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¡Sigue tu propio camino!

por WebMaster em STUM WORLD
Atualizado em 18/04/2014 10:54:09


por Flávio Bastos - [email protected]

Traducción de Teresa - [email protected]

“Nada de imitar a quien quiera que fuese. Tenemos que ser nosotros mismos. Ser el núcleo del cometa, no la cola. Ser quien tira de la fila, no seguirla”. (Monteiro Lobato)

Según la fábula infantil, María era una oveja que siempre hacía lo que hacían las otras ovejas. Si todas iban hacia abajo, ella también iba, si iban hacia arriba, María las seguía. Ella nunca hacía lo que quería, hasta que un día tomó una decisión que cambió el rumbo de su vida – seguir su propio camino.

Y así, puedes ser un Juan va con los otros cuando prefieres imitar, creer ciegamente o transferir responsabilidades que te son inherentes en el proceso vital. Esperar a que los demás decidan cuál es el mejor camino para tu vida, hasta sentirte frustrado y decepcionado con tu destino y despertar para la individualidad como meta de crecimiento a partir de lo que tú mismo elijas.

La interdimensionalidad inherente al ser dotado de inteligencia y libre albedrío, ha venido demostrando en la práctica terapéutica, a través de innumerables experiencias regresivas de memoria, que reproducimos pautas de conducta asociadas a la zona de confort, cuya inclinación a la comodidad o tendencia a “sentirnos bien” en la inercia existencial, nos lleva a repetir, vida tras vida, experiencias vinculadas al fanatismo, pasión ciega que nos estimula a cometer excesos en favor de una religión, doctrina, partido político, etc. Caminos que por lo regular embotan la mente y mantienen al individuo, por tiempo indeterminado, como prisionero de procesos obsesivos de origen anímico o espiritual.

En esta lógica, el síndrome de victimización, entre otros desequilibrios psíquico-espirituales que presentan la baja autoestima como un bloqueo a las iniciativas necesarias para el crecimiento personal, son responsables por un considerable número de personas que idealizan doctrinas o idolatran a individuos, trasfiriendo así una parcela de su propia responsabilidad en los cambios que anhelan para sí mismas o para el conjunto de la sociedad.

Sin embargo, pese a encontrarse un tanto confuso y aún rodeado por sus propias limitaciones y por las artimañas del poder político-económico de las sociedades de consumo, que dictan normas de conducta, el hombre empieza a despertar para la creación de un modelo social que contemple el bien común como una afirmación del milenio en curso.

En esa dirección, poco a poco, el hombre se libera de las ataduras que lo someten a valores materialistas vinculados al egocentrismo. Mecanismo que genera un número incalculable de “Marías y Juanes”, dependientes de un estado de cosas creado por el ciclo reencarnatorio que tiende a repetirse sin una alteración conductual que sea significativa para estos individuos. Y la liberación de una pauta de conducta arraigada al pasado es determinante para que el individuo asuma su condición de agente transformador de realidades, a partir de la “realidad” de sí misma inserida en la transparencia del universo.

Como registró el poeta español Antonio Machado: “No hay caminos, se hace camino al andar”, pues la naturaleza del ser inteligente no lo orienta a seguir, indefinidamente, caminos detrás de otros, sino vivir la propia experiencia al recorrer un camino que lo lleve al crecimiento integral en sintonía con la expansión de la consciencia.

En tal sentido tenemos una referencia, como una luz para iluminar nuestra andadura, que son las leyes universales – o naturales – que orientan al ser inteligente a seguir el sendero del encuentro consigo mismo a través de la práctica del bien y del amor fraterno. Un camino de descubrimientos que afinan el sentido de la vida y de responsabilidad del individuo para consigo mismo, con el otro y con el planeta Tierra que es su morada.

Autoconocimiento de nivel avanzado que abre las puertas de la percepción de la naturaleza interdimensional del hombre. Una experiencia de evolución a partir de una elección que trasciende el ego, observado como instancia de la personalidad limitada a las resonancias de las vivencias en la dimensión de la materia.

Por tanto, decir que una persona es “María va con las otras”, significa decir que ella es fácilmente influenciable, sin voluntad propia y que se deja llevar por la opinión de otras personas. Un paradigma que puede ser alterado cuando decidimos recorrer nuestro propio camino, como sugiere la fábula en su final: “Ahora mé, María va a donde la lleva su pie”.


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