.
Ah, lo nuevo y su inevitable socio: el comienzo. ¿quieres cosa más difícil que empezar algo nuevo? Dar la partida al motor del futuro, así, sin mapa, sin rumbo, sin garantías... Arrancar la corbata, soltar las amarras, levar anclas, remover los montones y montones de vejestorios y partir. ¿próxima parada? ¿quién sabe? Donde mande el destino quizá, que lo nuevo no obedece a nadie.
No señor, tenemos mucho miedo a lo nuevo, a su compromiso con la libertad y a su comando para el cambio. Confiamos en que la manera de siempre, si no nos trae felicidad, al menos nos deja entorpecidos de cotidiano y... Así nos vamos quedando. El año que viene dejo de fumar, el año que viene cambio de empleo, el año que viene adelgazo, el año que viene salgo de esta relación que me hace sufrir, el año que viene...
Y si este año, solo para variar, deseásemos de corazón un año nuevo bien nuevo. Haremos así, todos juntos, a medianoche, vamos a mirar hacia algún punto bien lejano, frente a nosotros – el mar, la mata o la casa del vecino – desear que 2010 nos traiga nuestra cuota de lo nuevo y prometer, obedientes, que vamos a recibirlo con coraje, que seremos, al fin y el cabo, merecedores de este regalo. Vamos entonces a cerrar los ojos. Y en este instante, bueno, nadie lo sabe con seguridad, pero unos habrán de sentir un escalofrío en la espina, algunos dirán después que han sido abrazados por una ola de 'calor', otros volverán la espalda diciendo, '¡vaya tontería!”
Sin embargo, puede que esta vez los ángeles digan sí y logremos subirnos a la grupa de los cambios que van a llevarnos a nuestros sueños.
Mi amiga Ceres ha enviado a los amigos la imagen que inicia este artículo. En 2010, espero verte en la estación del alma de donde parten los pájaros rumbo a lo desconocido...