Sanadores Espirituales - ¡Los agentes de lo alto! Parte 2
por Wagner Borges em STUM WORLDAtualizado em 08/04/2020 11:35:00
Traducción de Teresa - [email protected]
Solo es sanador espiritual aquel que confía en que sus manos son de Luz.
El que siente el toque de otras manos en las suyas, en las ondas del Amor.
El que siente en su propia presencia visible la inspiración de lo Invisible Inmanente.
El que siente, en su corazón, Aquella Presencia** que está en todas las cosas.
El sanador responsable y consciente sabe que quien sana no es él, sino el Poder de la Presencia en él.
Y también sabe que, muchas veces, debido a diversas condiciones kármicas***, él no va a lograr buenos resultados en algunos casos.
Pese a todo, aun así, hará su trabajo, pues esa es su naturaleza.
Y, si sus manos son de Luz, naturalmente irradiarán energías, sin juzgamientos ni condiciones. Inclusive, porque sabe que el Amor Real es incondicional y permea todos los seres.
Aun en los casos más difíciles, él sabe que la Presencia pasa semillas espirituales por medio de sus manos. Y tal sembradura sutil tendrá su efecto a su debido tiempo - en la Tierra, o más allá.
El sanador lúcido tiene noción clara de que la materia es energía condensada (y la energía es materia en estado radiante), y, por tanto, sabe que, aun tocando solo el cuerpo físico, también tocará el alma (y viceversa), pues su acción será siempre a nivel energético.
Además, consciente como es de ser emisario de la Presencia, procederá con gran respeto y gratitud, por la oportunidad de realizar la Luz en sus manos.
Ah, un Gran Amor habita el corazón del buen sanador. Y esa grandeza espiritual le dice, en un susurro sutil, que cuando él ayuda a alguien está, a decir verdad, ayudándose a sí mismo.
Porque la Presencia está en él, y por eso sus manos son dos joyas espirituales.
Y allá donde fuere, sus toques siempre serán de Paz y Luz.
- Notas:
**La Presencia - metáfora celta para el Todo que está en todo. Cuando los antiguos iniciados celtas admiraban los momentos mágicos del amanecer y del crepúsculo, solían decir: ¡Esto es un asombro! Y así era con todas las cosas consideradas como manifestaciones grandiosas de la Naturaleza y del ser humano. Ver el brillo de los ojos de la persona amada, la belleza plácida de la luna, la alegría de la sonrisa del hijo, o el desabrochar de una flor eran acontecimientos maravillosos. Entonces, ellos se atrevían a escuchar los espíritus de las brumas, que les enseñaron a valorar el Don de la vida y a percibir la pulsación de una PRESENCIA en todo.
A partir de ahí, empezaron a referirse al TODO QUE ESTÁ EN TODO como la PRESENCIA que anima la Naturaleza y los seres. Si la luz de la vida era un asombro de grandiosidad, mayor aún era la maravilla de la PRESENCIA que originaba esa grandiosidad. ¡Percibir esa PRESENCIA en todo era un asombro! Y saber que el sol, la luna, el ser amado, los hijos, las flores y la Naturaleza eran expresiones maravillosas de esa totalidad, llevaba a los iniciados de aquel contexto antiguo de Europa a decir: ¡Qué asombro!
Hoy, inspirado por los amigos invisibles celtas, dejo registrado aquí en estos escritos el tierno asombro que siento al meditar sobre la PRESENCIA que está en todo. Y me acuerdo de las enseñanzas herméticas inspiradas en el sabio estelar Hermes Trismegisto, que decía en el antiguo Egipto: ¡El TODO está en todo! Lo Inefable es invisible a los ojos de la carne, pero es visible para la inteligencia y el corazón.
El TODO o LA PRESENCIA, es igual el nombre que se le dé. Lo que de veras importa es la grandiosidad de meditar sobre eso; esa misma grandiosidad de pensar en las infinidades de soles y en las miríadas de seres diseminados por la vastedad interdimensional del Multiverso, y de maravillarnos al percibirnos como una pequeña partícula energética consciente e integrante de esa totalidad, y poder decir de corazón: ¡Caramba, qué asombro!
***Kármicas - del sánscrito Karma - acción, causa - toda acción genera una reacción correspondiente; toda causa genera su efecto correspondiente. A ese mecanismo universal los hindúes llaman karma. Sus repercusiones en la vida de los seres y en sus actos pueden denominarse consecuencias kármicas.
Observación: Mientras pasaba a limpio estos renglones, recordé un poema del sabio Hermógenes, uno de los grandes profesores de Yoga del Brasil (actualmente con 90 años y todavía firme en las lides conscienciales).