Si yo pudiese estar a tu lado...
por Sergio Scabia em STUM WORLDAtualizado em 09/06/2010 12:28:12
Traducción de Teresa - [email protected]
Me gustaría mucho poder, mediante la palabra escrita, transmitir bastante más de lo que en realidad consigo. Tendría inmenso agrado en tocarte directamente el corazón, a ti que estás leyendo este texto, para que sintieses la vibración que me envuelve en un estado de serenidad, de calma y gratitud, en este día frío y soleado aquí en São Paulo. Los momentos así especiales como este no son de rutina, sino que la plenitud y la paz de espíritu habitan en mí y todo, de pronto, se vuelve claro y forma sentido...
Está todo en divino orden
Los pensamientos fluyen suavemente mientras procuro mantener esta vibración de bienaventuranza y entrar en conexión, para que también esta vez los Guías inspiren lo que ha de salir a antena...
Sí, muchas veces la voluntad y el deseo profundo de ayudar al prójimo son mayores que las efectivas posibilidades de llevarlo a efecto, e incluso disonantes en relación con la velocidad adecuada en que cada ser consigue acompañar con provecho su propia evolución espiritual. De nada sirve forzar la marcha, pues cada cual tiene su ritmo, su capacidad de absorber y de poner en práctica nuevos (y antiguos) conceptos que le aportarán paz interior, expansión de la conciencia y una perspectiva que desvenda infinitas posibilidades.
Apetecería llegar despacito y tocar con la punta del dedo a cada persona, pedir permiso y empezar a comunicarse al oído, mirándose a los ojos, con amor verdadero, sobre la belleza de la vida, los descubrimientos hechos, las experiencias libertadoras que nos permiten recibir aquellas fugaces pero definitivas percepciones interiores, que llegan y nos transforman para siempre.
Quería contaros lo fácil y directo que esto puede ser, puesto que no es preciso buscarlo fuera, ya que todo lo necesario está y siempre ha estado muy dentro de cada cual...
Quería decir lo compensador que es este viaje interior que puede comenzar simplemente sumergiéndonos en el silencio, o empezando a observar el alrededor con los ojos del alma, buscando en la creación la inspiración para inmediatamente dar el salto a una nueva dimensión de realidad, en la cual los ruidos intensos del mundo de la ilusión que nos rodea ya no nos hacen daño, allá donde el brillo es real y nada es fugaz, falso, vulgar.
Hablaría sobre un lugar magnífico -que está aquí mismo- donde volvemos a ser niños, vivarachos, curiosos. Libres de creencias, de dogmas, de prejuicios, felices por desvendar y poder participar, sin miedo o control, de los misterios y de la magia, habituales compañeros cuando estamos en sintonía con el Universo.
Intentaría explicar que somos mucho más que este limitado cuerpo físico de desgaste rápido y fecha de caducidad predefinida; sí, infinitamente más, y que basta arrojar fuera, deshacerse de esta identificación equivocada con el pequeño yo, para sumergirse en el “Nosotros” y hacer de cada momento de nuestra vida algo sublime, divino, creativo e inolvidable, con independencia de la fecha de nacimiento grabada en nuestro documento de identidad, pues somos seres inmortales.
Transmitiría entusiasmo al hablar sobre nuestra fuerza, nuestro poder increíble, nuestra Unicidad que nos permite actuar de forma exclusiva aquí en la Tierra, en cada campo y situación, contribuyendo positiva y definitivamente a la evolución del Universo... Que basta una percepción correcta y enfocada para convertirnos, de simple gota de agua, en el infinito océano de la Unidad, rescatando nuestro linaje divino, nuestro derecho a conducir nuestra vida en rumbo acertado por el Camino de la Luz, de la Felicidad.
Quería narrar cómo y por qué el miedo es el peor enemigo y quizá el miedo a la muerte sea el que más dolorosamente tenemos presente, turbando nuestra mente... en realidad, esta palabra, que muchos temen incluso leer o proferir, solo representa un portal, un umbral hacia otra dimensión, algo que ya hemos experimentado un sin número de veces: el retorno a la Casa del Padre...
Confesaría que poco o nada sé, pero que la búsqueda de la verdad es maravillosa y libera... y no hay diferencia entre maestro y discípulo, pues de hecho ambos son aprendices de la Luz. Pondría empeño en afirmar que el Paraíso es aquí mismo en la Tierra, visto tratarse de un estado de espíritu, una vibración que podemos conquistar y mantener, aunque a veces nos despistemos cuando las emociones fuertes se adueñan de nuestro ser...
Insistiría mucho a propósito del Amor Incondicional y sus tan variadas formas, olvidándonos de nosotros mismos en favor de otros, ayudando, aunque no sea más que a una única persona: un hijo, un compañero, un amigo o un completo desconocido. Procuraría demostrar con ejemplos que este Amor es la vibración que gobierna el Universo, la sinfonía de las esferas que rige cuanto existe en la Creación, pues está en todo lo que hay. Y recordar que cuando amamos de veras logramos romper todas las reglas impuestas desde fuera, y la voluntad de los demás sobre nosotros pierde toda su fuerza; es cuando damos lo mejor que tenemos, completamos a otros y estamos atentos a su felicidad, amándolos y cuidándolos.
Estaremos entonces alineados con Dios, haciendo abrirse y florecer de una vez la Divinidad que vive en nosotros. Estaremos, finalmente viviendo y amando en lo eterno ahora. Fuera del tiempo, solo en el presente, donde todo sucede conforme a las leyes naturales.
Diría que no somos aquel pobre Don Quijote que lucha contra los molinos de viento, sino que somos los que, en este mundo aún de dualidades, mantienen el faro encendido amparando, señalando el rumbo a los navegantes en el mar revuelto, recordando la necesidad de elegir entre lo sagrado y lo profano, la verdad y la falsedad, el Ser y el tener, la Luz y la sombra, la conciencia despierta versus el entorpecimiento del alma.
Me despediría con un beso en el Alma, agradeciendo el haberme escuchado con paciencia, te rogaría gentilmente incluso que te dieses prisa, pues tenemos poco tiempo para tantas cosas pendientes de hacer; que estuvieses atenta y conectada en la Luz y que, aunque los medios de comunicación no lo noticien, muchísimas personas están en sintonía preciosa, como Tú, seres indispensables dando lo mejor de sí en silencio, formando una poderosa, aunque invisible, red de amor, soporte y presencia...
Y recordaría que tu mayor riqueza es el amor que tu corazón puro consigue manifestar, yendo mucho más allá de lo que eres ahora, con coraje y determinación, a esparcir compasión, cariño y bienaventuranza. Tu ejemplo será decisivo.
Sé feliz, solamente eso.
Doy aquí las gracias a los queridos y pacientes Guías y además a toda la pandilla que permite que este Sitio exista: Rodolfo, Sandra, Teresa, Marcos, Anderson, Lidiane... ¡y Tú!Agradezco profundamente a Marcio de Kallipolis por su presencia en este texto y en mi vida.
Sí, somos uno solo. Yo soy el otro Tú.