¿Sabías que la agresión física no es la única forma que existe de violencia?
por Silvia Malamud em STUM WORLDAtualizado em 22/07/2016 07:54:06
Traducción de Teresa - [email protected]
Quizá la agresión física sea la frontera final de todo cuanto puede caracterizarse dentro del espectro del abuso y de la violencia emocional en el ámbito de las relaciones.
Es frecuente que personas acostumbradas a convivir en ambientes agresivos puedan no darse cuenta siquiera de que los maltratos recibidos son maltratos de verdad. Como consecuencia, ocurre que acaban por tener una comprensión distorsionada de la realidad, cuando consideran que sufrir abusos es normal, perdiendo totalmente la dimensión de que puede ser trágico.
Recientemente oí un relato en que, tras muchas desavenencias en las cuales hasta habían tenido que intervenir los vecinos que oían los desaforados gritos, insultos y palabrotas, una pareja fue a parar a la justicia. Ella, visiblemente marcada por la violencia del compañero, y pese al abundante maquillaje, no era capaz de ocultar los moratones de su cara causados por la violencia a que había sido sometida. En el transcurso del proceso, sin embargo, la mujer se levantó de la silla y dijo que retiraba la denuncia contra su pareja, ya que aquellos vecinos la habían inducido a presentarla. Seguidamente contó que lo ocurrido no era nada grave, sólo una discusión casual. Preguntada por los gritos, manifestó que no se acordaba y que si alguno hubo, pudo deberse a que ella tropezó y se hizo daño, e incluso por el hecho de que ambos se asustaron por su caída.
Historias como esta, en sus más diversos grados son lo que no falta por ahí. Otras muchas, del mismo estilo, ni siquiera salen de dentro de casa, tanto por el miedo como por desconocimiento, o por no evaluar debidamente la gravedad de lo que está ocurriendo.
He oído casos de mujeres que sufren por los arrebatos de agresividad de sus parejas. Eso suele ocurrir cuando el motivo son los celos, cuando ellas no hacen a satisfacción lo que ellos determinaron que hiciesen, o incluso cuando ellos imaginan algo que ellas deberían haber hecho y que ni ellas mismas sabían que debían hacer. En todas las ocasiones pagan un alto precio por la supuesta desobediencia, y los castigos que suelen recibir vienen por la violencia verbal, física o psíquica, cuando son descalificadas y totalmente desacreditadas en lo que quiera que fuese. Estas mismas mujeres cuando aún no están despiertas o están aterrorizadas por el miedo que sus parejas les infunden, creen que permanecen con sus parejas porque en el fondo son buenas personas y pese a ser recurrentes en sus violencias, son buenos, sólo que buenos muy en el fondo… ¿Será cierto? Y aunque de veras lo fuesen… ¿en qué cambiaría la realidad abusiva en la que pasan sus pseudo vidas? A decir verdad esa cuestión es lo que menos importa aquí, y sí la conciencia del abuso emocional, moral y de violencia a menudo velada que padecen y que muchas veces viene en dosis homeopáticas, no tan explícitamente claras, lo cual puede confundir aún más a las víctimas. Recordando que todo esto es absolutamente susceptible de suceder en el lado inverso, es decir, que la mujer acorrale al hombre o incluso en las relaciones entre personas del mismo sexo. Es independiente.
Relaciones en que uno de los miembros se siente acorralado y totalmente amenazado, sea moralmente o por una violencia velada que lo induce a entender que si no hace lo que el otro desea debe atenerse a las consecuencias, son una forma de abuso y de violencia de las más dañinas y perversas que pueden ocurrir en la vida de una persona. Un sometimiento que a menudo parece no tener salida.
Conozco muchas historias de dramas familiares, de situaciones terribles que se producen dentro de la propia casa, donde nadie se atreve a tocar en el asunto y en el mundo exterior la familia aún se conduce de modo impecablemente perfecto.
Hay casos de madres y padres violentos, y que después de los arrebatos, por perplejidad y miedo, nadie tiene valor para hablar de lo ocurrido, siendo que con el tiempo llegan incluso a dudar si lo que hubo fue de veras un hecho real. Insano.
Hoy más que nunca existe una alarma accionada para que se hable de la cuestión. Las mujeres aún son las mayores víctimas de toda suerte de abusos. Muchos hombres abusan de su tamaño y de su fuerza, acosándola cuando la mujer muestra cualquier signo de existir fuera de la sumisión por ellos impuesta.
Diariamente, gracias a mi página de Víctimas de Narcisistas Perversos y a mi libro Secuestradores de Almas, y también en mi consulta, recibo innumerables relatos de personas que despiertan y que buscan desesperadamente salir de esa especie de cárcel.
Lo que tengo para decir es que la puerta está abierta, pero es necesario cierto conocimiento de cómo funcionan esos abusadores, cierto fortalecimiento del psiquismo, y pasar por un procedimiento directivo de salida de este escenario de tortura emocional real que se manifiesta dentro de una cárcel, donde el alma permanecerá secuestrada mientras no tome las medidas oportunas que la conducirán a su verdadera liberación.
Por eso mismo, rezo en la cartilla que contiene mi oración para nuestra sagrada jornada terrena: ¡Cuanto más despiertos, mejor! Como consecuencia, con mayor consciencia y responsabilidad por la propia vida, por lo que se está viviendo, se produce la inauguración del deseo legítimo de cambio para mejor, la osadía y la conquista.