¡Silencio! ¡Escucha crecer la hierba!
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 15/01/2016 08:02:30
Autor Leandro José Severgnini
[email protected]
Traducción de Teresa - [email protected]
Insisto mucho en venir a hablar sobre un aspecto particularmente especial en el camino espiritual: el silencio interior.
Acostumbrado a la agitación y al desasosiego, el hombre occidental no logra sentirse bien al oír hablar de silencio, quietud, soledad. Para él, el silencio es algo fúnebre, la quietud es sinónimo de depresión y la soledad lo mismo que una vida vacía. ¡Qué necio ese hombre cegado por el ego! No se da cuenta siquiera de que esa ansia suya por la agitación, la música estridente y la correría es una llamada oculta de socorro por parte de su propio YO, que está manchado por tantos deseos inútiles, por búsquedas y realizaciones que no lo satisfacen.
Hay una frase muy sabia que dice: "si no soportas quedarte a solas contigo mismo, significa que estás en pésima compañía". ¿Eres capaz de identificarte? Confieso que en ciertos momentos de mi vida ya me he encontrado en esa situación. Pero se equivoca quien piensa que la solución es buscar algo que hacer para distraerse. Que me perdonen los psicólogos que intentan curar síntomas de depresión a base de actividades que hagan al paciente distraerse. ¡No! ¡Por favor, no! Tú no tienes que distraerte de tu propio YO. Tú estás aquí para encararlo de frente, y has de modificar todo lo que sea necesario para que un día tu propia compañía pueda serte grata a ti mismo. Huir de tus dolores es huir de ti mismo, pues ellos son tu propio patrimonio, solamente necesitan ser comprendidos y transformados.
Pero la agitación y el estar en muchas tareas se ha convertido en vicio, un vicio difícil de dejar, no porque sea placentero, sino porque, las más de las veces, es menos aflictivo que observarse a uno mismo, con todos los defectos, malos sentimientos y pensamientos desequilibrados. Y la agitación externa es excelente para tapar el griterío interno.
Olvida ese falso concepto que dice que llenarte de actividades (a menudo innecesarias) es productivo y te hace sentir pleno, mientras que el silencio es algo fastidioso. Desde el punto de vista espiritual es exactamente lo contrario: llenarse de cosas y quehaceres externos, las más de las veces es señal de vacío interno; en cambio el vacío externo casi siempre denuncia una plenitud interior.
Existe un lugar dentro de cada uno que es puro silencio, pero es un silencio pleno, cubierto de beatitud, que exhala la pura fragancia de una serenidad impar, de una felicidad pura, fácil y desapegada. No es algo que tenga que ser alcanzado o construido, es algo que ha de ser descubierto, revelado, permitido. No lo reconocemos, porque nunca se nos ha enseñado a hacerlo. En una época muy remota de tu niñez, vivías en ese estado de libertad y naturalidad; y por eso no nos acordamos de nada de los primeros años de nuestra infancia, porque con el tiempo esa naturalidad ha quedado tapada por recuerdos, culturas, creencias y pautas que hoy constituyen nuestra personalidad y dictan nuestro comportamiento. ¿Te parece esto positivo? Entonces explícame ¿¡por qué los antidepresivos se han convertido casi en un combustible humano?!
No es que te esté invitando a hacerte hippie, sino proponiendo acostumbrarnos más al silencio, a la meditación, al relax en medio de la naturaleza. Permanecer sin hacer nada, sólo observando la respiración, oyendo el sonido del viento y tratando de reducir el ritmo de los pensamientos, no es fastidioso. Fastidioso es no ser capaz de lidiar con las inquietudes internas, hasta tal punto de no poder estar a solas. Si tú no eres una buena compañía para ti mismo ¿cómo esperas serlo para otros?
