Seamos UNO
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 14/02/2013 12:18:42
por Maria Cristina Tanajura - [email protected]
Traducción de Teresa - [email protected]
Vivimos en un mundo globalizado, donde las relaciones económicas, culturales, y las interrelaciones de todas clases entre personas y naciones se hacen muy rápidas. Todo cuanto nos sucede tiene una consecuencia mayor o menor sobre el resto del planeta.
Ya sabemos que no hay contaminación que sea únicamente de un punto de la Tierra, pues los vientos, los mares, la llevan a todas las playas, por medio de las corrientes marítimas y la atmósfera que nos envuelve es una sola. Así, también, pensamientos y sentimientos, al ser vibraciones energéticas como son, se entrelazan infinitamente, atrayéndose o repeliéndose dependiendo de la sintonía.
No es posible creer que alguno pueda vivir aislado, sin tener influencia sobre el todo o ser influenciado por él. Es preciso que tomemos conciencia de esto, pues lo que pasa con el otro nos afecta, aunque esté a millas de distancia de nosotros. Somos todos uno y esto no es únicamente una idea, un pensamiento, sino una realidad.
Vibrar amor hacia aquel que está sufriendo es una forma efectiva de trabajar por el Bien. Podemos fortalecerlo sin que se entere de ello. Ya Jesús decía que debemos hacer caridad con la mano derecha, sin que la izquierda lo sepa.
¡Somos ya muchos los que creemos en el Amor como fuente real de vida! Ciertamente incontables, por todas partes en este planeta. Esta creencia nos convierte en fuerza poderosa que será capaz de desobstruir canales y propagar la paz y la verdadera compasión entre todos, especialmente entre todos aquellos que en este momento están sufriendo más.
Conscientes de esto, podemos luchar. No sólo ayudando a los que están cerca de nosotros, a aquellos que conocemos, sino a todos los hermanos, allá donde estén.
Mientras que uno solo de nuestros hermanos siga sintiéndose solo, pasando por momentos de dolor, no nos sentiremos verdaderamente felices. Pues sus problemas de alguna forma también son nuestros.
Con esta conciencia, aquel que nos mira, que nos aborda, merece nuestro mayor respeto. Tanto como aquel que se ha equivocado y por ello está encarcelado. También él es nuestro hermano de alma y está pidiendo nuestra ayuda, pues todavía vive en la ignorancia en que hemos vivido nosotros también un día.
Los hermanos de Santa María, los que partieron y los que quedaron están pidiendo que oremos por ellos. Los que de alguna forma fueron agentes responsables de esta tragedia también son de nuestra tribu humana. Tienen que comprender que se equivocaron, por qué se equivocaron y pagar por lo que hicieron, para que se transformen, pero no van a ganar nada con sólo nuestro juzgamiento y nuestras críticas.
Ya hemos vivido mucho tiempo vengándonos de aquellos que nos han hecho sufrir y las guerras se han sucedido durante toda la historia de la humanidad. Muy poco ha cambiado. ¿Qué tal si empezamos a enseñar lo que ya sabemos, por poco que sea? Y en lugar de criticar al otro, ¿por qué no procuramos hacerle ver el error que ha cometido, para que pueda comprenderlo y cambiar?
Jesús, ante la mujer adúltera que iba a ser apedreada como castigo, dijo a los presentes: "El que esté libre de culpa que tire la primera piedra". Lo cual hizo que cada uno, consciente de la propia debilidad, se marchase. La mujer socorrida oyó de Él: Vete y no peques más.
Esta mano nuestra, que acusa tan fácilmente al hermano que yerra, puede ser la misma que le ayude a levantarse para volver a empezar de forma diferente.
En verdad, el mensaje que intento pasar es el de la necesidad de que sintamos el dolor del otro, sea quien fuere, como nuestro, pues ciertamente lo es. Somos afectados - de alguna forma - por todo cuanto ocurre en nuestro entorno, en cualquier lugar, aunque no lo sepamos.
Remanguémonos e intentemos ayudar, principalmente, esclareciendo a aquellos que aún ignoran que lo que le hacemos al otro, a decir verdad, lo estamos haciendo a nosotros mismos.
Y que podamos sentir el dolor de los que han perdido a sus hijos e hijas como nuestro, orando mucho para que el Dios de Amor los conforte de alguna manera, pues sabemos cuán terrible sería todo eso si nos ocurriese a nosotros.
La regla de oro del bien vivir es no hacer al otro lo que no nos gustaría recibir de él.
Caminemos hacia una nueva era enarbolando la bandera de la compasión, el perdón y el amor. Lo que vayamos dando, lo iremos recibiendo. Yo, tú y cada uno de nosotros.